Se hizo viral al principio de la campaña de vacunación sacando una risa a todos con su original forma de informar sobre las vacunas en el Wanda: “Es cierto que los trombos pueden darse, pero es más probable que te toque la lotería, y si te toca… bueno, recuerda mi cara”. Ahora Jorge Prieto, un joven enfermero de emergencias de Summa 112, ha vuelto a los focos pero por un mensaje menos optimista: “El Covid ya no existe de cara a la sociedad. Y los sanitarios ya tenemos buenas condiciones y mejores salarios. Porque esto de la pandemia ya pasó […] Lástima, pena y rabia”.
Hablamos con él cuando parece que la quinta ola se va estabilizando muy poco a poco. Nos concede una entrevista telefónica desde su ambulancia, mientras él y su compañero vuelven a Madrid para hacer una guardia. Continúa con una actitud positiva y optimista, y defendiendo que no hay mejor forma de llegar a la gente que el humor. “Pero ver que todo se repite sumado al cansancio que tenemos, hace que a veces los mensajes que mandamos no sean tan optimistas”, reconoce.
Antes de nada, ¿cómo te encuentras tras este año y medio?
De ánimo estoy bien porque intento tener una actitud bastante positiva, pero es verdad que ver que está todo volviendo otra vez no es fácil. Regresamos a marzo, sin una situación tan mala eso es cierto, pero entonces no sabíamos lo que se nos venía encima y ahora sí, esto no nos pilla de nuevas pero nos repetimos. Además, ahora hay mucho cansancio y eso complica todo mucho.
Hasta ahora, yo llevaba dos meses sin atender un aviso de una persona con patología Covid. Pero ahora ha pegado un repunte… Hemos vuelto a ponernos el EPI
¿Qué ha cambiado desde el inicio de la pandemia?
La principal diferencia es que ahora conocemos cómo es el virus, sus síntomas, a lo que puede llegar. Hablamos de un virus bastante traicionero, hay personas que les afecta mucho, a otras menos. Ahora ya sabemos la capacidad espectacular de contagio que tiene, y eso era algo que no sabíamos en marzo. En ese momento íbamos casi a pecho descubierto, y entonces podíamos con todo, teníamos fuerza porque pensábamos también que tenía un final. Pero ahora sabemos que ese final era más lejano, y esta quinta ola nos pilla con las fuerzas un poco más mermadas, más cansados, y eso también nos afecta más.
También ha cambiado el perfil de pacientes Covid que lleváis en la ambulancia, ¿no?
Sí, esto es como todas las olas que hemos ido viendo. En la primera ola todo era gente con dificultades respiratorias secundarias al covid-19, con neumonías bilaterales, luego se relajó. Hasta ahora, yo llevaba dos meses sin atender un aviso de una persona con patología Covid, porque tenían síntomas muy leves y hacían cuarentena en casa. Pero ahora ha pegado un repunte y estamos volviendo a personas con síntomas, aunque leves y moderados, que requieren de la ambulancia. Hemos vuelto a ponernos el Equipo de Protección Individual (EPI), y, claro, así recordamos todo lo ocurrido en marzo.
¿Qué puedes contar ahora de tu discurso en el Wanda?
Lo hacíamos antes de que se hiciera viral, en un momento muy crítico para la vacunación, era el momento de Astrazeneca, de los trombos. Por eso era necesario enviar esa información, y mejor con humor, porque con humor se llega a todas partes. Era necesario animar a la gente a vacunarse, para nosotros las vacunas fueron la puerta de la esperanza.
“Ver que cierto ámbito de la población se ha ido relajando poco a poco te indigna o te frustra un poco porque dices: ‘Vale estoy trabajando, pero ¿mi trabajo vale para algo?’”
¿Y de la esperanza a la indignación al ver que con las vacunas nos relajamos con las medidas?
Es verdad que llevamos año y medio de esto, que la gente se cansa de la mascarilla, la distancia social, y con la vacuna parece que todo esto acabó. Ver que cierto ámbito de la población se ha ido relajando poco a poco te indigna o te frustra un poco porque dices: “Vale estoy trabajando, pero ¿mi trabajo vale para algo?, el de mis compañeros ¿ha servido para algo?”… Pero también creo que tenemos que pensar que la gran mayoría de la población está cumpliendo con las medidas, y hay que poner el foco en ellos.
¿Qué mensaje darías tanto a los que cumplen como a los que no cumplen?
A los que no cumplen les daría toda la información que hubiera: que esto sigue, que la vacuna no impide el contagio, que tenemos que seguir con la mascarilla y las medidas de seguridad a pesar del calor o de las ganas de salir. Es cierto que tenemos que seguir viviendo, pero hay que hacerlo con cabeza.
Y a la gente que cumple darles las gracias de todo corazón porque ellos son unos verdaderos héroes. Si todos cumpliésemos esto acabaría antes.
¿Cuál es el momento de la pandemia que más recuerdas?
Siempre cuento la misma historia, porque me impactó mucho. Fue en la UCI, ingresó una mujer de la edad de mi madre y que me cogió de la mano. Respiraba muy alterada y sabía que la íbamos a tener que intubar. Me dijo que le dijera a su marido y sus hijos que los quería mucho, y yo le dije: “No se preocupe que se lo va a decir usted”. Con los ojos llenos de lágrimas me dijo que no prometiera cosas que no podía cumplir, pero que sí prometiera lo que pudiera cumplir como que yo iba dar su mensaje. Y eso me emocionó mucho.
(Todavía su voz se rompe al contarlo) ¿Cómo ves esa historia ahora?
Pues tuvo un final feliz, porque después de dos semanas en la UCI ella misma pudo decirles a su marido e hijos que les quería. Pero, para mí es triste, me hubiera gustado que lo hubiera visto toda la gente, porque para mí visibiliza lo que vivimos día a día y haría que la gente fuera más consciente.
“Ahora yo creo que se ha olvidado un poco todo, y quien olvida su historia está condenado a repetirla”
¿Echas de menos el apoyo que hubo a los sanitarios?
Yo creo que el apoyo a los sanitarios nunca ha existido del todo, hemos tenido siempre faltas de respeto. Antes íbamos al hospital y veíamos carteles con frases como “las agresiones a sanitarios serán juzgadas por la vía penal”. Pero sí que cuando estamos en situación de crisis, de emergencia social y sanitaria pues la población se vuelca con nosotros, y ahora yo creo que se ha olvidado un poco todo, y quien olvida su historia está condenado a repetirla. Creo que este apoyo se ha visto disminuido.
¿Cómo esperas que sean los próximos meses?
Pues pediría que se nos reconozca nuestro trabajo, que es vital, y el reconocimiento no solo es la palmadita en la espalda. Es también unas mejores condiciones laborales y mejores salarios. Sería algo maravilloso.
Y, ¿veremos de nuevo el humor en tus mensajes?
El mensaje del otro día es verdad que fue un poco de indignación, pero sigo creyendo que el humor y el optimismo llegan mejor. A partir de ahora intentaré volver a esa senda de optimismo, alegría y humor, pese a la situación, para intentar volver a llegar a la población.