¿Qué papel pueden jugar los ensayos de desafío humano en la nueva fase de la pandemia?

A medida que evoluciona la pandemia y se incrementan las coberturas vacunales, los ensayos clínicos convencionales encuentran cada vez más obstáculos. Un escenario en el que los ensayos de desafío humano podrían ofrecer una solución práctica y oportuna.

Científica analizando muestras en un microscopio (Foto. Freepik)
Científica analizando muestras en un microscopio (Foto. Freepik)
CS
12 abril 2022 | 00:00 h

Los modelos de infección humana controlada (CHIM, por sus siglas en inglés), también denominados como ensayos de desafío humano han sido utilizados durante décadas como mecanismos para el estudio de la patogénesis y evaluar enfoques preventivos y terapéuticos. Desde la detección de los primeros casos de Covid-19 en la ciudad china de Wuhan, la comunidad científica comenzó a aunar esfuerzos para el desarrollo de vacunas seguras y eficaces con las que poder hacer frente al SARS-CoV-2. Pero fueron muchas las dudas que se plantearon a la hora de planificar e iniciar los ensayos clínicos. En estos primeros momentos de la pandemia los ensayos desafío humano se presentaron como una opción, pero fueron muchas las voces críticas que consideraron que exponer a sujetos voluntarios al virus sin contar con tratamientos efectivos, no era ético.

El eje central de cualquier CHIM implica equilibrar los beneficios científicos y de salud pública frente a los posibles eventos adversos que pudiesen producirse en los participantes del estudio. Una gran preocupación en el caso del SARS-CoV-2 si tenemos en cuenta la mortalidad y morbilidad asociadas con la Covid-19.

A principios del pasado mes de febrero se conocían los primeros resultados del único ensayo de desafío humano que se ha realizado con el SARS-CoV-2. A principios de 2021 iniciaron el ensayo con 34 voluntarios (26 hombres y ocho mujeres) que no habían cursado la infección por SARS-CoV-2 ni habían recibido ninguna dosis de la vacuna contra la Covid-19.

Estos fueron infectados con una dosis baja (aproximadamente el equivalente a la cantidad de virus presente en una gota de fluido nasal cuando nos encontramos en el momento de mayor infección) de la variante viral que había circulado en Reino Unido en julio de 2020. El estudio se desarrolló en una zona de alta contención del Royal Free Hospital de Londres. Los investigadores monitorizaron los síntomas y los sujetos fueron evaluados minuciosamente con pruebas rápidas de antígenos, PCR y anticuerpos. Los resultados fueron publicados por la revista Science.

"Los CHIM podrían usarse para evaluar inicialmente las vacunas y priorizar aquellas que parezcan más prometedoras"

En el momento actual de la pandemia en el que nos encontramos, algunas voces han comenzado a señalar de nuevo a los CHIM y las posibilidades que pueden plantear en un contexto en el que las coberturas de vacunación frente a la Covid-19 son bastante elevadas en gran parte de los países. ¿Pueden utilizarse este tipo de ensayos para responder a algunas de las cuestiones que continúa planteando el virus?

Tal y como expone un grupo de expertos en Nature en referencia a esta cuestión, la evolución de la pandemia ha creado la necesidad de alternativas a los estudios de campo que se han venido realizando. Al inicio de la pandemia, con una población altamente susceptible y una elevada tasa de ataque viral, los estudios prospectivos y los ensayos clínicos brindaron información rápida y valiosa sobre la enfermedad y la eficacia y seguridad de las vacunas.

El principal problema al que los fabricantes de vacunas tienen que hacer frente en el momento en el que nos encontramos es la drástica reducción de la población “inmunológicamente ingenua”, reducida como consecuencia de las medidas de contención del virus, las infecciones naturales y las vacunas. Motivo por el que se ha cuestionado la viabilidad de los ensayos de eficacia de campo oportunos, y los ensayos controlados con placebo son cada vez más difíciles de justificar.

A pesar de la fotografía epidemiológica que observamos, todavía existen decenas de candidatos a vacunas, anticuerpos monoclonales o antivirales que no se han sometido a ensayos clínicos y continúan en distintas etapas de investigación. Aunque los CHIM pueden presentarse como una alternativa factible ante los problemas que plantean los estudios de campo actuales, los expertos que analizan la cuestión en Nature destacan que existen limitaciones.

"A medida que aumenta el número de personas vacunadas, los CHIM podrían usarse para evaluar la duración de la protección de la vacuna"

 “A diferencia de los ensayos de campo, los estudios de desafío generalmente se limitan a la población más joven y saludable, lo que hace que la generalización a otras poblaciones sea menos confiable”, exponen. Manifiestan que si se utilizaran estos ensayos para evaluar, por ejemplo, cada variante de interés del SARS-CoV-2, el coste que supondría sería elevado y lento. “Esta ha sido la experiencia con los modelos de desafío de la influenza, haciendo que su uso oportuno para abordar preguntas sobre vacunas esté lejos de ser óptimo”.

“No obstante, los CHIM podrían usarse para evaluar inicialmente las vacunas y priorizar aquellas que parezcan más prometedoras. A medida que aumenta el número de personas vacunadas, los CHIM podrían usarse para evaluar la duración de la protección de la vacuna y, a medida que surgen variantes antigénicamente diversas, la protección de cepas cruzadas podría evaluarse en este modelo”, indican los expertos.

“Las personas con inmunidad preexistente también podrían ser desafiadas con dosis crecientes de la cepa de desafío o volver a ser desafiadas con nuevas cepas para comprender la inmunidad de protección cruzada. El modelo CHIM podría extenderse para abordar aún más preguntas de investigación. Los estudios de transmisión podrían extenderse para correlacionar la detección viral por varios métodos (PCR o cultivo) con la transmisión. También podrían determinarse los niveles de virus generados por aerosoles de individuos infectados”, añaden.

 En el contexto de los antivirales, anticuerpos monoclonales y otros agentes terapéuticos, los modelos de desafío “podrían refinar la dosis óptima y evaluar el efecto de la terapia sobre la infección sintomática y asintomática, y sobre la gravedad y duración de los síntomas”, concluyen.

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