La declaración, publicada en la Revista Española de Geriatría y Gerontología, destaca el vínculo entre los niveles de vitamina D y la gravedad del COVID-19. Según los autores, “la relación es clara y la crisis global requiere una acción rápida”. Sin embargo, insisten en que aún no hay mucha evidencia sobre los requisitos de dosis específicos.
La Vitamina D debe administrarse diariamente hasta alcanzar los niveles adecuados
Los responsables de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología matizan que “en un mundo ideal, las decisiones de salud se tomarían basadas en una evidencia abrumadora, pero un momento de crisis como el actual puede requerir un conjunto de reglas ligeramente diferente”. Por lo tanto, a pesar de la falta de evidencia sobre dosis específicas de vitamina D para tratar COVID-19 en adultos mayores, los expertos consideran “necesario” estandarizar el uso en la práctica clínica.
Dada la dinámica de la pandemia de COVID-19, la relación beneficio-riesgo de determinados suplementos alimenticios requiere una acción inmediata incluso antes de que estén disponibles los resultados de los ensayos, en curso, aleatorizados a gran escala. Para ello, los autores proporcionan una tabla de dosis y duraciones que sugieren qué cantidad de esta vitamina se debe administrar a los pacientes en función de su nivel sérico de calcidiol. Esta conclusión se basa en los hallazgos de estudios previos.
El objetivo del tratamiento debe ser alcanzar rápidamente los niveles adecuados y mantenerlos durante un mínimo de 3 meses
El informe publicado por los científicos españoles apunta que “la vitamina D debe administrarse diariamente hasta alcanzar niveles adecuados, ya que se trata de una hormona esteroidea, por eso nos hemos enfocado en pautas que permitan una mejor conciliación con la actividad hospitalaria diaria”. En este mismo contexto de la infección por el SARS-CoV-2, la vitamina D se comporta como un reactante de fase aguda negativo (APR), por lo que se puede generar una disminución progresiva debido al consumo humano durante el curso de la infección.
El objetivo del tratamiento debe ser alcanzar rápidamente los niveles adecuados y mantenerlos durante un mínimo de 3 meses. En caso de obesidad o malabsorción, se debe considerar el uso de dosis superiores a las sugeridas en estas recomendaciones lanzadas por el equipo ubicado en España.
SEGURIDAD
Sin embargo, la ventana terapéutica de la vitamina D es amplia y la toxicidad asociada a su suplementación es poco común, con menos del 0,1% de hipercalcemia asociada a la hipervitaminosis D. “Por este motivo, consideramos conveniente medir los niveles de calcio de forma regular o cuando se sospecha toxicidad debido a la suplementación con vitamina D”, han añadido los autores.
EVIDENCIA
Por otra parte, el documento señala que, en los últimos meses, los estudios han planteado la hipótesis de que el posible efecto beneficioso de la suplementación con vitamina D en pacientes con COVID-19 se debe a la restauración del equilibrio inmunológico. “Esto podría prevenir la tormenta de citocinas hiperinflamatorias, ya que la desregulación inmune es una característica clave de COVID-19 en estado grave”.
Existen dos hallazgos que validan esta importante acción de la vitamina D. En primer lugar, el receptor de vitamina D (VDR) es expresado por la mayoría de las células inmunes, incluidos los linfocitos B y T, monocitos, macrófagos y células dendríticas. En segundo lugar, la señalización de la vitamina D y el VDR juntos tiene un efecto antiinflamatorio, promoviendo la diferenciación de las células dendríticas y las células T reguladoras, reduciendo la respuesta de las células T y la secreción de citocinas inflamatorias.
El 10,6 % de los pacienes a los que se les administró vitamina D presentaban una menor tasa de mortalidad
De hecho, la principal causa que conduce al aumento de la tasa de mortalidad en personas con COVID-19 podría deberse al síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA), “por sobreproducción no antagonizada de citocinas proinflamatorias”.
Para terminar, el artículo señala un metaanálisis que describió una menor tasa de mortalidad en los pacientes a los que se les administró vitamina D (10,6%) en comparación con los controles (23,9%). Cabe señalar que las dosis de vitamina administradas en los estudios fueron heterogéneas e iban desde una dosis única de 400.000 UI de colecalciferol el día del ingreso hospitalario, hasta 50.000 UI en pacientes que no recibieron más de 800 UI por día durante el mes anterior al ingreso hospitalario.