El uso de mascarillas y el frecuente lavado de manos se han erigido como dos de los grandes aliados a la hora de frenar la expansión del SARS-CoV-2. Su papel, junto a otras intervenciones no farmacológicas como la distancia de seguridad o asegurar la correcta ventilación de los espacios, no solo ha sido fundamental a la hora de evitar contagios, sino que han reducido de forma simultánea la incidencia de otras enfermedades respiratoriascomo es el caso de la gripe.
En este contexto la Universidad de West London (UWL) y la Universidad Royal Holloway de Londres han realizado un estudio sobre cómo el mantenimiento de algunas de estas medidas y el refuerzo de la concienciación social sobre su importancia ayudaría a abordar la que cada vez más expertos ya consideran la siguiente pandemia: la resistencia antimicrobiana.
Los responsables de la investigación han analizado datos globales relativos a la prevalencia de la resistencia a los antimicrobianos (RAM) en áreas urbanas, cuyo incremento amenaza peligrosamente el papel de los antibióticos. De acuerdo a las estimaciones, en caso de no adoptar medidas urgentes, para 2050 se espera que más de 10 millones de personas en todo el mundo mueran cada año como consecuencia de la falta de eficacia de los antibióticos.
“No es de extrañar que en entornos públicos superpoblados, las bacterias resistentes a los antimicrobianos se transmitan directamente a través del aire, contacto directo o a través de los alimentos”
Más allá de entornos como el sanitario o las aguas residuales, se ha realizado muy poca vigilancia sobre la presencia de bacterias resistentes en otros espacios. Y estas se están extendiendo. Environment International publicaba recientemente un informe centrado en identificar la prevalencia y vigilancia de las bacterias a nivel global. A través de este destacan los beneficios de la utilización de la tecnología para monitorizar la propagación de la RAM, mediante el diseño de espacios urbanos teniendo en cuenta la salud pública, a través del diseño, por ejemplo, de medios de transporte más higiénicos.
Este tipo de medidas, sumadas a algunas llegadas con la Covid-19 como es el frecuente lavado de manos, contribuirían a reducir drásticamente la transmisión de la RAM y otras enfermedades infecciosas. “El control de las infecciones es increíblemente importante, especialmente en una pandemia, y debemos poder proporcionar medidas de higiene adecuadas para evitar la transmisión ya sea de virus o de bacterias”, declara Hermine Mkrtchyan, profesora de Microbiología en la UWL e investigadora principal del estudio,
“Sabemos, tal y como se vivió con la Covid-19, que los riesgos de transmisión aumentan cuando las superficies no se desinfectan con regularidad y se tocan varias veces al día, especialmente en personas con una mala higiene de manos”, añade. En este sentido advierte de que “no es de extrañar que en entornos públicos superpoblados, las bacterias resistentes a los antimicrobianos se transmitan directamente a través del aire, contacto directo o a través de los alimentos”.
“El distanciamiento social a largo plazo podría contribuir en gran medida a lograr un cambio duradero y es increíble lo fácil que se puede adoptar. Además, con datos más sólidos, podemos monitorizar la necesidad de intervenciones de medidas de higiene más específicas y duraderas, como la introducción permanente de la desinfección de manos en el transporte público o zonas muy concurridas”, propone concluyendo que ·nos enfrentamos a una grave amenaza y cuanto más podamos aprender y adaptarnos a la experiencia que hemos vivido en la pandemia, más fácilmente podremos lograr un cambio duradero que salve vidas”.