China se erige en la actualidad como uno de los epicentros más preocupantes de la pandemia provocada por el SARS-CoV-2. Desde el inicio de la crisis sanitaria a finales de diciembre de 2019 Pekín aplicó una férrea política de Covid cero que ha llevado a las autoridades a mantener las draconianas restricciones, rastreo de casos y cuarentenas hasta hace poco tiempo. En estos tres años el resto del mundo ha capeado las distintas olas de la pandemia y avanzando las campañas de vacunación masiva avanzando hacia un horizonte en el que objetivo estaba claro: aprender a convivir con el virus. China, ahora, se encuentra muy alejada de la realidad que se vive hoy en la práctica totalidad del resto del mundo.
Las protestas ciudadanas y la presión social han obligado a Pekín a desmantelar sus restrictiva política de Covid cero. Una situación que se ha traducido en una explosión de contagios que no se ve reflejada en las cifras oficiales. La escasez de medicamentos es una preocupante realidad al igual que el incipiente colapso de los hospitales y centros sanitarios de un cada vez mayor número de ciudades. Ante esta fotografía no han tardado en comenzar los pronósticos sobre el futuro incierto al que se enfrenta China.
Las estimaciones apuntan a que hasta el 60% de los más de 1.400 millones de habitantes de China podrían infectarse en los próximos meses. Las previsiones de muertes son devastadoras: entre uno y dos millones, de acuerdo con las similares conclusiones de cinco modelos epidemiológicos independientes realizados por las universidades de Hong Kong y Washington o The Economist, entre otros. Los expertos que han realizado estos modelos coinciden a la hora de señalar que las autoridades chinas podrían evitar miles de decesos si se aplicasen medidas efectivas para controlar los nuevos contagios y se aumentase la cobertura vacunal del conjunto de la población.
Los expertos argumentan que la mortalidad por esta ola de Covid-19 podría reducirse hasta en un 35% si antes de acabar con la política de Covid cero se hubiese apostado por una campaña de vacunación masiva para ampliar la población que ha recibido la cuarta dosis de la vacuna. Además, la mortalidad prevista sería significativamente menor si los pacientes pudiesen ser tratados con antivirales. Hecho que difícilmente se materializará si tenemos en cuenta que China ha apostado desde el inicio de la pandemia por sus propias vacunas y opciones terapéuticas.
"La vacuna no activada, como es el caso de la china, ha quedado claro que requiere una tercera dosis para obtener el máximo beneficio"
Katherine O’Brien, directora del Departamento de Inmunización de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha advertido de que la elevada cifra de contagios que está viviendo China responde a un reducido porcentaje de población con pauta completa.
"La tasa de cobertura de vacunación es alta, la cuestión es sobre las dosis que se han distribuido. Sabemos que las vacunas de vector viral, con proteína, son muy buenas protegiendo contra la enfermedad severa, la hospitalización y la muerte; pero la vacuna no activada, como es el caso de la china, ha quedado claro que requiere una tercera dosis para obtener el máximo beneficio", ha aseverado O'Brien, tal y como recogen en Europa Press. "No hablamos de una dosis de refuerzo, sino que hablamos de que es necesaria una tercera dosis para que la vacuna sea efectiva, y en la mayoría de la población china solo se han puesto dos", ha incidido.
"El virus será muy difícil de detener solo con medidas públicas y sociales", informa el director ejecutivo del Programa de Emergencias de la OMS, Michael Ryan, que incide en la importancia de que este país priorice la vacunación de los más vulnerables. "El enfoque principal ha pasado a la vacunación, sobre todo de los más débiles. Incluso con una variante como Ómicron, la vacunación es la estrategia de salida para disminuir el impacto, como se hizo en Japón, con altas tasas de vacunación en vulnerables. Una de cada siete personas del planeta viven en China. Por eso hay que cumplir con la vacunación", insiste.
Por todo ello, Ryan ha recomendado a China la producción dentro de sus fronteras de una vacuna de ARNm. "Alentamos tanto a la importación de estas vacunas como a la fabricación dentro de las mismas en el propio país. Sabemos que las autoridades chinas están teniendo esas conversaciones con los fabricantes de vacunas de ARNm", ha precisado Ryan, para aclarar que la OMS desconoce la conclusión de estos diálogos.
Expertos consultados por Reuters señalan como uno de los grandes problemas el hecho de que China ha destinado grandes inversiones en los últimos tres años a la construcción de instalaciones destinadas a las cuarentenas y la realización de pruebas diagnósticas, pero no ha reforzado su sistema sanitario ni capacitado al personal. Se suma el hecho de una transición abrupta. Las variantes que están provocando esta ola en el país asiático son similares a las que circulan por el resto del mundo, subvariantes de BA.5 de Ómicron (B.1.1.529), pero se descarta generar una alarma global ya que la situación “burbuja” que Pekín ha vivido durante toda la pandemia ha generado un escenario epidemiológico muy distinto al del resto de países.