España se encuentra inmersa en una quinta ola de la pandemia que difiere en varios aspectos de las anteriores. A pesar de que los incrementos diarios de infecciones son alarmantes, por el momento parece que no se están traduciendo en un incremento de la presión asistencial gracias al avance de la Estrategia Nacional de Vacunación y al hecho de que los principales focos de infección se encuentran actualmente entre los grupos poblacionales más jóvenes. Estos, de acuerdo a la evidencia científica, cursan por norma general la enfermedad de forma leve o asintomática pero no pueden descartarse los casos graves y los ingresos hospitalarios a medida que el virus continuando ampliando su circulación.
En este contexto y, a pesar de que hace ya más de año y medio que el SARS-CoV-2 llegó a nuestras vidas, conviene recordar algunas cuestiones importantes sobre el virus, sus síntomas y la prevención. Aunque el porcentaje de inmunizados aumente día tras día es necesario recalcar que las vacunas no previenen la infección. Su labor fundamental es preparar a nuestro sistema inmune para que sea capaz de enfrentarse a la COVID-19 y que la enfermedad se curse de la forma más leve posible en caso de infección.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) explica que “la COVID-19 afecta a diferentes personas de diferentes maneras”. En este sentido indica que “la mayoría de las personas infectadas desarrollarán una enfermedad leve a moderada y se recuperarán sin hospitalización”.
Entre los principales síntomas más comunes recogidos por la OMS, destacan:
- Fiebre
- Tos seca
- Cansancio
Entre los síntomas menos comunes de la COVID-19, conviene destacar:
- Dolor de garanta
- Diarrea
- Conjuntivitis
- Dolor de cabeza
- Perdida de gusto y/o del olfato
- Sarpullido en la piel o decoloración de los dedos de las manos y/ o los pies
La OMS clasifica como síntomas graves:
- Dificultad para respirar o falta de aire
- Dolor o presión en el pecho
- Pérdida del habla o del movimiento
Cabe recordar que cada vez se diagnostican más casos de lo que se ha denominado como “COVID prolongado”, caracterizado por secuelas o síntomas persistentes de la enfermedad varios meses después de que se haya logrado superar la infección
En caso de que alguno de estos síntomas graves se manifieste (u otros no contemplados) será necesario buscar ayuda inmediata de profesionales médicos. Según la evidencia científica, la duración media de los síntomas es de entre cinco a seis días desde que la personas se infecta y pueden permanecer hasta 14. Cabe recordar que cada vez se diagnostican más casos de lo que se ha denominado como “COVID prolongado”, caracterizado por secuelas o síntomas persistentes de la enfermedad varios meses después de que se haya logrado superar la infección.
MEDIDAS DE PREVECIÓN
Seguro que muchos están hartos de escuchar o leer sobre las medidas preventivas que a continuación se detallan. Pero sigue siendo necesario recordarlas dada la facilidad con la que muchos parecen olvidarse de ellas:
- Lavado frecuente de las manos con agua y jabón o con un gel desinfectante.
- Mantener la distancia interpersonal.
- Evitar tocarse la cara.
- Cubrirse a boca siempre que tosamos o estornudemos.
- Quedarnos en casa ante la aparición de cualquier síntoma sospechoso.
- Evitar viajes y desplazamientos innecesarios.
- Evitar grandes concentraciones de personas.
“La mejor manera de prevenir y ralentizar la transmisión es estar bien informado sobre el virus, la enfermedad que causa y cómo se propaga. Protéjase y proteja a los demás cumpliendo con las medidas establecidas”, concluye el documento de la OMS.