El pasado 10 de marzo el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS) aprobaba el cambio del modelo de vigilancia epidemiológica de la Covid-19 en nuestro país. Desde el inicio de la pandemia las comunidades autónomas han reportado diariamente al Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), los datos relativos a los nuevos contagios, fallecidos, hospitalizaciones y altas, entro otros.
El nuevo modelo anunciado se centrará en los pacientes vulnerables y en los casos más graves. En el anterior CISNS la titular de Sanidad, Carolina Darias, ya anunció que los informes diarios relativos a la vacunación pasarían de publicarse de cinco a un día a la semana, mientras que los centrados en la situación epidemiológica se reducirán de cinco a dos a la semana. Ahora se pone en marcha esta fase transición que culminará con elsistema de vigilancia centinela cuya misión principal se focalizará en detectar incrementos de la incidencia de la enfermedad en la población, detección de nueva variantes del SARS-CoV-2 y la evaluación de la efectividad de las vacunas.
El objetivo de Sanidad es que este nuevo sistema pueda implementarse antes de que finalice el primer trimestre de 2023 como parte del sistema de vigilancia centinela de las infecciones respiratorias agudas leves (IRAs) en atención primaria y graves (IRAG) en atención hospitalaria. El desarrollo de este plan correrá a cargo de representantes del Ministerio de Sanidad y de las comunidades autónomas.
El anuncio se produce en un momento en el que cada vez son más los países europeos que dicen adiós a las medidas, restricciones e intervenciones no farmacológicas impuestas para frenar la propagación del virus.
El 11 de enero se conocieron las intenciones del Gobierno del paso que ahora se ha dado en el CISNS: “gripalizar” la Covid-19 una vez que la sexta ola iniciase el descenso de la curva. Fue en este momento cuando tanto dentro como fuera de España se comenzó a hablar del término “endemia”. Un debate que encuentra su origen en las propias características de la variante Ómicron (B.1.1.529, detectada originalmente en Sudáfrica), la dominante a nivel global. Esta cuenta con una mayor capacidad de transmisión y cierto escape inmunitario, pero la enfermedad que provoca es más leve que sus predecesoras. Este último punto debe ser entendido y contextualizado en un escenario en el que las tasas de cobertura vacunal frente a la Covid-19 son amplias.
La inmunidad generada por las vacunas se suma a la protección derivada del elevado volumen de infecciones provocadas por Ómicron. Esta situación ha avivado el debate que nos llevaría a dejar de hablar de una pandemia y comenzar a hacerlo de endemia.
¿ES POSIBLE HABLAR DE ENDEMIA EN ESTE MOMENTO?
Lo primero que debemos tener claro es que no podemos asociar la endemia con el final de la pandemia. El SARS-CoV-2 ha llegado para quedarse y todo apunta a que tendremos que convivir con este virus como ya lo hacemos con otras enfermedades respiratorias como la gripe. Cabe destacar que, de forma contraria a lo que muchos no solo piensan sino que también afirman, que la Covid-19 no puede ser comparada con la gripe no solo por tratarse de dos virus distintos sino porque además, sus implicaciones y consecuencias para la salud son claramente diferentes.
Recientes datos ofrecidos por la OMS revelan que el 56% de la población mundial cuenta ya con la pauta completa de vacunación frente a la Covid-19. En el caso de los países con menos recursos, hablamos del 9%
Cuando hablamos de una enfermedad endémica lo hacemos de aquella que está constantemente presente en una población o región con una propagación relativamente baja. En el caso de la enfermedad epidémica, esta se caracteriza por un súbito incremento de los casos con propagación a un elevado porcentaje de la población.
Los expertos en el campo de la epidemiología exponen que una enfermedad se considera endémica cuando los niveles de transmisión son consistentes y pueden ser predecibles, a diferencia de las olas que registra una pandemia. Por el momento, esta situación no se ha dado con la Covid-19 aunque la sexta ola sea un contraste en sí misma dadas las cifras récord de contagios, pero el relativo bajo impacto en términos asistenciales y de letalidad si se compara con las olas anteriores a la inmunización de la población a través de las vacunas.
