Es, probablemente, uno de los mayores expertos en salud del país debido a su extensa experiencia, tanto a nivel profesional como político. Conoce el Ministerio de Sanidad por dentro y sabe cómo es el trabajo con las comunidades autónomas tras haber sido director general de Farmacia (2004-2005) y secretario general de Sanidad (2005-2011). Además, ha vivido la experiencia política defendiendo las iniciativas del PSOE en materia sanitaria y buscando los acuerdos con otros partidos desde el Congreso (2011-2016) y posteriormente en el Senado (2016-2019). Esta veteranía le convierte, sin duda, en una de las voces con más criterio durante la crisis sanitaria que asola a España y al mundo por la pandemia del coronavirus. En una entrevista para ConSalud.es, el granadino José Martínez Olmos analiza la respuesta dada y aconseja cómo se ha de actuar en próximas etapas.
Al Gobierno le llueven las críticas de quienes consideran que ha llegado tarde en muchas cuestiones. Al margen de la cuestión política, ¿cree que el SNS estaba preparado para una pandemia de este calibre?
De forma general, se puede decir que todos los países se han visto desbordados ante las previsiones iniciales. No hay más que ver cómo está la situación en Italia, el Reino Unido, España, Francia o Estados Unidos. Es una pandemia que ha sido muy complicada de prever. De hecho en España, desde que comienzan las primeras noticias y los primeros planteamientos que traslada la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta el momento de la declaración del Estado de alarma el 14 de marzo, la respuesta que el SNS dio a la situación se acordó en las sucesivas reuniones del Consejo Interterritorial. Allí, de manera unánime, las autoridades nos trasladaban una respuesta con relativa preocupación, y planteamientos con garantías de que podían asumir lo que pudiera venir. Todos los consejeros sanitarios y el ministro planteaban, supongo, lo que les indicaban los funcionarios de Salud Pública en cada una de las comunidades autónomas.
"No hay ningún sistema sanitario en el mundo que esté preparado para una pandemia. Los criterios de planificación de éstos son para situaciones de normalidad y para asumir eventuales epidemias como la gripe"
En cuanto al propio SNS, la OCDE ha publicado un informe sobre cómo cada sistema sanitario se ha enfrentado a la crisis en función de sus carencias. España, por ejemplo, estaba mal en número de profesionales y en camas UCI. ¿Explica esto que haya países que han respondido mejor y otros peor?
Esos planteamientos no me sirven porque no hay ningún sistema sanitario en el mundo que esté preparado para una pandemia. Los criterios de planificación de estos sistemas son para dotación de recursos humanos, de camas hospitalarias o centros de salud para situaciones de normalidad y para asumir las eventuales epidemias que habitualmente se producen como la de la gripe estacional, etc. Ningún sistema planifica ni el número de recursos humanos, la cualificación, ni el número de UCI para una pandemia porque no es lo habitual.
Entonces, no estaría de acuerdo en la comparación entre países por sus recursos sanitarios ¿no?
La comparación de cómo lo está haciendo un país y otro en el caso de la pandemia, requiere que ésta finalice. Comprendo que se haga, pero tiene que acabar porque ni está todo el impacto resuelto, ni es conocido en su totalidad, ni sabemos las claves de cómo ha organizado cada país su respuesta. A esta historia le quedan aún muchos capítulos por ver hasta que acabemos realmente con esta situación, bien sea porque a disposición una vacuna o porque se termine infectando la mayor parte de la población y se genere alguna inmunidad de rebaño si es que la genera. Pero, sinceramente, si los criterios de comparación para ver quién lo ha hecho mejor o no es el número de UCI y de profesionales que tenía, es muy aleatorio. Porque ningún sistema se ha preparado en su planificación para una pandemia.
"No tiene por qué haber test para todo el mundo. Donde hay que hacer esa búsqueda de forma intensa es en los posibles casos positivos asintomáticos"
Por otra parte, la directora de Salud Pública de la OMS, María Neira, ha planteado que hay factores que han podido influir en la mayor mortalidad en algunos países. Cita la edad de la población, el tabaquismo, la dieta o la contaminación. ¿También se puede explicar así?
En cuanto a las personas que han fallecido, los perfiles de edad y los grupos de riesgo son parecidos en todos los países. Otra cuestión es la cantidad de personas que han fallecido. Aquí de nuevo queda pendiente hacer un análisis con más datos y tranquilidad. Primero tenemos que compartir información entre países, porque es un virus nuevo y hay que saber exactamente cómo ha influido. Además, ningún país sabe exactamente cuántas personas han sido afectadas. Es una enfermedad que una de las características que le han hecho más dañinas es que un porcentaje de personas infectadas son asintomáticas, que no pueden detectar la enfermedad ni acudir a los centros de salud a pedir ayuda, por lo que no se pueden registrar. Y algunos de los que son sintomáticos han sido leves. Incluso, la coincidencia de la enfermedad con el periodo de gripe estacional, nos da testimonios de médicos que dicen que seguramente han diagnosticado de gripe algún caso de coronavirus en los primeros momentos cuando desconocíamos las cosas que ahora conocemos.
