La forma en la que la Covid-19, enfermedad provocada por el coronavirus SARS-CoV-2, afecta a los niños y el papel que estos juegan en su transmisión son dos de los elementos que más incógnitas presentan en la pandemia. En un contexto en el que la evidencia científica aumenta cada vez más la información sobre Covid prolongado en adultos, un nuevo estudio preimpreso publicado en MedArxiv (a falta de ser revisado por pares) indica que este problema puede producirse igualmente en los niños.
Un reciente estudio publicado en The Lancet revelaba que el 90% de los pacientes recuperados de la enfermedad continuaba manifestando alguno de los síntomas asociados a la misma. El porcentaje se sitúa en el 76% si hablamos de aquellos pacientes recuperados que continúan presentando algún síntoma más de seis meses después del inicio de la infección. La pregunta que surge ante estos datos es clara: ¿se produce una situación similar entre los niños?
Para responderla nos trasladamos a Italia donde un grupo de investigadores ha realizado un seguimiento de 129 pacientes diagnosticados con Covid-19 menores de 18 años. Para el análisis de la evolución de la enfermedad emplearon un cuestionario elaborado por ISARIC Global Covid-19, un grupo internacional de investigadores cuyos estudios se centran en aumentar la evidencia sobre los síntomas persistentes y secuelas de la enfermedad a largo plazo en pacientes adultos. Entre los aspectos que se miden a través de este cuestionario aparecen el control de síntomas respiratorios, congestión nasal, fatiga o dolor muscular entre otros.
Más del 50% de los menores presentaba al menos un síntoma asociado a la Covid-19 que persistió durante cuatro meses o más desde la detección de la enfermedad. El 22,5% reportó tres o más síntomas. Aunque los pacientes sintomáticos o aquellos que necesitaron ingreso hospitalario eran los que mayores probabilidades de desarrollar síntomas persistentes tenían, lo cierto es que algunos de los niños asintomáticos durante la fase aguda de la enfermedad manifestaron síntomas varios en los meses posteriores. Del total de pacientes que manifestaron síntomas prolongados, el 42% declara que esto ha influido en el desarrollo normal de su vida cotidiana.
Aunque los pacientes sintomáticos o aquellos que necesitaron ingreso hospitalario eran los que mayores probabilidades de desarrollar síntomas persistentes tenían, lo cierto es que algunos de los niños asintomáticos durante la fase aguda de la enfermedad manifestaron síntomas varios en los meses posteriores
Danio Buonsenso, experto en enfermedades infecciosas y autor principal del estudio explica en Medscape Medical News que no esperan encontrar un porcentaje tan elevado de niños con síntomas persistentes. A pesar de los resultados la comunidad científica los valora con cautela.
Tal es el caso de la especialista en enfermedades infecciosas pediátricas Danielle Zerr. Explica en Medscape que el estudio carece de un grupo de control y que ciertos síntomas como la congestión nasal son bastante comunes en cualquier época del año entre la población infantil. Considera que la fatiga es difícil de valorar en un periodo de tiempo en el que los niños han visto modificados sus hábitos y reducido su actividad física debido a los confinamientos.
En lo que sí coinciden los expertos es que la Covid-19 prolongada es un síndrome clínico emergente sobre el que conviene seguir investigando. “Aunque todavía estamos aprendiendo sobre el virus, lo que está claro es que este no solo mata a las personas. Un número significativo de pacientes presentan una serie de efectos graves a largo plazo”, alertaba recientemente en una de sus comparecencias públicas el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus. “Es imperativo que los gobiernos reconozcan los efectos a largo plazo de la Covid-19 y también garanticen el acceso a los servicios de salud de todos estos pacientes”, añadía.
“No está claro si estos problemas durarán meses o años. Si entre el 10-20% de las infecciones por Covid-19 en el mundo provocan secuelas a largo plazo, hablamos de un legado de entre 10 y 20 millones de personas. Un problema que tiene ramificaciones masivas en la vida de los afectados y supone un reto para la planificación médica”, declara en relación a una investigación del sistema de salud pública de Reino Unido (NHS, por sus siglas en inglés) Danny Altmann, inmunólogo del Imperial College de Londres.
Retomando el estudio publicado en The Lancet cabe señalar que entre los síntomas persistentes más habituales destacan la fatiga o debilidad muscular (presente en el 63% de los pacientes), dificultad para dormir (26%) y ansiedad o depresión (23%).