Su vocación le ha hecho prestar servicio sanitario en catástrofes naturales a miles de kilómetros de España. Su trabajo le condujo a salvar vidas en el atentado terrorista más grave de la historia de nuestro país, cuando el horror golpeó el corazón de Madrid. Su trayectoria profesional como médico de Emergencias le llevó a ser viceconsejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid. Ahora, con la llegada de la pandemia de coronavirus a la región, Fernando Prados ha sido nombrado coordinador general del gran símbolo de la autonomía en su lucha frente al coronavirus: el Hospital COVID-19 IFEMA. En una entrevista telefónica concedida a ConSalud.es, el facultativo detalla cómo es el día a día de esta instalación.
¿Cómo surge la posibilidad de ser el coordinador general del Hospital COVID-19 IFEMA?
En la pasada legislatura fui viceconsejero de Sanidad con Enrique Ruiz Escudero y, cuando se produce todo esto, hablo con él. Le comento que estoy a su disposición, que si necesita algo sabe que puede contar conmigo.
Enrique me llama y me habla de la posibilidad de poner en marcha hoteles sanitarizados, con el objetivo de derivar pacientes que, si bien estaban pendientes de alta, no podían irse a sus domicilios porque todavía eran positivos. Me plantea el proyecto de establecer un sistema en hoteles que se han puesto a disposición de la Comunidad de Madrid para, con la incorporación de personal sanitario, atender a estos pacientes y liberar camas de los hospitales.
"Hacían falta camas de hospitalización porque los pacientes que llegaban a Urgencias y requerían ingreso no podían hacerlo. No existían camas y, cada día, se seguían amontonando en Urgencias pacientes pendientes de ingreso"
Yo estoy de consejero técnico en el Ayuntamiento de Madrid y les pido permiso para ponerme con ello. Me trasladaron que estaban encantados de que yo pudiera colaborar con la Comunidad de Madrid. Esta nueva responsabilidad me permitió estar en las reuniones de coordinación con los gerentes mientras organizaba el tema de los hoteles.
Analizamos la situación y vimos que los hospitales estaban llenos, absolutamente llenos. Hacían falta camas de hospitalización porque los pacientes que llegaban a Urgencias y requerían ingreso no podían hacerlo. No existían camas y, cada día, se seguían amontonando en Urgencias pacientes pendientes de ingreso.
En esta situación se planteó el tema del IFEMA por la estructura que tiene. Es un espacio cubierto con las capacidades suficientes como para tener luz, calefacción y agua. Nos lanzamos a ello. El reto era atender pacientes con diversas patologías, en los que durante su evolución de la enfermedad sufrían un proceso inflamatorio en las vías aéreas que, además, podían precisar de cuidados intensivos.
Fernando Prados, reunido con el equipo de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid
Fue una mirada. El consejero me miró, levantó las cejas preguntándome “¿qué te parece?” y le dije que podía contar conmigo. Es una suerte enorme contar con los doctores Zapatero y Marco como directores médicos porque tienen un bagaje tanto clínico como de gestión increíble, como sucede también con Juan José Pérez.
Me había encontrado en una situación de tener que organizar un hospital en Haití cuando sufrieron el terremoto. Yo estaba en el SAMUR y fui con la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). Desde esa perspectiva de tener que poner en marcha algo, no es equiparable porque aquí teníamos de todo y allí no contábamos con nada.
IFEMA se ha volcado y la capacidad que tiene este centro para montar estructuras y para innovar soluciones sobre la marcha es magnífica. Lo han hecho fácil, esa es la verdad.
¿Cómo es una jornada diaria en IFEMA?
Las jornadas se dividen en tres turnos: el personal sanitario viene por la mañana, por la tarde y por la noche. Recoge su pijama y su equipo de protección individual y, acto seguido, se pone a trabajar con los pacientes.
