“El sublinaje XBB.1.5 actualmente está presente solo en niveles muy bajos en la Unión Europea y el Espacio Económico Europeo, pero puede volverse dominante en los próximos meses”. Con estas palabras tranquilizaba a la población la directora del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés), Andrea Ammon, ante la alarma mediática y social generada por la rápida expansión del sublinaje en países como Estados Unidos.
De acuerdo con la evidencia científica disponible, analizada por el organismo europeo, no hay señales que indiquen que la gravedad de la infección por XBB.1.5 sea diferente a la de los linajes y sublinajes de la variante Ómicron (B.1.1.529) que circulaban anteriormente. El riesgo se considera bajo para la población general y moderado/alto en el caso de los grupos vulnerables y personas no vacunadas. En este sentido, cabe destacar que “las vacunas disponibles aún siguen siendo efectivas contra la enfermedad grave ante las variantes anteriores y actuales de Ómicron dominantes en la Unión Europea, aunque hay algunas pruebas de su disminución con el paso del tiempo”, tal y como explican los expertos del ECDC que inciden en la importancia de la inoculación de dosis de refuerzo con las vacunas bivalentes y adaptadas autorizadas por la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés).
Es un hecho que la pandemia no ha acabado y que el SARS-CoV-2 ha llegado para quedarse. El mejor recordatorio lo hemos visto a lo largo de las últimas semanas con la situación que se vive en China tras poner fin a la política de “Covid cero” establecida desde el inicio de la crisis sanitaria. El mundo temió que la realidad que actualmente vive el gigante asiático pudiese replicarse en otros países, pero lo cierto es que este escenario epidemiológico responde a una especial confluencia de factores como falta de inmunidad natural en la población, bajas coberturas de vacunación de refuerzo (especialmente entre la población de más edad), uso de vacunas que estarían generando una protección menor que otras como las de ARNm y la falta de opciones terapéuticas efectivas para tratar a los pacientes. La situación de China no encontraría su origen, al menos por el momento, en el surgimiento de una nueva variante del coronavirus.
“Las variantes del virus SARS-CoV-2 que circulan en China son las ya que ya se han visto en Europa y otros lugares”, declaraba hace unos días el director de la Oficina Regional para Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el doctor Hans Henri P. Kluge. “Compartimos la opinión actual del ECDC de que no se prevé que el aumento en curso en China afecte significativamente a la situación epidemiológica en la región europea en este momento”, remachaba.
"Si bien reconocemos que China ha estado compartiendo información sobre la secuenciación del virus, necesitamos información detallada y periódica"
En rueda de prensa el director regional de la OMS para Europa destacaba los tres pilares sobre los que se centra la estrategia frente a la pandemia: “Ciencia, vigilancia y responsabilidad”. En relación al primero de estos conceptos destacaba que, “si bien reconocemos que China ha estado compartiendo información sobre la secuenciación del virus, necesitamos información detallada y periódica, especialmente sobre la epidemiología y las variantes locales, para determinar la mejor evolución de la situación”.
Uno de los aspectos criticados durante su comparecencia es que muchos países europeos han reducido de forma considerable su capacidad en términos de vigilancia de la Covid-19. “En las cinco primeras semanas de 2022 se envió información sobre variantes a través de 1,2 millones de casos como parte de los datos de vigilancia semanales a la OMS y al ECDC. Sin embargo, la cifra disminuyó a menos de 90.000 en las últimas cinco semanas del año”, lamentaba.
En este sentido felicitaba los esfuerzos de secuenciación genómica de países como Dinamarca, Francia, Alemania y Reino Unido. Gracias a su trabajo se ha podido comenzar a constatar la presencia del sublinaje XBB.1.5. Ser conscientes de la evolución del coronavirus es fundamental para poder adoptar respuestas de salud pública eficaces. “Después de tres largos años de pandemia, con muchos países lidiando con sistemas de salud sobrecargados, escasez de medicamentos esenciales y una fuerza laboral agotada, no podemos permitirnos más presiones sobre nuestros sistemas de salud”.
"Esto significa reinvertir urgentemente y volver a comprometerse con una vigilancia virológica y genómica mejorada, incluida la vigilancia de aguas residuales"
“Tal amenaza podría provenir de una nueva variante de preocupación, en cualquier ligar y en cualquier momento, incluso aquí mismo en Europa y Asia central. Sobre la base de las lecciones aprendidas debemos ser capaces de anticipar, detectar y responder a tiempo. Esto no solo es válido para el SARS-CoV-2, sino también para cualquier amenaza emergente para la salud”.
Razones por las que las estrategias de los europeos “deben evitar ser complacientes” y “redoblar sus esfuerzos”. “Esto significa reinvertir urgentemente y volver a comprometerse con una vigilancia virológica y genómica mejorada, incluida la vigilancia de aguas residuales, según sea factible”.
Es por esto que el director regional de la OMS para Europa ha compartido cinco recomendaciones que deberían ser tenidos en cuenta en función de la cambiante situación epidemiológica dada su eficacia demostrada:
- Aumento de la aceptación de las vacunas contra la Covid-19 en la población general.
- Administrar la dosis de refuerzo de las vacunas contra la Covid-19 en los grupos prioritarios.
- Promover el uso de mascarillas en interiores y en el transporte público.
- Correcta ventilación de los espacios públicos y concurridos como escuelas, bares, restaurantes, oficinas y transporte público.
- Proporcionar terapias tempranas y apropiadas a los pacientes con Covid-19 que se encuentran en riesgo de progresión a enfermedad grave.
“Además, como hemos visto, estas medidas también pueden reducir el impacto de otras infecciones respiratorias, en particular, la influenza, con las que nuestros servicios de salud están luchando en estos momentos. Ciencia, vigilancia y responsabilidad, unidos ahora que entramos en el cuarto año de pandemia para garantizar el futuro de todos”, concluía.