El desarrollo de las vacunas contra la Covid-19 ha marcado un hito científico. Apenas un año después de la detección de los primeros casos el mundo contaba con varias vacunas que habían demostrado su seguridad y eficacia en la prevención de la enfermedad y, por ende, en la reducción de la mortalidad. Pero, en la fase actual de la pandemia en la que nos encontramos se necesitan además tratamientos que permitan reducir la presión asistencial sobre unos sistemas sanitarios situados al borde del colapso desde hace ya demasiado y prácticamente focalizados en la atención a los pacientes con Covid-19, en detrimento del resto de patologías. Aquí entran en juego los anticuerpos monoclonales.
Estos son proteínas elaboradas en laboratorio que tienen por objetivo ayudar a reactivar el sistema inmunológico para combatir la Covid-19. “En cierto modo, mimetizan los anticuerpos que nosotros somos capaces de generar frente al virus en caso de infección. Un mecanismo similar al desarrollado por las vacunas”, explica en ConSalud.es el jefe del Servicio de Neumología del Hospital Lucus Augusti, el doctor Luis Pérez del Llano.
“No suponen una dificultad a la hora de ser administrados a los pacientes ya que requieren una única dosis. Algunos son subcutáneos y otros se administran mediante perfusión intravenosa. Uno de los principales requisitos de esta opción terapéutica es que tienen que ser administrados de la forma más temprana posible para que surtan efecto.
Sobre la demora del Ministerio de Sanidad y el Gobierno de España en la adquisición de tratamientos basados en anticuerpos monoclonales frente a otros países europeos, el doctor señala que esta lentitud “nos podría pasar factura de forma muy seria y es que tengamos que asumir más muertes de las que deberíamos asumir”
“Digamos que esta enfermedad tiene dos fases sucesivas aunque se pueden superponer en algún momento. Una primera fase en la que el virus se replica dentro de nuestro cuerpo, y una segunda fase en la que el organismo reacciona ante ese virus con mecanismos inflamatorios. Cuando aplicamos tratamientos contra el virus, como los anticuerpos monoclonales o antivirales, lo lógico es administrarlos en esa fase de replicación”, expone el doctor. En este sentido destaca que, una vez se ha superado la fase de replicación del virus, “ya no son eficaces avanzada la fase de inflamación”.
“Deben aplicarse siempre en la fase temprana salvo una excepción: los pacientes con problemas de inmunidad. En estos casos la fase de replicación se puede prolongar más en el tiempo”, apostilla.
En relación a las píldoras antivirales indica que “no sustituyen uno a otro, sino que serían dos mecanismos complementarios”. “Los antivirales lo que hacen es actuar sobre algún mecanismo del virus que este emplea para replicarse”, manifiesta.
Preguntado sobre la demora del Ministerio de Sanidad y el Gobierno de España en la adquisición de tratamientos basados en anticuerpos monoclonales frente a otros países europeos, el doctor señala que esta lentitud “nos podría pasar factura de forma muy seria y es que tengamos que asumir más muertes de las que deberíamos asumir”.
“Puede ser que los médicos no tengamos las armas terapéuticas óptimas para tratar a un paciente concreto. Habrá pacientes que necesiten anticuerpos monoclonales y nos gustaría disponer de ellos. Hay que poner en manos de los pacientes todos los tratamientos disponibles, como los anticuerpos monoclonales. Hay muchos tipos y unos no son comparables con otros”, explica “porque algunos han dejado de ser eficaces frente a la variante que será dominante en las próximas semanas”, en relación a Ómicron (B.1.1.529, detectada originalmente en Sudáfrica).