"En el Hospital COVID-19 IFEMA comenzamos trabajando con niveles de ingreso de 100-150 pacientes diarios de más y, actualmente, estamos con 50-60 pacientes de menos"
Entre tanto la gestión consiste, entre otras muchas cosas, en tener habilitada una Farmacia que funciona exactamente igual que lo hace una Farmacia Hospitalaria. A través de los códigos de barras sabemos el gasto que se está produciendo y qué es lo que hay que reponer para el siguiente turno. En el resto de la logística funciona igual. Hasta ahora se consumían 900 pijamas y ahora se está produciendo una disminución: estamos entre 750 y 780 pijamas de gasto diario.
IFEMA se creó como una herramienta para que los hospitales pudieran derivar a esos pacientes que no tenían posibilidad de ingresar en una cama de su centro porque no existían. Con esta filosofía fuimos trabajando con niveles de ingreso de 100-150 pacientes diarios de más y, actualmente, estamos con 50-60 pacientes de menos. Poco a poco la sanidad tiene que volver a funcionar como lo hacía previa al Covid-19, aunque todavía queda un tiempo.
Los profesionales del SUMMA 112 y de SAMUR-Protección Civil trabajan como un único equipo
¿Cómo se ha podido engranar el trabajo de profesionales tan diversos como puedan ser los de Atención Primaria, Atención Especializada, SUMMA 112, SAMUR-Protección Civil o la Unidad Médica Aérea de Apoyo al Despliegue del Ejército del Aire?
Se puede integrar por la capacidad que tiene el personal de adaptarse y de colaborar en una situación como esta. Si preguntamos a un profesional qué es lo que le motiva de su trabajo, yo estoy absolutamente convencido que lo primero que dirá es que sus funciones sean reconocidas y tengan unos resultados para los demás. El resto es secundario.
Es evidente que el reconocimiento aquí es espectacular desde el primer día. El agradecimiento de los pacientes que ingresaban, estaban o eran dados de alta era algo que veíamos todos. Teníamos las emociones y los sentimientos a flor de piel. Algo espontáneo y casi de forma permanente.
Todos los profesionales han ido trabajando fuera de su entorno porque estas circunstancias, cimentadas en IFEMA, no existen en el sistema sanitario. Los especialistas que han venido de centros hospitalarios se han sabido amoldar a las necesidades del personal de Atención Primaria y han engarzado de forma extraordinaria. Los profesionales del primer nivel asistencial se han dado cuenta que la fórmula de trabajo era la que marcaban los especialistas hospitalarios, y éstos a su vez han sido conscientes del potencial de Primaria para el diagnóstico, el tratamiento y el seguimiento de la evolución de los pacientes.
El coordinador general del Hospital COVID-19 IFEMA, en la unidad de cuidados intensivos habilitada para atender a los pacientes graves
En el caso de cuidados intensivos ha sucedido lo mismo. Los médicos que tenían experiencia en UCI se fueron poniendo a disposición, al igual que los profesionales de Enfermería y los técnicos en cuidados auxiliares de Enfermería. Se pusieron a trabajar y, en cuestión de horas, teníamos los medios y el personal para poner en marcha una unidad con características de hospital.
¿La puesta en marcha del Hospital COVID-19 IFEMA va a marcar un punto de inflexión en el Sistema Nacional de Salud y se podrá utilizar como un recurso hospitalario adicional si se produce alguna emergencia sanitaria en el futuro?
Uno de los aspectos que he aprendido en mi carrera profesional es que es muy complicado poner en marcha instalaciones que no se utilizan con frecuencia. No piensas en ellas hasta que no las necesitas. Esa es la verdad.
España es un gigante a la hora de cimentar cosas que no ha hecho nunca. No obstante, en Centroamérica o Sudamérica el hecho de que hayan sucedido tantas catástrofes naturales les ha hecho evolucionar hacia un sistema social de protección y resiliencia. Nosotros aquí tenemos una cosa pero no tenemos la otra. Ellos sí trabajan mucho el tema de poner en marcha soluciones inmediatas, pero ya las tienen preparadas y ensayadas.
IFEMA era un plan B. La idea era ampliar el Servicio Madrileño de Salud (SERMAS). Se tenía estudiado y se ha hecho: se han duplicado las camas del sistema y cuadriplicado las de intensivos. Sin embargo, las estructuras no daban para más.
