En la mayoría de países las campañas de vacunación masiva contra la Covid-19 se iniciaron priorizando a la población de mayor edad y grupos de riesgo como personas inmunocomprometidas, con el objetivo de protegerles ante una posible infección por SARS-CoV-2. Las residencias de mayores se convirtieron en el principal objetivo para la inoculación de las primeras dosis recibidas por los gobiernos, como consecuencia del elevado impacto en términos de morbilidad y mortalidad que han sufrido durante los momentos más críticos de la pandemia.
En el otoño de 2021, atendiendo a la reducción de las protección mediada por las vacunas y en un periodo de dominancia de la variante Delta (B.1.617.2) y Ómicron (B.1.1.529) los reguladores comenzaron a dar el visto bueno a las terceras dosis o refuerzos. A pesar del riesgo que el SARS-CoV-2 supone para los adultos mayores, lo cierto es que todavía contamos con evidencia limitada sobre la efectividad de los refuerzos para mitigar el riesgo de infección y muerte en población vulnerable ya que los ensayos clínicos no incluyeron a residentes de hogares de ancianos. Razón por la que las residencias se posicionan como entornos óptimos para evaluar la efectividad de los refuerzos de las vacunas contra la Covid-19.
Este es el punto de partida de un reciente estudio publicado JAMA Network que ha analizado la efectividad estimada de los refuerzos con vacunas de ARNm que se han administrado en residencias en Estados Unidos. La investigación ha contado con una muestra de 10.949 residentes de 202 hogares de ancianos comunitarios y 4.321 residentes de 128 centros comunitarios pertenecientes a la Administración de Salud de Veteranos. Todos habían completado una pauta de vacunación de dos dosis con sueros de Pfizer/BioNTech o Moderna y fueron elegibles para la inoculación del refuerzo entre el 22 de septiembre y el 30 de noviembre de 2021. El seguimiento de los participantes se realizó hasta el 8 de marzo de 2022.
"Estos hallazgos sugieren que la administración de refuerzos de las vacunas a los residentes de hogares de ancianos puede tener un papel importante en la prevención de la morbilidad y la mortalidad asociadas con la Covid-19"
La infección natural por SARS-CoV-2, la hospitalización o muerte se monitorizaron hasta 12 semanas después de la administración del refuerzo. Para el estudio se crearon dos grupos. El primero incluía 2020 hogares comunitarios con 8.332 residentes con refuerzo frente a 10.886 residentes sin refuerzo. El segundo grupo incluía 128 centros comunitarios con 3.289 residentes con refuerzo y 4.317 residentes a los que no se les había inoculado la tercera dosis.
La inoculación de una dosis de refuerzo se asoció con reducciones en las infecciones por SARS-CoV-2 del 37,7% en el grupo 1 y del 57,7% en el grupo 2. Si hablamos de hospitalización se observaron reducciones del 74,4% en el grupo 1 y del 64,1% para el grupo 2. La efectividad estimada de los refuerzos a la hora de reducir la mortalidad fue del 87,9% en el grupo 1, pero no fue estadísticamente significativa para el grupo 2.
En el análisis combinado de efectividad en la reducción de hospitalización o muerte asociados a la infección por SARS-CoV-2, los residentes con refuerzo del grupo 1 reportaron un 80,3% de reducción, mientras que en el grupo 2 la cifra fue del 63,8%.
“En este estudio, durante el periodo de circulación de las variantes Delta y Ómicron, la vacunación de refuerzo contra el SARS-CoV-2 se asoció con reducciones significativas en las infecciones, las hospitalizaciones y en la combinación de hospitalización y muerte entre los residentes de los dos grupos analizados. Estos hallazgos sugieren que la administración de refuerzos de las vacunas a los residentes de hogares de ancianos puede tener un papel importante en la prevención de la morbilidad y la mortalidad asociadas con la Covid-19”, concluyen los autores del estudio.