Las vacunas son la mejor forma de protegerse y proteger a los demás de la COVID-19. Todos y cada uno de los sueros que actualmente se están inoculando en gran parte del mundo han demostrado su eficacia y seguridad a la hora de prevenir la enfermedad de forma moderada y/o grave y, por ende, contribuyen a reducir la mortalidad. Pero estas no pueden ser el único camino para acabar con la pandemia provocada por el SARS-CoV-2.
Las cifras de contagios continúan incrementándose, motivadas por la amplia circulación del virus y la mayor presencia de variantes como Delta (B.1.617.2, detectada originalmente en India), que aumenta la transmisibilidad del virus. Los sistemas sanitarios llevan sometidos a una peligrosa presión asistencial desde hace demasiado tiempo y se necesitan tratamientos contra la COVID-19 que ayuden a mejorar los síntomas de la enfermedad y reducir las estancias hospitalarias. Especialmente en UCI. En este escenario entran en juego los anticuerpos monoclonales.
Los anticuerpos monoclonales son proteínas elaboradas en laboratorio que tienen por objetivo ayudar a reactivar el sistema inmunológico para combatir la COVID-19. Hay que tener en cuenta que necesitan ser administrados de la forma más temprana posible (dentro de los 10 días posteriores al inicio de los síntomas) para que surtan efecto. Estos pueden administrarse mediante inyección o infusión intravenosa. Tanto la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés), como la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) han emitido opiniones positivas sobre varios tratamientos basados en anticuerpos monoclonales para tratar a pacientes con infección por SARS-CoV-2.
Estas terapias con anticuerpos monoclonales han sido diseñadas para tratar la COVID-19 leve y moderada en adultos y niños mayores de 12 años, que presentan un alto riesgo de progresión de la enfermedad a grave. Los anticuerpos monoclonales logran evitar las complicaciones e ingresos hospitalarios de los pacientes infectados por el SARS-CoV-2, tal y como afirma Giuseppe Remuzzi, director del Centro de Investigación Farmacológico Mario Negri de Milán.
Administrado en el momento oportuno de la infección y en el tipo de paciente adecuado son una gran opción a la hora de tratar pacientes con posibilidad de cursar la enfermedad de forma grave
Dichos anticuerpos monoclonales se extraen del plasma de la sangre de pacientes que han logrado superar la Covid-19 con una alta carga vírica. Son copiados y se introducen en medicamentos que generan un tratamiento que, tal y como explicó Remuzzi en un encuentro con periodistas extranjeros recogido por La Vanguardia, administrado en el momento oportuno de la infección y en el tipo de paciente adecuado son una gran opción a la hora de tratar pacientes con posibilidad de cursar la enfermedad de forma grave.
“Los anticuerpos monoclonales son una herramienta importante, que ciertamente contribuyen a la lucha contra el SARS-CoV-2, y en particular a prevenir la progresión de la enfermedad en la fase inicial en las personas más frágiles. Sin embargo, no les podemos atribuir las propiedades salvadoras que no tienen para los enfermos graves; porque eso sería un error, basándonos en las evidencias que tenemos, y crearíamos expectativas que luego pueden ser defraudadas”, destaca el presidente del Instituto Superior de Sanidad de Italia, Franco Locatelli.
Remuzzi dejaba claro en el referido encuentro que, a pesar de que este tratamiento es de reciente aprobación, “son efectivos siempre y cuando se empleé en los primeros días desde la enfermedad”. El experto deja claro que este tratamiento “no obtiene buenos resultados en pacientes que ya padezcan insuficiencia respiratoria o que requieran de oxígeno o respiración asistida a través de un ventilador".
“No obtiene buenos resultados en pacientes que ya padezcan insuficiencia respiratoria o que requieran de oxígeno o respiración asistida a través de un ventilador"
“El uso de fármacos de anticuerpos monoclonales indica la eficacia de los anticuerpos para reducir la carga viral de la persona infectada”, expresa por su parte Carlo Federico Perno, responsable de microbiología del centro pediátrico Bambino Gesú de Roma. "El virus es más grave cuando la carga viral es más alta y ya hay medicamentos que pueden reducirla".
ITALIA, EJEMPLO QUE DEBERÍA SEGUIR ESPAÑA
El pasado 5 de febrero la Agencia Italiana del Medicamento (AIFA) y el Ministerio de Sanidad anunciaban la aprobación para la utilización en el ámbito clínico con carácter de emergencia de fármacos basados en anticuerpos monoclonales en pacientes con Covid-19. Una decisión que sitúa al país junto con Alemania a la cabeza de la Unión Europea en su utilización.
Los expertos italianos señalan que estos tratamientos basados en anticuerpos monoclonales, si se expande su utilización, podrían contribuir notablemente a la reducción de la transmisibilidad del virus y por tanto su capacidad de mutación y nuevas variantes.
De acuerdo a los datos hechos públicos por la AIFA, actualmente en Italia se están administrando mABS (monoclonal antibodies) 786 por semana con unos incrementos semanales del 10%. Remuzzi ha explicado que la necesidad de un control médico y el alto coste de estos fármacos, situado alrededor de los 2.000 euros, hace que por el momento su utilización se limite a los pacientes que presentan un mayor riesgo. Las estimaciones realizadas en base a esto (conservadoras en este momento ya que hablamos de fármacos cuya adopción está aún creciendo) indican que Italia estaría realizando una inversión en este grupo terapéutico de 76,5 millones de euros anuales.
Si España siguiese la estela italiana, realizando los ajustes de población y teniendo en cuenta que manejamos estimaciones, hablaríamos de una inversión anual de alrededor de 60,3 millones de euros en mABS para tratar 30.180 pacientes al año. De acuerdo al informe de datos oficiales sobre la situación epidemiológica del Ministerio de Sanidad, con fecha de 4 de mayo de 2021, en nuestro país hay 9.592 pacientes ingresados con Covid-19, con un total de 2.292 en UCI.