La Covid-19, enfermedad provocada por el coronavirus SARS-CoV-2, continúa planteando numerosas incógnitas que necesitan ser estudiadas en profundidad, y a lo largo del tiempo, por la medicina. Si bien es cierto que la mayoría de las personas infectadas consiguen recuperarse completamente, algunos pacientes pueden mostrar síntomas durante semanas e incluso meses tras lograr superar la fase aguda de la infección. Incluso las personas que no han precisado hospitalización porque han cursado la enfermedad de forma leve pueden experimentar sintomatología persistente o aparición de síntomas tardíos. Hablamos de lo que la ciencia ha definido como “Covid prolongado”.
La Oficina de Estadísticas Nacionales de Reino Unido estima que una de cada cinco personas continúa experimentando síntomas durante cinco semanas o más desde el inicio de la infección, y en una de cada 10 se mantienen más allá de las 12 semanas.
La Covid-19 conduce a una morbilidad severa y daños en diferentes órganos en algunas personas. Si tomamos los datos publicados por British Journal Medicine recogidos del National Health Services (NHS), en un análisis de 47.780 pacientes hospitalizados por Covid-19 (43.035 no requirió ingreso en UCI), el 29% necesitó un reingreso hospitalario a los pocos meses de recibir el alta y el 12% acabó falleciendo. Entre estos pacientes se han observado elevadas tasas de enfermedad cardiaca, hepática, renal y diabetes en comparación con los controles emparejados de pacientes que no estaban infectados.
“Aunque todavía estamos aprendiendo sobre el virus, lo que está claro es que este no solo mata a las personas. Un número significativo de pacientes presentan una serie de efectos graves a largo plazo”, alertaba recientemente en una de sus comparecencias públicas el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus. “Es imperativo que los gobiernos reconozcan los efectos a largo plazo de la Covid-19 y también garanticen el acceso a los servicios de salud de todos estos pacientes”, añadía.
Una de cada cinco personas continúa experimentando síntomas durante cinco semanas o más desde el inicio de la infección, y en una de cada 10 se mantienen más allá de las 12 semanas
Diversos estudios han demostrado que las personas que cursan la enfermedad de forma más grave pueden experimentar daños a largo plazo no solo en sus pulmones sino también en el corazón, el sistema inmunológico, el cerebro y otras áreas de su cuerpo. Tal y como indican al respecto en Nature en base a un exhaustivo análisis de la evidencia científica existente al respecto, la experiencia con la epidemia de SARS de 2003 sugiere que estos efectos pueden durar años. Lo más preocupante de todo es que, incluso en aquellas personas que han cursado la enfermedad de forma leve o asintomática, pueden manifestar Covid prolongado manifestado, generalmente, a través de un síndrome de fatiga crónica.
La evidencia científica aumenta constantemente en relación a esta enfermedad. La Covid-19 no supone únicamente un problema debido al constante sobrecarga de los sistemas sanitarios, sino que plantea todo un reto a largo plazo. Nisreen Alwan, profesora asociada de Salud Pública de la Universidad de Southampton destaca en British Journal Medicine la necesidad de “criterios de diagnóstico clínico universales e inclusivos que no dependan por completo de la confirmación por parte de un laboratorio”. Considera fundamental realizar un seguimiento de las personas con Covid-19 para evaluar su recuperación, especialmente los que cursan la enfermedad de forma aguda, “utilizando infraestructuras de seguimiento que podrían hacerse simplemente a través de tecnologías móviles”.
“Es imperativo que los gobiernos reconozcan los efectos a largo plazo de la Covid-19 y también garanticen el acceso a los servicios de salud de todos estos pacientes”
“Necesitamos pautas clínicas sobre cómo debería ser la atención de los supervivientes a la Covid-19”, expresa en Nature Nahid Bhadelia, médico especialista en enfermedades infecciosas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston. Para recalcar esta necesidad alude a un estudio publicado en medRxiv en agosto de 2020 basado en el seguimiento y análisis de personas hospitalizadas por Covid-19. Los resultados señalan que, incluso un mes después de recibir el alta, más del 70% continuaba experimentando falta de aire y un 13,5% requirió el uso de oxígeno en su domicilio.
Alwan establece como aspectos vitales contar con registros sobre la proporción de personas que no se han recuperado en plazos de cuatro, ocho e incluso 12 semanas y de aquellas que han sufrido complicaciones y daños en órganos después de la infección por SARS-CoV2. Un dato muy importante sobre el que se tiene que hacer seguimiento por parte de las autoridades sanitarias es el de la proporción de reingresados en el hospital por las consecuencias o síntomas persistentes de la Covid-19 una vez han recibido el alta, al igual que aquellos pacientes que han necesitado bajas laborales reiteradas a consecuencia de complicaciones prolongadas en el tiempo causadas por la enfermedad.
La experta advierte que el control y seguimiento de todos estos factores son cruciales en el segundo año de pandemia en el que nos encontramos donde conocemos más al virus, pero el tiempo continúa siendo nuestro peor enemigo a la hora de saber cuáles serán sus consecuencias reales más allá de las que marcan nuestro presente.