"El Servicio Madrileño de Salud ha duplicado las camas del sistema y cuadriplicado las de intensivos. Sin embargo, las estructuras no daban para más"
En el 11-M, cuando fuimos conscientes del número de fallecidos, los servicios de investigación, policiales y forenses tuvieron que trabajar como no lo habían hecho en la vida. En aquel momento ya se pensó en IFEMA. Se trajeron aquí a los cadáveres para que pudieran desarrollar sus funciones y conocer qué personas habían muerto.
Estos pabellones tienen unas posibilidades enormes, son moldeables y adaptables a muchas circunstancias. Tienen unas galerías soterradas que suministran cada 15 metros electricidad y agua. De hecho, en el caso de los pabellones 7 y 9, se va a mantener una instalación de tuberías para la administración de oxígeno.
Hay que destacar la valentía de la presidenta de la Comunidad de Madrid y del consejero de Sanidad de avanzar con este proyecto cuando los hospitales lo estaban pasando mal. A partir de un número de pacientes, el hospital deja de funcionar correctamente: no hay espacio y los procesos no se pueden llevar a cabo con normalidad.
Prados posa junto a uno de los carteles instalados en las inmediaciones de IFEMA para infundir optimismo al personal
Mencionabas antes que prestaste servicio como médico de Emergencias en los atentados terroristas del 11 de marzo de 2004, una de las mayores tragedias que ha vivido España, o en catástrofes naturales como el terremoto de Haití de 2010. ¿Esta es la crisis sanitaria más severa a la que te has enfrentado a nivel profesional?
Sí, absolutamente. He estado en catástrofes como el tsunami de Banda Aceh (Indonesia), en el terremoto de Cachemira o en Filipinas tras el paso del tifón Haiyan. Eran lugares donde la sanidad es precaria, no es como aquí. Tu capacidad de solucionar problemas, que ellos no están acostumbrados a hacerlo, era muy alta. Esto es diferente.
El nivel de la sanidad que aquí tenemos hay que mantenerlo. No vale con dar soluciones temporales, tenemos que ofrecer la atención sanitaria que se da cuando no existe una pandemia. Lógicamente nada tiene que ver con aquellas circunstancias. La sociedad no se ha desestructurado, no ha sufrido ningún problema de abastecimiento salvo en los primeros instantes con los materiales de protección o algunas piezas para instalar el oxígeno. Tuvieron la capacidad de generarlas y hemos podido trabajar con normalidad.
Fernando Prados, con el equipo de protección individual, desarrolla sus funciones junto al resto de profesionales sanitarios
Este reto profesional es en mi casa, con la gente que conozco. Las personas que están afectadas son parte de tus amistades, de tu familia, de tu entorno. Eso lo hace diferente, lo hace especial. Tuve la suerte de trabajar como viceconsejero en el SERMAS y ayuda mucho la posibilidad de desarrollar tus funciones con compañeros de toda la vida.
El caso del 11-M duró unos días, prácticamente unas horas. El trabajo en las estaciones apenas fue de hora y media. El proceso inmediato fue de 48 horas hasta que conseguimos volver a una relativa normalidad. Aquellas horas fueron frenéticas, donde los hospitales también mostraron una capacidad de adaptación brutal. Ahora llevamos más de un mes y todavía queda trabajo por hacer.
"En el 11-M las horas de trabajo fueron frenéticas y los hospitales también mostraron una capacidad de adaptación brutal"
¿Qué le dirías a los pacientes que permanecen ingresados en el Hospital COVID-19 IFEMA?
Les tengo que dar las gracias porque lo que nos han enseñado ha sido maravilloso. La capacidad que han tenido para ser conscientes de la situación que están viviendo ha sido extraordinaria. Ellos mismos están ayudando a sus compañeros, conviven juntos y se dan ánimos. Se cuidan y dejan al personal sanitario que se dedique a las labores que les corresponden.
La unión con los pacientes está siendo preciosa. Les pido que tengan paciencia. Pronto daremos el aplauso al último paciente que reciba el alta. Será el más fuerte. Queremos que todos puedan volver con sus familias a hacer una vida lo más normal posible, dentro de la situación que nos deje la pospandemia.