¿Cómo se produjo la transmisión del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 en todo el mundo? Una ambiciosa pregunta a la que un reciente estudio publicado en la revista Science trata de dar respuesta mediante el rastreo la propagación a través de América del Norte y Europa. Para ello se ha investigado cuándo, dónde y cómo se estableció la Covid-19 a nivel mundial mediante la utilización de los datos relativos al flujo de pasajeros de aerolíneas, tasas de incidencia de enfermedades y datos sobre secuencia genómica del virus.
El estudio sugiere que algunas intervenciones tempranas adoptadas al inicio de la pandemia tuvieron éxito a la hora de controlar la expansión del virus. Pero deja claro que se perdió una oportunidad muy valiosa de realizar programas intensivos de pruebas y rastreo de contactos que podrían haber evitado que la pandemia golpease con la virulencia que lo ha hecho a América del Norte y Europa.
El 15 de enero un ciudadano chino voló a Seattle (Estados Unidos) procedente de Wuhan (China), epicentro de la pandemia. Se convirtió en el primer paciente confirmado con Covid-19 del país. No fue hasta seis semanas después cuando se detectaron varios casos en el estado de Washington.
El 20 de enero, un empleado de una empresa de suministros de automóviles de Baviera (Alemania) regresó de una reunión de negocios en Shanghái (China). Tras presentar síntomas se confirmó el caso positivo en Covid-19 originando el contagio de 16 compañeros.
Contrariamente a las hipótesis que han circulado, el estudio sugiere que estos dos casos no representaron brotes importantes en América del Norte y Europa debido a las pruebas rápidas y el aislamiento de los casos confirmados. Más bien las introducciones posteriores del virus (entre el 20 y el 29 de febrero) desde China a Italia, origen de los casos detectados en el estado de Washington, fueron las principales fuentes de los brotes desatados en América del Norte y Europa ya que estos casos no fueron atendidos con el mismo nivel de atención y control.
Las intervenciones intensivas (pruebas, rastreo de contactos, medidas de aislamiento y alto grado de cumplimiento por parte de las personas infectadas) que se produjeron a mediados de enero, retrasaron con éxito el virus hasta finales de febrero. El estado de Washington y Alemania contaron con un tiempo crucial para que sus ciudades se preparasen para cuando el virus finalmente penetró en sus territorios.
Las intervenciones intensivas (pruebas, rastreo de contactos, medidas de aislamiento y alto grado de cumplimiento por parte de las personas infectadas) que se produjeron a mediados de enero, retrasaron con éxito el virus hasta finales de febrero
“Creemos que estas medidas dieron lugar a una situación en la que el control parecía ser efectivo en términos de transmisión”, expresa Michael Worobey, investigador de la Universidad de Arizona y autor principal del estudio. “Lo que esto nos dice es que las medidas adoptadas en esos casos son altamente efectivas y deberían servir como un modelo de respuesta para futuras enfermedades emergentes que tienen el potencial de convertirse en pandemia”.
Los hallazgos del estudio destacan además el valor potencial de establecer arquitecturas intensivas de vigilancia de virus respiratorios a nivel comunitario, como el Estudio de la gripe de Seattle, durante un periodo prepandémico. No se puede subestimar la importancia de la detección temprana de casos: los retrasos en su identificación reducen las posibilidades de contención y los retrasos en la realización de pruebas solo agravan más el brote que se está gestando.
Motivos por los que la investigación indica que, si se hubiesen implementado intervenciones intensivas a finales del pasado mes de febrero, la pandemia podría haber tenido un desarrollo muy diferente al mostrado en América del Norte y Europa.
Los datos de la secuencia genética viral pueden proporcionar información crítica sobre si es probable que los virus separados por tiempo y espacio estén vinculados epidemiológicamente. “Los datos genómicos sugieren diferencias en el momento, los orígenes espaciales y la dinámica de transmisión de los primeros brotes de SARS-CoV-2 en múltiples ubicaciones de América del Norte”.
No se puede subestimar la importancia de la detección temprana de casos: los retrasos en su identificación reducen las posibilidades de contención y los retrasos en la realización de pruebas solo agravan más el brote que se está gestando
Tras no detectarse contactos positivos en el referido ciudadano del estado de Washington, “la identificación posterior de virus que eran genéticamente similares en Connecticut, California, Columbia Británica y otros lugares planteó la posibilidad de que el virus hubiera establecido cadenas de transmisión críptica que se iniciaron el 15 de enero y no fueron detectadas hasta semanas más tarde”, se recoge en el estudio.
En relación al caso del empleado de Baviera la investigación señala que “imperó una narración centrada en el que el virus no había sido contenido en Alemania y había estado transmitiéndose, sin ser detectado, durante semanas hasta llegar a Italia”. Pero la investigación filogenética del virus indica que los brotes surgidos tanto en Alemania como en Italia se introdujeron de forma independiente desde China. Una afirmación apoyada en el estudio por el a análisis filogeográfico. “La reconstrucción resultante atribuye un mayor apoyo a las introducciones virales independientes de China en Alemania e Italia, en comparación con una conexión directa entre Alemania e Italia”.
En este sentido la investigación manifiesta que los hallazgos enfatizan que los vínculos epidemiológicos inferidos de SARS-CoV-2 genéticamente similares asociados con brotes de diferentes lugares pueden ser muy tenues, dados los bajos niveles de diversidad genética viral muestreada y los datos de antecedentes insuficientes en lugares clave.
A pesar de los primeros éxitos en la contención, el virus finalmente se afianzó en América del norte y Europa en los dos primeros meses de 2020, primero en Italia a finales de enero, luego en el estado de Washington a principios de febrero y a finales de este mes en la ciudad de Nueva York. “Debido a que la tasa de evolución del SARS-CoV-2 es más lenta que su tasa de transmisión, muchos genomas idénticos se han extendido rápidamente. Esta similitud genética impone limitaciones a algunas inferencias como el cálculo de la proporción de casos importados a transmisores locales en un área determinada”, concluye el estudio.