Los sistemas de tratamiento y recolección de las aguas residuales municipales en las ciudades no solo se erigen como una infraestructura de vital importancia para proteger la salud pública, sino que se presentan como una fuente de información sobre el estado de salud de los grupos poblacionales. La pandemia provocada por el SARS-CoV-2 ha puesto de relieve el papel que el análisis de las aguas residuales puede desempeñar en las labores de monitorización y vigilancia de la sociedad.
Durante décadas la monitorización de las aguas residuales se ha empleado para rastrear brotes de enfermedades como la poliomielitis, pero la Covid-19 ha despertado un interés general sobre la implicación que su análisis podría tener de cara a la adopción de medidas de carácter de salud pública. Esto es posible porque el SARS-CoV-2 se replica en el sistema digestivo y es eliminado en grandes cantidades incluso antes de que se inicien los síntomas. Una situación que nos plantea un escenario en el que podemos monitorizar de forma económica a miles, e incluso millones de personas, sin la necesidad de pruebas PCR o test rápidos de antígenos y predecir así las zonas en las que puede existir el riesgo de aparición de brotes de Covid-19.
Países Bajos se convirtió en la primera nación en mostrar fragmentos del SARS-CoV-2 en muestras de aguas residuales a través de un grupo de científicos responsables de la Red Nacional de Monitorización de aguas residuales. Un sistema que funciona desde hace décadas. Tal y como explican en la revista Science, desde este momento, al menos 58 países han desarrollado sistemas de análisis de aguas residuales destinados a la monitorización y control del SARS-CoV-2.
Tal es la importancia de este sistema que la Unión Europea incluso recomendó a sus Estados miembros el establecimiento de sistemas de monitorización para el control de la pandemia. Se estableció la fecha límite para contar con estos sistemas operativos en octubre de 2021 y 26 de los 27 cumplieron. En el caso de Estados Unidos el Sistema Nacional de Vigilancia de Aguas Residuales cuenta con 400 puntos de análisis distribuidos en 19 Estados.
El análisis de las aguas residuales, mucho menos costoso y fácil de desarrollar que la realización de miles de pruebas diagnósticas, puede servir como un indicador certero de la situación epidemiológica
En los momentos álgidos de la pandemia estos sistemas han posibilitado conocer con antelación áreas en las que se estaban desarrollando brotes de Covid-19. Una valiosa información en términos de salud pública que permite a las autoridades adoptar medidas preventivas con el objetivo de evitar la transmisión comunitaria descontrolada. El escenario epidemiológico en el que nos encontramos ahora nos sitúa ante una progresiva vuelta a la normalidad pérdida con la pandemia.
La variante Ómicron (B.1.1.529, detectada originalmente en Sudáfrica) continúa siendo la dominante a nivel global. Su rápida expansión, motivada por su mayor transmisibilidad y escape inmunitario, se ha traducido en cifras récord de contagios nunca antes vistas en la pandemia. A pesar de esto, Ómicron provoca una enfermedad más leve que sus predecesoras. Esto, sumado a las amplias tasas de cobertura vacunal, está permitiendo la eliminación de las últimas medidas y restricciones impuestas para combatir al virus. En este contexto, la monitorización y el análisis de las aguas residuales pueden convertirse en un gran aliado en la nueva fase de la pandemia en la que estamos entrando.
Muchos gobiernos, como parte de su nueva estrategia hacia la progresiva normalidad, han eliminado la realización de pruebas diagnósticas de Covid-19 a la población general restringiendo su uso a casos concretos. En el caso de España la nueva Estrategia de Vigilancia y Control de la Covid -19, que se prevé que el Gobierno y las comunidades autónomas aprueben de forma inminente, se centrará en los casos más graves, los mayores de 60 años y los grupos considerados vulnerables debido a sus patologías. De esta forma se quitará el foco de los casos leves de Covid-19 y los asintomáticos, que no tendrán que guardar cuarentena.
De acuerdo con esta normativa, dejarán de realizarse los test de antígenos y pruebas PCR a todos los casos sospechosos, quedando estos recursos diagnósticos supeditados al criterio médico. Los test estarán expresamente indicados para los casos más graves o personas que convivan en entornos vulnerables.
Una estandarización de los análisis de aguas residuales no solo resultaría beneficiosa en términos de Covid-19, sino que podría mejorar la vigilancia de otros patógenos
Ante esta fotografía el análisis de las aguas residuales, mucho menos costoso y fácil de desarrollar que la realización de miles de pruebas diagnósticas, puede servir como un indicador certero de la situación epidemiológica.
El problema que existe en la implantación y desarrollo de este tipo de sistemas es que, en muchas ocasiones, la clase política no está interesada. Science recoge en este sentido el caso del condado de Orange (Florida). Los análisis de las aguas residuales realizados en diciembre de 2021 ya mostraban que Ómicron era la variante dominante antes de que fuese detectada en pacientes. Un resultado que pronosticaba la ola que se avecinaba, pero no se tomó ninguna decisión preventiva en materia de salud pública.
Si ponemos el foco de nuevo en España, el pasado 3 de diciembre de 2021 el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico informaba del inicio de la segunda fase del proyecto para la vigilancia y alerta temprana de Covid-19 en aguas residuales: VATar-COVID-19. Una iniciativa que tenía como objetivo realizar un seguimiento de las variantes del SARS-CoV-2 e identificar el surgimiento de nuevas.
En la primera fase, que finalizó en septiembre de 2021, la investigación determinó la presencia de fragmentos del ARN del SARS-CoV-2 en 38 estaciones depuradoras de aguas residuales. Para esta segunda fase, el Ministerio de Transición Ecológica apunta que “se pretende ampliar el muestreo y análisis para superar el medio centenar de estaciones”.
Una estandarización de los análisis de aguas residuales no solo resultaría beneficiosa en términos de Covid-19, sino que podría mejorar la vigilancia de otros patógenos. Ya se están desarrollando proyectos en varias partes del mundo orientados a la monitorización de las agua residuales para la vigilancia de influenza, rotavirus, norovirus, adenovirus, virus respiratorio sincitial e incluso para valorar la presencia y avance de las bacterias resistentes a los antibióticos.