Lecciones del ébola para combatir al SARS-CoV-2

La batalla simultánea en la República Democrática del Congo contra el ébola y brotes de sarampión, muestran los peligros del debilitamiento de los sistemas sanitarios como consecuencia de la lucha contra el SARS-CoV-2.

La colaboración internacional permite una mejor respuesta a las emergencias sanitarias (Foto. Project Syndicate)
La colaboración internacional permite una mejor respuesta a las emergencias sanitarias (Foto. Project Syndicate)
CS
3 abril 2020 | 11:45 h

El próximo 12 de abril la República Democrática del Congo registrará 42 días desde que su último ciudadano infectado por ébola recibió el alta hospitalaria. Un hito en la historia del país africano.

Esta fecha tiene un doble significado. El primero, ha referencia al doble periodo máximo de incubación del virus (21 días) establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) una vez ha finalizado el brote. El segundo hito, tiene como protagonistas a los profesionales sanitarios, algunos de los cuales han perdido la vida en la batalla contra el ébola, que conseguirían vencer a un virus que ha causado estragos entre las naciones africanas.

Un éxito que se ha visto empañado ante el hecho de que, mientras se continúa librando la lucha contra el ébola, aproximadamente el doble de personas han fallecido como consecuencia de un brote de sarampión prevenible.

Y aquí radica la lección que debemos aprender de la República Democrática del Congo: las políticas y medidas que actualmente combaten la pandemia contra el SARS-CoV-2 tienen que hacer todo lo que esté en su mano para evitar que los sistemas sanitarios saturados se debiliten y puedan continuar haciendo frente a otras amenazas sanitarias.

El país africano ha experimentado numerosas dificultadas para combatir el ébola y el sarampión debido a la guerra civil. El escenario bélico ha dificultado notablemente los esfuerzos sanitarios para inmunizar a la población ante enfermedades prevenibles.

Las políticas y medidas que actualmente combaten la pandemia contra el SARS-CoV-2 tienen que hacer todo lo que esté en su mano para evitar que los sistemas sanitarios saturados se debiliten

El avance del nuevo coronavirus en los países subdesarrollados o en vías de desarrollo puede que esté siendo más lento que en los grandes focos orientales y occidentales. Pero no debemos dejarnos engañar pensando que climas más cálidos y perfiles poblaciones más jóvenes reducirán el impacto de la pandemia ya que, en caso de brotes descontrolados, las consecuencias serán nefastas en comparación con países como China, España, Italia o Estados Unidos.

Pero el continente africano cuenta con un as. La lucha constante contra amenazas para la salud de forma simultánea ha dejado numerosas lecciones para prevenir el fatídico escenario.

LAS LECCIONES DEL ÉBOLA

El primer objetivo que debe tenerse claro es la priorización del mantenimiento de los programas de inmunización ya existentes. Para todas las enfermedades prevenibles para las que existan vacunas, tenemos que estar preparados para mantener la inmunidad de la población y evitar luchas innecesarias cuando todos los recursos ya se están destinando a la COVID-19.

Motivo por el que varias organizaciones internacionales como la Alianza de Vacunas, ya han destinado fondos de entre 200 y 300 millones de dólares para ayudar a los sistemas de salud más pobres del mundo a intensificar las actividades de vigilancia, inversión en pruebas, protección de los equipos sanitarios y capacitación de los trabajadores de la salud, según explica su presidenta, Ngozi Okonjo-Iweala, además exministra de Finanzas de Nigeria.

Intensificar las actividades de vigilancia, inversión en pruebas, protección de los equipos sanitarios y capacitación de los trabajadores de la salud

“El distanciamiento social ralentizará la propagación del SARS-CoV-2 pero no servirá para ganar la guerra. Nuestra mejor esperanza es encontrar una vacuna”, expresa. Indica que, a pesar de que se cuentan con varias candidatas, “no debemos cometer los errores del pasado”.

“Debemos asegurarnos de que cuando se descubra una vacuna realmente efectiva, esta sea accesible para cualquier persona que la necesite y no solo para los ricos y afortunados”.

“Es posible que los países más pobres de África y otras regiones no puedan lidiar con las consecuencias sanitarias y económicas de esta pandemia por sí solos. El esfuerzo global es está en marcha y es esencial porque la COVID-19 no conoce fronteras y ningún país estará seguro hasta que todas las naciones lo estén”, expresa.

“Todavía no estamos cerca del final de la crisis. Debemos utilizar el tiempo precioso que tenemos para reforzar los sistemas de salud y las economías más débiles. Pero apuntalar nuestras defensas no es suficiente. Debemos iniciar la ofensiva haciendo del desarrollo y distribución de la futurible vacuna nuestra máxima prioridad”, concluye.

Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.
Lo más leído