El rastreo de los contactos estrechos de los casos confirmados de Covid-19 se ha erigido desde el inicio de la pandemia provocada por el SARS-CoV-2 como uno de los mecanismos más eficaces a la hora de controlar la propagación del virus. El elevado número de casos asintomáticos o leves ha posibilitado la rápida expansión del coronavirus por lo que la identificación de estos ha supuesto un auténtico desafío para las autoridades de salud pública.
El escenario epidemiológico que observamos en la actualidad difiere notablemente de los momentos más críticos de la pandemia. En este escenario de “nueva normalidad” se han eliminado la práctica totalidad de las medidas y restricciones y el uso de las pruebas diagnósticasse focaliza ahora en los casos más graves y grupos de población vulnerable. Pero no debemos olvidar que el rastreo de contactos ha sido una piedra angular en la respuesta a la pandemia de muchos países y continúa siendo una pieza clave para interrumpir las cadenas de transmisión del SARS-CoV-2, y reducir así la morbilidad y mortalidad asociadas a la infección.
La fotografía que observamos ahora revela un enfoque más sostenible e integrado de las medidas destinadas a controlar el virus. Razón por la que el rastreo de los contactos se está ajustando y deben adaptarse aún más para reflejar este cambio a largo plazo.
En este sentido la Oficina Regional para Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) analizaron hace unos meses los principales desafíos que ahora deben ser tenidos en cuenta ante crisis de salud pública como la provocada por la viruela del mono. Estas fueron realizadas por un grupo de expertos en rastreo de contactos de 39 países y territorios europeos, entre los que se incluían 24 Estados miembro de la Unión Europea (UE) y el Espacio Económico Europeo (EEE).
Los expertos enfatizaron además en la necesidad de recopilar datos de calidad que permitan tomar decisiones políticas informadas y ajustadas a la realidad epidemiológica de cada momento
Entre los desafíos identificados en relación al rastreo de contacto los expertos destacaron una diversidad sustancial en las estrategias puestas en marcha en los distintos países europeos, incluyendo una amplia variedad de enfoques para promover la cooperación pública y garantizar el cumplimiento de los aislamientos y cuarentenas establecidos en función de las distintas normativas nacionales.
Uno de los principales retos identificados alude al reclutamiento y capacitación de la fuerza laboral, la necesidad de una financiación sostenible, la reducción de los periodos de tiempo para llegar a los casos y/o contactos y cuestiones relacionadas con la digitalización de los datos, la comunicación de riesgos y la participación de la comunicación.
Los expertos enfatizaron además en la necesidad de recopilar datos de calidad que permitan tomar decisiones políticas informadas y ajustadas a la realidad epidemiológica de cada momento.
EL FUTURO DEL RASTREO DE CONTACTOS
El importante papel jugado por el rastreo del contacto no solo confirma la necesidad de seguir aplicándolo porque la pandemia no ha terminado, sino que lo ha posicionado como una herramienta indispensable ante futuras crisis sanitarias.
Los expertos destacaron que supondrá todo un reto mantener los recursos humanos y económicos para el rastreo manual de contactos, por lo que se presenta como necesario explorar activamente soluciones alternativas.
En este sentido se propuso que, en vez de contar con un sistema de rastreo de contactos amplio durante los próximos meses, se deben considerar alternativas como la promoción y mejora de las campañas educativas, las pruebas de autodiagnóstico y los sistemas digitales mientras se concentran los esfuerzos de los rastreos manuales en los grupos más vulnerables y entornos de alto riesgo.