La variante Delta del SARS-CoV-2 (B.1.617.2, detectada originalmente en India) se erige actualmente como la principal preocupación a la hora de controlar la pandemia. En un escenario en el que las campañas de vacunación masivas contra la COVID-19 avanzan en todo el mundo, el aumento de la circulación del virus motivado por Delta, plantea numerosos obstáculos.
De acuerdo a la evidencia científica disponible hasta la fecha Delta no solo cuenta con una capacidad de transmisión más elevada que el resto de variantes, sino que parece ser que las personas que se infectan con ella, incluso las que han completado la pauta de vacunación (es necesario recordar que las vacunas no son esterilizantes, es decir, no evitan la infección, pero si previenen el desarrollo de enfermedad moderada o grave), que pueden presentar niveles de carga viral similares a los reportados en personas no vacunadas. La variante Delta es entre un 40-60% más transmisible que la variante Alfa (B.1.1.7, detectada originalmente en Reino Unido), y se asocia además con un mayor riesgo de hospitalización.
El motivo reside en que las personas infectadas por la variante Delta presentan una mayor carga viral que aquellas infectadas con la versión original del coronavirus. Nature recoge un estudio capitaneado por Jing Lu, epidemiólogo del Centro Provincial de Control y Prevención de Enfermedades de Guangdong (China), centrado en evaluar la carga viral de 62 personas infectadas por la variante Delta.
La investigación revela que el virus era detectable en las personas infectadas por la variante Delta cuatro días después de la exposición al coronavirus, en comparación con el promedio de seis días en aquellos infectados con la cepa original. Los responsables del estudio indican, en base a este hallazgo, que Delta se replica de forma mucho más rápida. Además, las personas infectadas por la variante Delta presentaban cargas virales hasta 1.260 veces más altas que aquellas cuya infección había sido causada por la cepa original del coronavirus.
Las personas infectadas por la variante Delta presentaban cargas virales hasta 1.260 veces más altas que aquellas cuya infección había sido causada por la cepa original del coronavirus
Los expertos consideran que la elevada carga viral registrada y el breve periodo de incubación que requiere la infección provocada por la variante Delta son los dos motores principales que han impulsado sur rápida propagación en todo el mundo.
La expansión de Deltarefuerza la necesidad de que las personas completamente vacunadas continúen cumpliendo con las medidas como el uso de mascarillas. En este sentido Brett Lindenhach, virólogo de la Universidad de Yale, destaca la importancia de la vacunación como mecanismo a la hora de reducir las nuevas infecciones: “Muchas de las partículas virales (expulsadas por los vacunados) probablemente estén cubiertas de anticuerpos lo que significa que deberían ser menos infecciosas”.
Delta casi duplica el riesgo de neumonía en comparación con las cepas anteriores del virus y supone un mayor riesgo de necesitar oxígeno suplementario
Otro de los retos que plantea Delta en el control de la pandemia es su capacidad para enfermar. Dos estudios recientes desarrollados en Singapur y Escocia indican que esta variante incrementa el riesgo de hospitalización, de ingreso en UCI y de muerte. Si ponemos el foco en la investigación realizada en Singapur de cuyos resultados se han hecho eco en The Lancet, Delta casi duplica el riesgo de neumonía en comparación con las cepas anteriores del virus y supone un mayor riesgo de necesitar oxígeno suplementario. Unos datos que se encuentran a la espera de ser revisados por pares pero que coinciden con los hallazgos de la investigación desarrollada en Escocia: Delta duplica el riesgo de hospitalización en comparación con Alfa.
Algunos estudios sugieren que la eficacia de las vacunas contra la COVID-19 que se están inoculando ven reducida su eficacia frente a Delta. Aun así, los sueros continúan siendo esenciales a la hora de reducir el riesgo de desarrollar posibles complicaciones causadas por el virus. Paul Offit, director de Educación sobre Vacunas en Children Hospital de Filadelfia, define de forma muy gráfica el importante papel de las vacunas: “Es como utilizar un extintor para apagar un fuego en una cocina. El objetivo es evitar que el resto de la casa se queme”. Y es que en los vacunados el virus puede ingresar en las células de la nariz, garganta o pulmones e iniciará su replicación. La enfermedad puede cursarse asintomática o leve gracias a las vacunas ya que el sistema inmune se activará rápidamente evitando que la infección evolucione a grave.
Cabe destacar la capacidad de transmisión de Delta, más elevada que otras variantes y que está dificultando enormemente el control de la pandemia. Una persona no vacunada infectará con la versión ancestral del virus detectada por primera vez en diciembre de 2019 en Wuhan (China) a entre dos y cuatro sujetos de media. Sin embargo, un individuo infectado con la variante Delta podría transmitir el virus a un promedio de entre cinco a 10 personas, de acuerdo a los datos publicados por The Washington Post en base a información interna de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés).