La evidencia científica que relaciona la infección por SARS-CoV-2 con problemas neurológicoses cada vez más ingente. Si atendemos a los síntomas más frecuentes de la Covid-19, observamos que incluso por delante de los problemas respiratorios se encuentran en muchas ocasiones la pérdida del gusto y del olfato. En el caso de aquellos que se ven afectados por el Covid persistente se reportan problemas relacionados con la concentración o lentitud a la hora de pensar. Es lo que se conoce como “niebla mental”. La mayoría de los estudios realizados sobre la relación entre la Covid-19 y nuestro cerebro se han realizado con pacientes post mortem, pero ahora, un grupo de investigadores pertenecientes a la Universidad de Oxford ha analizado el cerebro de casi 800 británicos que habían sido positivos en Covid-19 logrando interesantes conclusiones que ha sido publicado en la revista Nature.
Para la realización del estudio sus responsables han trabajado con la base de datos UK Biobank que almacena imágenes cerebrales de más de 45.000 personas, por lo que se contaba con información de referencia previa a la pandemia. Se realizó una comparación entre los participantes que habían superado la infección por SARS-CoV-2 y los que no, emparejando a estos por grupos de edad, sexo, fecha de referencia de la prueba y residencia. Se han contemplado además factores de riesgos comunes como variables de salud y nivel socioeconómico.
La capacidad de procesamiento se ha correlacionado con el cerebelo lo que muestra un vínculo entre el volumen del tejido cerebral y el rendimiento cognitivo en las personas con infección por SARS-CoV-2
La conclusión principal de la investigación es clara: sus responsables han hallado diferencias significativas en la materia gris y neuronas que procesan la información en el cerebro entre las personas que había tenido Covid-19 y las que no. De forma específica se alude al grosor del tejido de la materia gris en los lóbulos frontal y temporal que se redujo en el grupo de pacientes que habían superado la infección provocada por el coronavirus.
Los investigadores explican que, con el paso del tiempo y el envejecimiento de nuestro organismo es normal que se produzcan cambios en el volumen o grosor de la materia gris. Pero los observados en las personas que habían superado la Covid-19 fueron más notables que los que pueden producirse de forma normal en las personas que no habían cursado la infección.
Un hallazgo sobre el que conviene prestar atención es que los resultados han sido los mismos tanto para las personas que requirieron hospitalización como consecuencia de la Covid-19 como para los que cursaron la enfermedad de forma leve. Esto implica que los cambios en la materia gris se producen independientemente de la gravedad con la que se desarrolle la infección por SARS-CoV-2, reforzando la necesidad de no bajar la guardia ante el virus.
Este estudio arroja algo de luz ante la referida “niebla mental” al inicio de estas líneas. Los investigadores analizaron los cambios que se produjeron en el desempeño de las funciones cognitivas de las personas infectadas concluyendo que eran más lentos que aquellos que no habían cursado la Covid-19. La capacidad de procesamiento se ha correlacionado con el cerebelo lo que muestra un vínculo entre el volumen del tejido cerebral y el rendimiento cognitivo en las personas con infección por SARS-CoV-2.