De esta forma, ningún país sabe exactamente la incidencia de la enfermedad para ponerlo en un denominador y decir: hemos tenido un número x de fallecidos, por un número x de afectados, dando una tasa de letalidad que es x. Por eso se están haciendo estudios de seroprevalencia en diferentes lugares del mundo, porque es la única manera de aproximarnos a la incidencia real de casos. Así que, una cuestión sería saber qué factores han influido en la letalidad - básicamente parece que los factores que influyen es la edad, el género masculino y las patologías - y otra sería decir que un país u otro ha tenido más mortalidad, pero nos faltan datos para comprobarlo.
Entonces, ¿harían falta más estudios como el que se está haciendo? Y junto a los test, ¿qué más se podría hacer?
Sin duda hacen falta más estudios. Por otra parte, no tiene por qué haber test para todo el mundo. El enfoque de los test es un planteamiento de diagnóstico por el que debe priorizarse en población vulnerable, como profesionales sanitarios, las personas mayores en residencias y otros grupos poblacionales que tengan más riesgo. Donde hay que hacer esa búsqueda es en los posibles casos positivos asintomáticos. Si hiciera test a toda la población, hoy puede salir un porcentaje de gente negativo al Covid pero dentro de un rato se han podido contagiar, por lo tanto tendría que estar haciendo test continuamente al 100 % de la población si quisiera saber cómo va evolucionando su situación clínica. Por eso, la recomendación de los organismos técnicos que se hace de forma general es hacer test de manera intensa en población vulnerable para hacer esa estrategia de búsqueda precoz que ahora procede en la fase de desescalada.
“Ahora hacen falta decisiones para disminuir la posibilidad de contagio que afectan a las libertades y no tienen más soporte jurídico eficaz que el Estado de alarma. La Ley de Salud Pública no tiene paraguas suficiente para esta intensidad"
¿Cree que se debe seguir prorrogando el Estado de alarma? Algunas CC.AA. plantean ya que no es necesario y que basta con implementarse la Ley General de Salud Pública de 1986 y su modificación de 2011?
Estamos todavía en una situación de pandemia en el mundo y ningún país está libre de la transmisión comunitaria. En España, aún tenemos una cierta infección comunitaria y a través de la encuesta de seroprevalencia podremos confirmar dentro de unos días qué porcentaje de la población es susceptible por no haber sido afectada todavía por el coronavirus, aunque se puede presuponer que habrá un altísimo porcentaje de población española que aún no ha entrado en contacto con el virus. Entonces, la hipótesis con la que hoy deberíamos trabajar es que, al habernos confinado de una manera masiva la mayor parte de la población, es previsible que un porcentaje muy alto no tenga aún inmunidad.
José Martínez Olmos durante su etapa como secretario general de Sanidad con Trinidad Jiménez como ministra (Foto: PSOE)
A día de hoy, el virus circula y la población susceptible de infectarse puede ser numerosa. Por lo tanto, el riesgo de infectarse existe y en la desescalada, la vuelta a la normalidad requiere cautela y obligaciones que pueden afectar a las libertades individuales y colectivas. Hacen falta decisiones para disminuir la posibilidad de contagio afectan a las libertades, como la del uso obligatorio de las mascarillas, la de abrir parcialmente los bares o poner horas para salir a la calle. Estos asuntos no tienen más soporte jurídico eficaz que la declaración del Estado de alarma. No es una cuestión política, aunque ahora haya un debate sobre ello, se trata de la seguridad jurídica para las personas y la sociedad. Requiere decisiones de restricción de libertades que no se pueden hacer con la Ley de Salud Pública. No tiene paraguas suficiente para esta intensidad de decisiones que pueden ser necesarias. Incluso si mañana se produce un rebrote, porque no haya habido un comportamiento adecuado de los ciudadanos o el virus haya tenido mutaciones, las decisiones que se tomaran para volver a atrás en cuanto a confinamiento requieren el Estado de alarma. Por lo tanto, estamos en un debate político que perjudica a la gente si terminara con la decisión de no prorrogarlo.
"Muchas CC.AA. quieren ir deprisa. Pero hay que ir con pies de plomo, medir los pasos y procurar no tirar por la borda el esfuerzo que está haciendo el conjunto de la sociedad española"
¿Aprueba el plan de desescalada presentado por el Gobierno? ¿Cree que se está yendo muy rápido o que se podría incidir en otros aspectos?
