La desescalada hacia la denominada 'nueva normalidad' está poniendo a prueba la capacidad de gestión emocional de todos. De hecho, se está produciendo casos de personas que tienen miedo a salir a la calle, es lo que se conoce como el 'Síndrome de la Cabaña'.
La psicóloga, Andrea Vega Seoáñez, de El Prado Psicólogos, explica a ConSalud.es que el miedo a salir a la calle es "una emoción completamente normal" tras el periodo de confinamiento. "Es una reacción fisiológica adaptativa pues nos mantiene alerta a la hora de tomar las precauciones necesarias que favorezcan la disminución de contagios, que favorezcan la salud", asegura esta psicóloga especializada en Psicoterapia de Adultos, Psicología Infantil, terapia de pareja y Psicología en la Adolescencia, entre otros ámbitos.
Vega Seoáñez indica que se debe tener en cuenta que cualquier activación emocional es una señal que a la hora de vivir, "nos permite entrar en contacto con el camino a seguir en mi propio estilo de vida y conforme a la sociedad y terceros".
Cada vez son más las personas cuyo miedo ha dejado de ser una reacción saludable para convertirse en un problema de salud mental
Esta profesional reconoce que cada vez es mayor la frecuencia de personas cuyo miedo ha dejado de ser una reacción saludable para tornar en una problemática.
Andrea Vega señala dos aspectos. "Por un lado, existen personas en las que tal emoción ha dejado de ser simplemente una señal sobre la que apoyarse a la hora de orientar su camino, para ser el conductor principal de su vida, para asumir los mandos", indica.
Contextualizando en torno a qué ha girado nuestra vida las últimas semanas, no será difícil entender esta psicológoca reconoce puede que se haya conseguido este aprendizaje.
"Llevamos semanas donde toda la información por parte de medios de comunicación, redes sociales, familiares y amigos giraba en torno al peligro, al vocabulario bélico y a horribles consecuencias que, a pesar de ser reales y necesarias, han acabado por nublar la información existente en otras direcciones e incluso en otras áreas de la vida. De esta forma, el miedo ha sido un acompañante casi constante del confinamiento que, alimentándose con la misma rapidez e intensidad, ha impuesto su forma de percibir el mundo: desde el peligro inminente", sostiene esta especialista.
"El miedo ha sido un acompañante casi constante del confinamiento"
Así, como señala que se aleja a la persona de todas aquellas actividades o situaciones que le generaban placer y permitían continuar en un constante crecimiento personal, social, laboral... Para recordarle constantemente que la seguridad es el principal objetivo y ésta sólo se haya en las fronteras del propio hogar.
"El miedo, a día de hoy y en relación a la Covid-19 y sus consecuencias, hace interpretar la realidad con la siguiente simpleza: la casa es seguridad y la calle es peligro, optando por una vida en la que sobrevivir y no una vida en la que vivir", argumenta Andrea Vega.
SOLO SON REACCIONES EMOCIONALES
Tras lo anterior y a pesar de la expresión asumida para facilitar la comprensión, esta psicóloga madrileña indica que es importante ser conscientes que las emociones son "sólo emociones", no tienen esa capacidad de asumir los mandos, sino que es la propia persona la que "le cede" los mismos.
Por otro lado y relacionado a lo explicado previamente, se ha dado lugar a una generalización de estímulos en lo que respecta al miedo, es decir: ya no sólo se teme contraer o no la enfermedad, se teme un sinfín de situaciones, cosas o personas que de un modo u otro se han asociado al contagio.
"Dicha vinculación se ha producido a raíz del propio confinamiento: la medida que nos ha mantenido a salvo en lo que respecta a la Covid-19, ha sido a su vez aquello que ha hecho detonar reacciones emocionales adversas a nivel psicológico", señala Vega Seoáñez.
"Para ser más exactos, el confinamiento ha servido de escudo a estímulos que previamente generaban ciertas reacciones de estrés y malestar a algunas personas, entre otras, el contacto social o los medios de transporte. Al haber experimentado en primera persona la disminución de estas respuestas desagradables en un determinado contexto con numerosas limitaciones y carente de diversa estimulación, se ha encontrado un estilo de vida más "cómodo" en el que las emociones desagradables y el esfuerzo por continuar adelante no tienen cabida", concluye esta psicóloga de El Prado Psicólogos.