En los últimos días hemos sido testigos de cómo un término conseguía superar en su uso al coronavirus. Se trata del toque de queda en el que se ha centrado el debate político en las últimas horas. Varios países europeos han apostado ya por esta medida como una herramienta para doblegar la curva de contagios ante la segunda ola que ya se extiende por Europa. En el caso de España ha sido el Gobierno de la Comunidad de Madrid el que ha puesto esta medida sobre la mesa, uno de los temas principales en el último Consejo Interterritorial.
El establecimiento del toque de queda requiere de la declaración de un Estado de Alarma por parte del Gobierno de la nación. “Se ha planteado el toque de queda. Si vamos por aquí, necesitamos el Estado de Alarma y necesito saber quién estaría dispuesto a apoyarlo”, ha expresado recientemente el ministro de Sanidad, Salvador Illa. Si atendemos a las primeras reacciones, lo cierto es que la mayoría de las comunidades autónomas ven con buenos ojos esta posibilidad siempre y cuando se sigan criterios comunes en todos los territorios del país.
El debate está servido, pero, ¿realmente estamos ante una medida eficaz? ¿Puede el toque de queda frenar la preocupante incidencia que se reporta día tras días en muchas zonas de España? Para analizar la eficacia y consecuencias de esta medida en ConSalud.es hemos entrevistado al doctor Jesús Molina Cabrillana de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (Sempsph).
“El toque de queda es una medida de confinamiento limitada a una franja horaria. Posiblemente sea efectivo porque va a intentar limitar la movilidad y las interacciones sociales, pero no deja de ser una medida paliativa”, comienza la entrevista. Explica que “no gusta mucho entre los médicos preventivistas”, ya que se trata de una medida que se aplica “cuando no quedan otras vías o no se han hecho otras cosas que podrían haber sido más efectivas desde el punto de vista de la prevención”.
“Hasta el momento, lo que realmente ha funcionado ha sido el confinamiento estricto, pero todos sabemos las consecuencias económicas y psicológicas que conlleva. El toque de queda se posiciona aquí como algo intermedio, pero siempre con refuerzo de todas las medidas que ya se vienen aplicando”
En términos de eficacia, el doctor destaca que el toque de queda será más efectivo “cuanto menor sea la incidencia de la zona en la que se aplica”. “En áreas con mucha transmisión del virus, realmente lo que aplicaría sería un confinamiento estricto y un toque de queda que estaría limitado a ciertas horas”.
“Como medida de salud pública y de control de la transmisión sí puede ser efectiva siempre en el contexto de un conjunto de medidas más amplias”, expone como la opinión generalizada entre los epidemiólogos.
"Se trata de una medida que se aplica “cuando no quedan otras vías o no se han hecho otras cosas que podrían haber sido más efectivas desde el punto de vista de la prevención”
En este sentido considera que es necesario un refuerzo real de la Atención Primaria y de los rastreadores “ya que esto no se hizo en verano y se tenía que haber hecho”. “Es fácil hablar a toro pasado, pero si algo estamos aprendiendo es que el virus tiene más formas de diseminarse de las que pensábamos en un principio y es muy difícil de controlar”, siendo los asintomáticos y presasintomáticos uno de los principales vehículos de transmisión del SARS-CoV-2.
“Hasta el momento, lo que realmente ha funcionado ha sido el confinamiento estricto, pero todos sabemos las consecuencias económicas y psicológicas que conlleva. El toque de queda se posiciona aquí como algo intermedio, pero siempre con refuerzo de todas las medidas que ya se vienen aplicando”, ha aseverado.
“Me gustaría insistir en que, las medidas, cuanto más precoces mejor. Si esperamos a tener incidencias de 500 casos es muy tarde”, ha concluido la entrevista.