A principios del mes de mayo la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el fin de la emergencia sanitaria de la pandemia Covid-19. Un paso con el que el organismo de Naciones Unidas reflejó que esta patología se encuentra en tendencia descendente ante el aumento de la inmunidad de la población, “la disminución de la mortalidad y la reducción de la presión sobre los sistemas sanitarios”, señaló en rueda de prensa el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
La Covid-19 ya no es la amenaza de hace tres años, pero seguirá con nosotros, un punto en el que desde la OMS han incidido. En este sentido la semana pasada recordaron la necesidad de seguir previniendo esta patología, su trasmisión y el desarrollo de la enfermedad grave con herramientas como una vacuna adaptada a las variantes que van apareciendo. Como indicaron en un comunicado, las inyecciones actuales están dirigidas contra el virus inicial y las primeras variantes que aparecieron, que ya no circulan entre humanos.
Actualmente el desafío es enfrentar a las variantes XBB, de las que XBB.1.5 y XBB.1.6 son las más predominantes en el panorama global y tienen una importante capacidad de escape inmunológico. Como señala a Consalud.es la Dra. Ángela Domínguez, coordinadora del grupo de trabajo sobre vacunación de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), esta situación no se ha traducido en un aumento exponencial de casos, hospitalizaciones o mortalidad, como ocurrió con el inicio de la ola de Ómicron.
Dra. Domínguez: "Es recomendable que se creen nuevas formulaciones que contengan los antígenos de las variantes actuales, para poder administrarla a los pacientes, principalmente a los más vulnerables, y con ello evitar una alta transmisión y conseguir mejor protección"
“Las vacunas actuales siguen protegiendo a la población, pero en menor nivel. No se ha traducido en una forma más grave de la enfermedad, pero es recomendable que se creen nuevas formulaciones que contengan los antígenos de las variantes actuales, para poder administrarla a los pacientes, principalmente a los más vulnerables, y con ello evitar una alta transmisión y conseguir mejor protección”, indica la Dra. Domínguez por teléfono.
LA ACTUAL COVID-19 Y LAS VACUNAS
Según el último informe del Ministerio de Sanidad, se han producido 13.868.227 casos de coronavirus y 121.213 fallecimientos desde que comenzara la pandemia Covid-19 en nuestro país. En los últimos meses los casos de esta patología han ido disminuyéndose, detectándose en las últimas dos semanas en los mayoresd e 60 años 20.773 casos y 249 muertes. Cifras alejadas de las que hace poco más de un año vivíamos, pero que, como refleja la Dra. Domínguez, siguen siendo importantes: “Las tasas todavía son muy superiores a las de la gripe y no podemos hablar todavía, ni muchísimo menos, de que el SARS-Cov-2 no es una amenaza”.
La gripe ha demostrado durante más de un siglo la importancia de adaptar las medidas preventivas a cada variante del virus que aparece. Los virus de la influenza producen variaciones antigénicas que nuestro sistema inmunológico tiende a reconocer. Sin embargo, según van acumulándose estos cambios con el tiempo, los anticuerpos de las personas modifican su respuesta protectora al virus.
Como recoge la página de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), esta variación antigénica es la que hace que un mismo paciente pueda enfermar de gripe varias veces a lo largo de su vida, y es también el principal motivo por el que se varía la composición de las vacunas. “Cada año se analiza la composición y se actualiza según sea necesario para que las vacunas actúen contra los virus de la influenza que van evolucionando”.
Dr. Pérez: "Es fundamental que exista un criterio único mundial para la adaptación de las vacunas, tal y como sucede con la gripe”
Esto es lo mismo que desde la OMS piden que se haga con los ‘sueros’ contra la Covid-19. Una recomendación a la que seguirán los posicionamientos de los organismos reguladores americanos y europeos, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) y la Agencia Europea del Medicamento (EMA, también por sus siglas en inglés), recuerda a este medio el Dr. Jaime Pérez, presidente de la Asociación Española de Vacunología (AEV).
El experto señala que la adaptación de las vacunas de la Covid-19 no es en sí mismo un problema. Ya el año pasado, recuerda, las compañías que desarrollaron las vacunas ARN mensajero, las modificaron para adaptarlas a las variantes que por entonces circulaban y proteger a los pacientes. La edad de estos, las patologías y comorbilidades que tengan, su propio sistema inmune, y el tiempo entre una dosis vacunal y otra y el número de ellas influyen en el desarrollo de una enfermedad con mayor gravedad. Teniendo en cuenta esta realidad que se ha demostrado a lo largo de los tres últimos años, es también importante que las vacunas se adapten para ayudar principalmente a la población más vulnerable a afrontar las diferentes variantes del SARS-CoV-2. “Para ello es fundamental que exista un criterio único mundial para la adaptación de estas, tal y como sucede con la gripe”, explica el Dr. Jaime Pérez.
La Covid-19 ha demostrado evolucionar con una menor virulencia, e incluso se espera que su transmisión se vuelva estacional. Mientras esto sucede, y sabiendo que seguirá con nosotros muchos años, como la gripe, los expertos llaman a adaptarlas herramientas de prevención y mejorar su eficacia, con vacunas, como señaló la OMS, monovalentes que se adapten a la variantes que concurren actualmente en la población humana, y en formatos cada vez más precisos, como puede ser no solo la ARN mensajera, sino también los formatos intranasales.