Todas y cada una de las vacunas contra la Covid-19 que han recibido la autorización por parte de los organismos reguladores pertinentes, han demostrado su seguridad y eficacia. Al igual que sucede con el resto de vacunas que componen nuestros calendarios vacunales, la administración de los sueros puede provocar una serie de efectos secundarios que, en la mayoría de las ocasiones, son de carácter leve y transitorios, desapareciendo en pocos días tras la inoculación.
Desde el inicio de la campaña de vacunación masiva contra la Covid-19 en España la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) ha realizado una estrecha labor de farmacovigilancia focalizada en el desempeño de los sueros autorizados en el mundo real. El decimotercer informe publicado por la Aemps en este sentido comunica un total de 60.030 notificaciones de acontecimientos adversos tras la vacunación contra la Covid-19 en nuestro país hasta el pasado 6 de febrero. Una cifra que se traduce en 62 notificaciones por cada 100.000 dosis administradas.
La mayoría de las notificaciones corresponden a mujeres (74%) y a personas de entre 18 y 65 años (87%). Sobre estos datos cabe señalar que un acontecimiento adverso es cualquier problema de salud que ocurre después de la vacunación, sin que necesariamente tenga que estar ocasionado por la vacuna.
Sobre el aumento de las linfadenopatías tras la administración de los refuerzos de las vacunas contra la Covid-19 la Aemps informa de que “está en consonancia con lo observado en los ensayos clínicos”
Aclarado este concepto es el momento de poner el foco en el aumento de las linfadenopatías que se han observado tras la inoculación de la dosis de refuerzo.
Una linfadenopatía (también denominada “adenopatía”) es el término empleado para referirse a la inflamación de los ganglios linfáticos o glándulas que están presentes en el cuello, axilas, ingles, pecho y abdomen. Su función es actuar como filtros para el líquido linfático a medida que fluye por todo nuestro cuerpo atrapando bacterias, virus y otros agentes causantes de enfermedades. La linfadenopatía puede afectar a un área concreta o producirse la inflamación de todos los ganglios del cuerpo. La evidencia indica que el sitio en el que se producen con mayor frecuencia las linfadenopatías es el cuello.
Los expertos dejan claro que si se produce una inflamación de los ganglios tras la inoculación de la vacuna contra la Covid-19, es completamente normal y no es síntoma de ninguna alarma. La Aemps recuerda que se trata de un fenómeno leve y transitorio que desaparece por sí solo
Sobre el aumento de las linfadenopatías tras la administración de los refuerzos de las vacunas contra la Covid-19 la Aemps informa de que “está en consonancia con lo observado en los ensayos clínicos”. En estos se establece una incidencia de linfadenopatías del 5,2% en los pacientes a los que se les administró un refuerzo, en comparación con el 0,4% de los que solo completaron la pauta de vacunación primaria. La posibilidad de desarrollar linfadenopatías tras la administración de las vacunas de ARNm (Pfizer/BioNTech y Moderna) se contempla en sus fichas técnicas.
Atendiendo a los datos vemos que de las 282 notificaciones de acontecimientos adversos tras la administración de la vacuna de Pfizer/BioNTech como refuerzo, 62 (22%) corresponden con linfadenopatías. En el caso del uso de la vacuna de Moderna como refuerzo, de las 502 notificaciones de acontecimientos adversos, 80 (16%) correspondieron con linfadenopatías.
Las linfadenopatías también aparecen como acontecimiento adverso notificado en la vacunación pediátrica. De los 136 comunicados hasta el pasado 6 de febrero, 15 (11%) correspondieron con linfadenopatías.
En cuanto a la vacunación con Pfizer/BioNTech en mayores de 12 años de las 33.253 notificaciones de eventos adversos, 2.279 (7%) son linfadenopatías. En el caso de Moderna, de las 11.779 notificaciones, 682 corresponden a linfadenopatías (6%).
Los expertos dejan claro que si se produce una inflamación de los ganglios tras la inoculación de la vacuna contra la Covid-19, es completamente normal y no es síntoma de ninguna alarma. La Aemps recuerda que se trata de un fenómeno leve y transitorio que desaparece por sí solo. De forma habitual puede prescribirse un tratamiento en caso de síntomas basado en analgésicos y antiinflamatorios.