En este sentido hay que señalar que la situación de España no es extrapolable a muchos otros países. La mayoría de las naciones occidentales con amplios recursos económicos cuentan con elevadas tasas de cobertura vacunal. Fotografía que no se replica en los países con menos recursos. Recientes datos ofrecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) revelan que el 56% de la población mundial cuenta ya con la pauta completa de vacunación frente a la Covid-19. En el caso de los países con menos recursos, hablamos del 9%.
Este contexto radica en la falta equidad en el acceso global a los sueros. La desigual cobertura vacunal entre países ricos y pobres se presenta como el caldo de cultivo perfecto para el desarrollo de nuevas variantes del SARS-CoV-2. Ómicron es el ejemplo más reciente de cómo la escenario epidemiológico global puede cambiar en cuestión de pocas semanas.
Este es el gran temor de los expertos en la relajación y eliminación de las medidas preventivas cuando no todo el mundo está protegido: el surgimiento de una nueva variante con una capacidad mayor de escape inmunitario o que fuese capaz de provocar una enfermedad más grave. Se suma el hecho de que la inmunidad mediada por los sueros desciende con el transcurso del tiempo y el debate sobre hasta cuando continuar administrando refuerzos en población sana será sostenible.
Cuando hablamos de una enfermedad endémica lo hacemos de aquella que está constantemente presente en una población o región con una propagación relativamente baja. En el caso de la enfermedad epidémica, esta se caracteriza por un súbito incremento de los casos con propagación a un elevado porcentaje de la población
Catherine Smallwood, una de las principales responsables de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para Europa, se mostraba contraria a principios de enero con la posibilidad de tratar la Covid-19 como endémica: "No se cumplen las condiciones para ello".
"En este momento, las condiciones para la endemia no se cumplen", sentenciaba. "La endemia asume cierta estabilidad de circulación del virus a unos niveles predecibles y unas olas de transmisión epidémica conocidas y predecibles, pero, lo que vemos en este momento, entrando en 2022, no se acerca en absoluto a eso".
Cierto es que la situación continúa siendo complicada, pero la fotografía que observamos ahora, es muy distinta de la de marzo de 2020. “Nunca antes habíamos visto una pandemia provocada por un coronavirus. Y nunca antes hemos visto una pandemia que pueda ser controlada, al mismo tiempo”, declaraba el 11 de marzo de 2020 el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Ahora contamos con las vacunas aunque la asignatura pendiente de la humanidad continúa siendo la solidaridad y trabajar para garantizar el acceso global equitativo a los sueros. Contamos con mayor conocimiento sobre el virus y nuestras capacidades sobre cómo manejarlo y prevenir las infecciones son más sólidas que hace dos años. Además, se ha avanzado significativamente en tratamientos para los pacientes afectados y esta es una vía sobre la que todavía queda mucho camino por andar, pero necesaria ya que la lucha contra el virus no puede basarse únicamente en la inmunización ya que seguiremos teniendo que atender a personas infectadas (hasta el momento no se cuenta con vacunas esterilizantes), especialmente entre los grupos vulnerables al virus.
La situación de pandemia fue declarada cuando la Covid-19 cruzó todas las fronteras desbordando los sistemas sanitarios de todo el mundo, condenando a las sociedades y economías a unos de los meses más oscuros y de mayor incertidumbre de nuestra historia reciente. La situación ha cambiado significativamente y ese es el motivo por el que la palabra endemia comienza a aflorar en cada vez un mayor número de debates y discusiones. Además, existen una serie de criterios que deben ser tenidos en cuenta a la hora de declarar el fin de una pandemia.
Un nuevo escenario en el que aprendemos a convivir con un virus de aparición continuada y permanente como sucede con otros virus respiratorios. La expansión de la variante Ómicron y el aumento de las coberturas vacunales frente a la Covid-19 han sentado precisamente estas bases del posible inicio de la nueva fase de la pandemia en la que la inmunidad general e híbrida de la población se está incrementando de forma veloz. Ahora serán el tiempo y el propio virus, los dos indicadores que muestren el camino, sin olvidar que, nadie estará a salvo hasta que todos lo estemos.