Las vacunas contra la Covid-19 han demostrados su eficacia y seguridad en la prevención de la enfermedad grave y muerte. Estos sueros no son esterilizantes, lo que quiere decir que no evitan la infección y la protección que genera se ve reducida con el paso del tiempo. Razón por la que los refuerzos se erigen como vitales, especialmente entre las poblaciones más vulnerables en un contexto en el que los nuevos sublinajes de la variante Ómicron (B.1.529) se están expandiendo con rapidez gracias a su mayor potencial de escape inmunitario.
En el escenario epidemiológico planteado es común que las reinfecciones se sucedan por lo que completar las pautas de vacunación establecidas por las autoridades sanitarias es fundamental. Como también lo es conocer cuáles son los principales factores de riesgo asociados a Covid-19 grave entre los adultos vacunados. Sobre estos la revista JAMA Network ha publicado nueva evidencia.
El estudio ha contado con la participación de 110.760 adultos mayores vacunados de los Estados Unidos que habían cursado la infección por SARS-CoV-2 tras haber sido inmunizados, y recibieron atención hospitalaria en los centros del Departamento de Asuntos de Veteranos. Los datos se recopilaron entre el 15 de diciembre de 2020 y el 28 de febrero de 2022. El estudio se ha desarrollado durante los periodos de dominancia de las variantes Delta (B.1.617.2) y Ómicron.
El tiempo transcurrido desde la vacunación y desde la administración del refuerzo parecían estar asociados con aumentos pequeños, pero constantes, en el riesgo de enfermedad grave “lo que sugiere una disminución de la eficacia de la vacuna”
Del total de participantes el 88,1% eran hombres con una edad media en el momento de la vacunación de 60,8 años. La asociación más fuerte con el riesgo de enfermedad grave después de la vacunación fue la edad. A partir de los 50 años se incrementa el riesgo con una razón de probabilidad ajustada de 1,42 por cada cinco años de incremento de la edad. De este modo los pacientes mayores de 80 años presentaban un riesgo de Covid-19 grave tras la vacunación del 16,58%, respecto a los pacientes con edades de entre 45 y 50 años.
En cuanto a las condiciones inmunocomprometidas, incluida la administración de diferentes medicamentos inmunosupresores y las condiciones crónicas como la insuficiencia cardíaca, pulmonar la demencia o la enfermedad renal crónica también se asociaron con un mayor riesgo. “Ninguna clase específica de fármacos inmunosupresores se asoció claramente con una mayor magnitud de aumento de las probabilidades, pero el inhibidor leucocitario antes de la infección confirió más riesgo”, recoge el estudio.
“La recepción de una dosis de refuerzo de la vacuna se asoció con una probabilidad reducida de enfermedad grave”, destacan los autores del estudio. La inoculación del refuerzo se asoció con una disminución del riesgo de progresión grave de la enfermedad en el análisis principal y en todos los subconjuntos, al igual que la infección previa por SARS-CoV-2. El tiempo transcurrido desde la vacunación y desde la administración del refuerzo parecían estar asociados con aumentos pequeños, pero constantes, en el riesgo de enfermedad grave “lo que sugiere una disminución de la eficacia de la vacuna”.
“La identificación de los factores de riesgo de enfermedad grave podrían utilizarse para guiar las políticas y la toma de decisiones sobre medidas preventivas para quienes se encuentren en riesgo de progresión a enfermedad grave, a pesar de la vacunación”, concluyen los autores.