La variante Ómicron (B.1.1.529, detectada originalmente en Sudáfrica) se ha convertido en tiempo récord en la dominante desplazando a Delta (B.1.617.2, detectada originalmente en India). De acuerdo con la evidencia científica con la que se cuenta hasta la fecha, esta cuenta con una mayor capacidad de escape inmune que las variantes previas y es más transmisible. Dos factores que han contribuido a su rápida expansión a nivel global. Sobre esta variante cabe señalar que, a diferencia de Delta, la enfermedad que provoca es más leve ya que infecta en mayor medida el tracto respiratorio superior y la población cuenta con una elevada protección mediada tanto por las infecciones previas como por el avance de las campañas de vacunación masiva.
Uno de los puntos sobre los que se ha puesto más el foco ante el surgimiento y expansión de todas las variantes de preocupación (VOC, por sus siglas en inglés) del SARS-CoV-2, ha sido su capacidad para generar diferentes niveles de cargas virales en los huéspedes. En este sentido diversos estudios apuntan que Ómicron habría sido capaz de propagarse de forma más rápida como consecuencia de la mayor tasa de emisión de partículas virales por parte de las personas infectadas en un contexto general de relajación de medidas e intervenciones no farmacológicas (como el uso de mascarilla o distanciamiento físico) debido a la mejora del escenario epidemiológico. Una conclusión a la que parte de la comunidad científica otorga una carácter especulativo ya que no se cuenta con estudios que reporten hallazgos concluyentes sobre las diferentes cargas virales que producen las distintas variantes.
Partiendo de este punto ponemos el foco en una reciente investigación que se ha desarrollado con pacientes infectados por SARS-CoV-2 en el Hospital Pederzoli de Peschiera del Garda en Italia. Los periodos estudiados comprenden del 3 al 9 de enero de 2021 y del 3 al 9 de enero de 2022. Dos periodos en los que en el país las variantes dominantes fueron Alfa (B.1.1.7, detectada originalmente en Reino Unido), con una prevalencia superior al 95%; y Ómicron, con una prevalencia superior al 90%. La muestra estuvo compuesta por 47 pacientes ubicados en el primer periodo y 118 en el segundo.
Uno de los primeros hallazgos destacados que nos encontramos es que la edad media de los sujetos con Covid-19 analizados en 2021 era de 63, mientras que en el grupo de 2022 se reduce hasta los 42. La diferencia entre sexos no es remarcable: 68% mujeres en 2021 y 58% en 2022
Para la estimación de la carga viral en los pacientes evaluados se emplearon pruebas RT-PCR midiendo la carga viral presente en el hisopo nasofaríngeo expresada como el valor del umbral de ciclo (Ct) de diferentes generes del SARS-CoV-2. Este valor indica la cantidad de virus que porta una persona infectada y, por tanto, ayuda a la hora de determinar cuán infeccioso es un individuo.
Uno de los primeros hallazgos destacados que nos encontramos es que la edad media de los sujetos con Covid-19 analizados en 2021 era de 63, mientras que en el grupo de 2022 se reduce hasta los 42. La diferencia entre sexos no es remarcable: 68% mujeres en 2021 y 58% en 2022.
Los autores del estudio destacan sobre su trabajo que los Ct fueron “significativamente más bajos” (Ct medio de 27,5) en comparación con los reportados en 2021 (Ct, medio de 31,8). Los investigadores exponen que apreciaron en 2022 una tasa dos veces mayor (5 de 118) con carga viral nasofaríngea aumentada (<25 valores de Ct) en comparación con los individuos de enero de 2021 (10 de 47; razón de probabilidad 2,28).
En base a los datos expuestos los responsables del trabajo concluyen que las personas infectadas por la variante Ómicron pueden llegar a expulsar una mayor cantidad de aerosoles con carga viral en comparación con las personas que han cursado la Covid-19 como consecuencia de una infección por el resto de variantes de preocupación del SARS-CoV-2.
El estudio completo ha sido publicado de forma pre-impresa en el servidor Research Square, a la espera de ser revisado por pares.