Creo que deprisa quieren ir muchas comunidades autónomas. Llevamos unos días asistiendo a una especie de carrera. El Gobierno ha hecho un planteamiento que va por fases, de forma gradual como recomienda la OMS, el Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC) y lo hacemos los expertos. Hay que ir con pies de plomo. Y para pasar de una fase a otra, aunque propone posibles flechas, requiere una autorización. La vigencia de una fase dura mínimo dos semanas para ver si hay un efecto en el incremento de contagios que pudiera ser inasumible y hay una evaluación después de ese tiempo en la que, cumpliendo los criterios, permitirá pasar de fase. De esta manera no se va rápido si se hace así. Comprendo la prisa y la necesidad de volver a la normalidad, pero estamos todavía en una situación de pandemia y en la fase de desescalada. Por eso hay que medir los pasos y procurar no tirar por la borda el esfuerzo que está haciendo el conjunto de la sociedad española, especialmente en el ámbito de la economía porque este patrón nos va a perjudicar a todos, como es lógico.
Desde Sanidad insisten también en que no debe ser una carrera entre territorios. ¿Cómo se evita eso?
Una cosa es que las comunidades autónomas pidan, y en ese sentido se esté produciendo esa demanda y esas carreras, pero otra es que las decisiones se adopten con criterios de base epidemiológica y científicos, que es lo que le corresponde hacer al Gobierno. Claro que puede haber asimetría en que en una región u otra puede haber diferentes niveles o fases de aplicación del plan, pero tienen que estar basadas en la situación epidemiológica. La forma de hacerlo es con la aplicación del plan, la responsabilidad del mando único y dandole la mayor transparencia posible a los indicadores que justifican pasar de una fase a otra.
A nivel social, y con el hecho de que se está aliviando el confinamiento, ¿teme que los ciudadanos pierdan el respeto al virus? ¿habrá menos responsabilidad?
Espero que no. Creo que el comportamiento general de la sociedad española es ejemplar y el grado de conciencia del problema que tenemos entre nosotros es altísimo. Habrá que seguir insistiendo en los mensajes, dando una información veraz y pidiendo la colaboración ciudadana. Si se produce de manera puntual algún incumplimiento, lógicamente eso apela a las autoridades locales que tienen que hacer vigilancia de los requisitos que se estén dando. Pero yo espero bastante de la sociedad española, porque somos conscientes de que tenemos un enemigo muy jodido que es el coronavirus.
"No es aceptable que la Ley General de Salud Pública de 2011 no se haya desarrollado desde que se aprobó, en cuestiones como la creación de un centro estatal que hubiese construido un dispositivo de distancia epidemiológica con indicadores comunes"
En el Congreso se va a plantear una Comisión de Reconstrucción Social y Económica que incluye entre sus propuestas el refuerzo de la sanidad pública. ¿Qué espera de ella? Si estuviera en dicho debate, ¿qué propondría?
Creo que es una buena oportunidad para buscar un consenso que es imprescindible a la hora de reconstruir los daños que el virus ha hecho en la economía, en el sistema sanitario y en el social. Incluso para responder a desafíos que ya teníamos antes, como los elementos de sostenibilidad de la cohesión del SNS, la culminación sociosanitaria, etc. Espero que la Comisión trabaje para generar un Pacto de Estado, un acuerdo amplio que nos permita afrontar las diferentes medidas. Por ello, le doy todo el margen de confianza a toda la cámara de representantes políticos porque tienen una responsabilidad grande con respecto al país.
Y para que España se enfrente con garantías a nuevos rebrotes u otras pandemias, ¿qué debe blindarse?
Si nos referimos únicamente al asunto de Salud Pública y previsión de situaciones de alerta sanitaria global y de pandemia, se trata de una reflexión. Si hablamos de cómo tiene que ser el sistema, eso otra cosa. Para la primera cuestión, de cómo reforzar mejor nuestro sistema sanitario, primero hay que trabajar en esa reserva estratégica para tener prevención, disponibilidad de material de protección e incremento de UCI, aplicado a enfermedades que pueden ser transmisibles de naturaleza como las que hemos vivido: gripe A o coronavirus. Esto debe hacerse de forma coordinada con la UE, con criterios que pueda plantear la OMS y con consenso. En ese sentido hay que hacer una inversión en prevención.
Pero esto no nos va a evitar los impactos de una pandemia como la que hemos vivido. Nos puede mitigar mucho, pero no al 100 %. Lo más importante es que hay que fortalecer las unidades y dispositivos de Salud Pública. No es aceptable que la Ley General de 2011 no se haya desarrollado desde que se aprobó por unanimidad, en cuestiones como la elaboración de una estrategia de Salud Pública nacional o la creación de un centro estatal de Salud Pública que hubiese construido en estos ocho años un dispositivo de distancia epidemiológica con indicadores comunes. Hemos visto ahora que ha habido que construirlo deprisa, con relativa insuficiencia. Es fundamental incluso fortalecerlo con dotación de recursos humanos en el Ministerio de Sanidad, que desde el año 2012 al 2018 perdió 1.200 funcionarios. Hay que reforzar con funcionarios, con tecnología y con recursos para hacer esa vigilancia epidemiológica y la protección a la salud para dar respuestas cuando vengan pandemia o alertas sanitarias globales, sean de naturaleza infecciosa, por problemas alimentarios o de cambio climático.