El último informe hecho público por el Ministerio de Sanidad relativo a la situación epidemiológica de nuestro país muestra, un día más, una preocupante fotografía. Desde la última actualización, realizada el pasado viernes 7 de enero. España ha sumado 292.394 nuevos casos de Covid-19 de los que 44.039 se habían registrado en las últimas 24 horas. Unas cifras que se traducen en una incidencia acumulada a 14 días por cada 100.000 habitantes de de 2.989 puntos. En términos de mortalidad, se han producido 202 muertes desde el pasado viernes con 373 decesos con fecha de defunción en los últimos siete días. Unos datos que indican un descenso de la letalidad del 0,1 hasta situarse en el 1,2%.
Actualmente, hay 16.496 pacientes ingresados por Covid-19 en toda España, situándose porcentaje de camas ocupadas por pacientes Covid en el 13,40%. Respecto a las camas de UCI, el número de pacientes se sitúa en 2.200, con una ocupación situada en el 23,58%.
En las últimas 24 horas, ha habido 2.023 ingresos por Covid-19 y 997 altas. Mientras, la positividad de las pruebas diagnósticas realizadas se sitúa en el 37,12%.
La variante Ómicron (B.1.1.529, detectada originalmente en Sudáfrica), se encuentra detrás de las cifras récord que nuestro país registra desde hace algunas semanas. Con esta fotografía de fondo el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha informado de que su Ejecutivo se encuentra trabajando en un plan destinado a abordar la evolución de la pandemia de la misma forma que ya se hace con la gripe común. ¿Es el momento de “gripalizar” la Covid-19?
De acuerdo con el último informe sobre el avance de la Estrategia de Vacunación contra la Covid-19, el 90,4% de los mayores de 12 años ya ha cuentan con la pauta completa. En cuanto a las dosis de refuerzo se han inoculado ya 15.761.630, mientras que casi el 35% de los menores con edades comprendidas entre los cinco y los 11 años ya han recibido su primera dosis.
Se selecciona un grupo compuesto por profesionales médicos de Atención Primaria y hospitalaria al que se suman hospitales escogidos de forma estratégica con el objetivo de crear una muestra que resulte estadísticamente significativa. De esta forma, tal y como se viene haciendo con la gripe, se calcularía la expansión de la enfermedad mediante extrapolaciones dejando atrás el conteo exhaustivo de los casos
Tal y como informan desde el diario El País, el siguiente paso en el que el Gobierno llevaría trabajando varios meses sería el de poner fin a la monitorización de cada caso de Covid-19 y no realizar pruebas ante la aparición del menor síntoma. Una monitorización como la que se realiza con la gripe y el resto de enfermedades respiratorias. Se trata de abandonar de forma paulatina la vigilancia universal de la que hemos sido testigos en los casi dos últimos años para entrar en una nueva fase “centinela”.
Este sistema es el empleado con la gripe. Se selecciona un grupo compuesto por profesionales médicos de Atención Primaria y hospitalaria al que se suman hospitales escogidos de forma estratégica con el objetivo de crear una muestra que resulte estadísticamente significativa. De esta forma, tal y como se viene haciendo con la gripe, se calcularía la expansión de la enfermedad mediante extrapolaciones dejando atrás el conteo exhaustivo de los casos que se efectúa hasta la fecha. La citada cabecera informa de que esta estrategia se lleva preparando desde el verano de 2020 y entra ahora en su fase final.
El País señala que los responsables del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), del Centro Nacional de Epidemiología (CNE) y de la Ponencia de Alertas, en la que se encuentran representantes técnicos de todas las comunidades autónomas, mantendrán reuniones esta semana para debatir el momento y el proceso a seguir para la implementación de este nuevo enfoque para analizar la expansión de la pandemia. Por el momento, no hay ninguna fecha prevista.
Son cada vez más las voces que abogan por comenzar a tratar la Covid-19 como el resto de enfermedades respiratorias con las que convivimos, siempre realizando pruebas diagnósticas a los pacientes que requieren hospitalización, continuando con una estrecha vigilancia genómica del virus y manteniendo el aprendizaje de la importancia de lecciones como el valor de las intervenciones no farmacológicas
"Ahora, dada la enorme transmisibilidad de la Covid, resulta un desafío muy grande cumplir estrictamente con los protocolos de vigilancia universal, se está haciendo imposible", explica tal y como recogen en el citado diario Amparo Larrauri, responsable del grupo de vigilancia de gripe y otros virus respiratorios del CNE. Con el avance de la campaña de vacunación contra la Covid-19 hemos sido testigos en los últimos meses de la relajación de las medidas y protocolos. Uno de los cambios más importantes entre los acaecidos en las últimas semanas es la supresión de la cuarentena para los contactos estrechos completamente vacunados de los casos positivos de Covid-19. Otro ejemplo lo encontramos en la reducción de las cuarentenas de 10 a siete días de los casos confirmados que pueden retomar su vida normal transcurrido este periodo sin necesidad de realizarse una prueba diagnóstica siempre y cuando no manifiesten síntomas.
"Ante esta nueva realidad, estamos trabajando en la transición desde la vigilancia universal a una centinela de infección respiratoria aguda leve en primaria y grave en hospitales. Pero no se puede cambiar de la noche a la mañana. Tenemos compromisos internacionales y hay que consolidar los sistemas centinela", asevera Larrauri.
El debate está abierto: ¿es el momento de tratar a la Covid-19 como un virus respiratorio más? A pesar de las elevadas cifras de nuevos contagios que se reportan cada día y del incremento de las reinfecciones motivadas por Ómicron, lo cierto es que el aumento de la presión asistencial no es comparable al de olas anteriores previas al inicio de la vacunación. Se suma el hecho de que Ómicron, de acuerdo con la evidencia científica con la que se cuenta hasta el momento, provoca una enfermedad más leve y focalizada en las vías respiratorias altas en vez de en los pulmones. Dada su alta transmisibilidad y las elevadas coberturas de vacunación frente al SARS-CoV-2, el grado de inmunización de la población está cada vez más reforzado.
Los expertos coinciden a la hora de señalar que no es el momento de “gripalizar” la Covid-19. No al menos hasta que finalice la sexta ola, pero sí creen que este cambio de paradigma en la pandemia se producirá a lo largo de este año. Salvo sorpresas en la genética del virus, son cada vez más las voces que abogan por comenzar a tratar la Covid-19 como el resto de enfermedades respiratorias con las que convivimos, siempre realizando pruebas diagnósticas a los pacientes que requieren hospitalización, continuando con una estrecha vigilancia genómica del virus y manteniendo el aprendizaje de la importancia de lecciones como el valor de las intervenciones no farmacológicas como son la higiene de manos, la correcta ventilación de los espacios o el uso de mascarillas siempre que estemos enfermos o comencemos a manifestar algún síntoma, ya no solo asociado a la Covid-19 sino a cualquier enfermedad respiratoria.