Un estudio desarrollado por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford sugiere que las personas infectadas por el SARS-CoV-2 pueden experimentar síntomas leves de la enfermedad si ciertas células de su sistema inmunológico “recuerdan” encuentros con coronavirus estacionales, responsables aproximadamente de una cuarta parte de los resfriados comunes que afectan a los niños.
Los responsables del estudio ven aquí una posible explicación al motivo por el que algunas personas, especialmente los niños, parecen más resistentes que otras a la infección por SARS-CoV-2.
Las células en cuestión son las denominadas como T “asesinas” y están presentes en la sangre y la linfa. El estudio, publicado en Science Immunology, sugiere que estas células T “asesinas” obtenidas en pacientes que han cursado la COVID-19 de forma grave presentan menos signos de haberse enfrentado a coronavirus previos.
Las discusiones relativas a la inmunidad generada frente a la COVID-19 se centran, de forma general, en los anticuerpos. Pero los anticuerpos pueden “ser engañados fácilmente”, afirma Mark Davis, profesor de Microbiología e Inmunología del Instituto Médico Howard Hughes y autor principal del estudio.
"Puede ser que los pacientes con COVID-19 grave no hayan sido infectados, al menos no recientemente, por cepas de coronavirus más suaves, por lo que no retuvieron células T asesinas de memoria eficaces"
“Los patógenos evolucionan rápidamente y aprenden a ocultar sus características críticas a nuestros anticuerpos”, declara destacando en este punto el papel de las referidas células T “asesinas”.
Cuando el receptor de una célula T “asesina” identifica un péptido en la superficie de una célula que no pertenece a ese lugar, como puede ser por ejemplo la presencia de una proteína producida por un microorganismo invasor, las células T “asesinas” inician el enfrentamiento y comienzan a multiplicarse y sus descendientes se dirigen en conjunto a la secuencia de péptidos que identificaron como extraña para destruir cualquier célula que contenga esa información. Algunas de las células T originales se convierten en células T de memoria, con mayor sensibilidad y una longevidad excepcional. Son capaces de persistir en la sangre y la linfa durante décadas, listas para entrar en acción si alguna vez se cruzan con el péptido que generó la ola de expansión de células T que las engendró. Esa preparación puede ahorrar un tiempo valioso para sofocar un virus previamente encontrado o un pariente cercano.
"Las células de memoria son, con mucho, las más activas en la defensa de las enfermedades infecciosas", dijo Davis. "Son lo que uno quiere tener para combatir un patógeno recurrente. Son lo que las vacunas deben generar".
"Puede ser que los pacientes con COVID-19 grave no hayan sido infectados, al menos no recientemente, por cepas de coronavirus más suaves, por lo que no retuvieron células T asesinas de memoria eficaces", dijo Davis.
Davis explica que las cepas de coronavirus estacionales que causan el resfriado son rampantes entre los niños, que rara vez desarrollan la COVID-19 grave a pesar de que tienen la misma probabilidad de infectarse que los adultos. se exponen en los primeros años de vida”.