La pandemia provocada por el SARS-CoV-2 nos ha dejado una triste e importante lección; las personas mayores tienen un riesgo muy elevado ante las enfermedades infecciosas. Una situación en la que confluyen dos factores fundamentales. El primero de ellos hace referencia a las comorbilidades asociadas al envejecimiento. El segundo es la inmunosenescencia, la disminución de la competencia inmunológica como consecuencia de la edad. En el caso de las residencias de ancianos el riesgo es todavía mayor al ser entornos en los que conviven un gran número de adultos mayores incrementándose la exposición al virus y el consecuente riesgo de infección.
La inmunosenescencia no solo aumenta la susceptibilidad a las enfermedades, sino que reduce la eficacia que pueden ofrecer las vacunas contra estas. Una de las vacunas más importantes con las que contamos actualmente, la desarrollada contra la influenza, solo alcanza una efectividad de entre el 30-40% en las poblaciones mayores en riesgo. Este ha sido uno de los grandes retos a la hora de desarrollar las vacunas contra la Covid-19 que actualmente ya se están inoculando.
Las personas mayores de 80 años tienen muchas más probabilidades de fallecer como consecuencia de la Covid-19 que los menores de 40. Un resultado en el que no solo intervienen las enfermedades subyacentes sino también el envejecimiento inmunológico. Los cambios que se producen a través de nuestra red de células inmunes a medida que pasan los años son complejos. Los científicos que estudian el envejecimiento del sistema inmunológico señalan que su comprensión puede conducir no solo a una idea más clara sobre cómo la edad se relaciona con la vulnerabilidad ante las enfermedades, son también con el desarrollo de mejores tratamientos y vacunas.
Los expertos instan a aumentar los estudios que tengan en cuenta el estado inmunológico especial de las poblaciones que envejecen. La comprensión de estos cambios inmunológicos puede ayudar a encontrar mejores tratamientos y aumentar la eficacia de las vacunas
Cuando un virus penetra en nuestro cuerpo el sistema inmunológico pone en marcha una defensa celular rápida y violenta que sirve de alerta a otras células que provocan inflamación para comenzar la lucha. El sistema inmunológico innato también es responsable de limpiar las células dañadas incluso cuando no hay infección a la que combatir. Sin embargo, en las personas mayores, el “desperdicio” parece superar a la capacidad del sistema inmunológico para eliminarlo tal y como explica en The New York Times el doctor Eric Verdin, director ejecutivo del Instituto Busck para la Investigación del Envejecimiento en California. El sistema inmunológico innato se abruma y se mantiene en lo que define como un estado constante de alerta e inflamación. Al mismo tiempo se cree que las células envejecidas de los tejidos sufren modificaciones con la edad que pueden llevarlas a generar sustancias inflamatorias. Un posible estado de inflamación crónica que podría guardar relación con aspectos como la reducción de la movilidad de los ancianos y su fragilidad.
Un escenario en el que la lucha contra los patógenos se complica ya que este caos inflamatorio dificulta que los mensajes enviados por el sistema inmunológico innato alcancen sus objetivos. Además, existe el riesgo adicional de que el sistema inmunológico innato pueda reaccionar de forma exagerada. “Creemos que esta es una de las razones por las que las personas mayores son más vulnerables frente a la Covid-19”, afirma Verdin.
El doctor, junto a un grupo de expertos, opina que el envejecimiento del sistema inmunológico podría estar relacionado con los informes de Covid-19 severo que han culminado en una tormenta de citocinas, una reacción que causa un gran número de respuestas inmunes que puede conducir a múltiples fallos orgánicos. Esta inflamación también podría afectar a la eficacia de las vacunas en personas mayores.
Después del inicio de la respuesta inmune innata comienza una segunda respuesta del sistema inmunológico adaptativo que destruye metódicamente las células infectadas por el virus. En las personas mayores esta respuesta adaptativa no solo tarda más en producirse, sino que puede encontrarse con el referido caos inflamatorio tal y como explica la doctora Amber Mueller, investigadora postdoctoral en la Facultad de Medicina de Harvard. El retraso en la respuesta inmune adaptativa significa que el virus ha ganado tiempo para replicarse.
Ante esta fotografía los expertos instan a aumentar los estudios que tengan en cuenta el estado inmunológico especial de las poblaciones que envejecen. La comprensión de estos cambios inmunológicos puede ayudar a encontrar mejores tratamientos y aumentar la eficacia de las vacunas. Además, no solo pueden enfrentarse a esta situación los ancianos, sino que algunos jóvenes podrían experimentar este tipo de alteraciones de su sistema inmunológico como consecuencia de la Covid-19.