El nuevo coronavirus SARS-CoV-2, causante de la Covid-19, se ha convertido en la peor pandemia a la que ha tenido que hacer frente la Humanidad en los últimos 100 años. Nuestra historia está marcada por la lucha contra las enfermedades y en estos tiempos conviene recordar que antes de la Covid-19, el mundo ha combatido contra otras pandemias y continúa luchando contra multitud de enfermedades que, a día de hoy, provocan millones de muertes en todo el mundo.
Este ha sido el punto de partida de “Historia de las epidemias”. Una jornada organizada por la Fundación Ciencias de la Salud este miércoles 14 de octubre que ha puesto el foco en cómo la Humanidad se ha enfrentado a otras pandemias que han marcado no solo los campos de la ciencia y la medicina, sino que han virado el rumbo de nuestra historia. Hablamos de la peste, el cólera, la viruela, la tuberculosis, la malaria o la gripe de 1918.
“Vivimos un momento muy complejo pero la verdad, es que esta situación no es nueva para la Humanidad porque la enfermedad forma parte intrínseca de nuestra historia”, ha iniciado la presentación Cristina Henríquez de Luna, vicepresidenta de la Fundación Ciencias de la Salud y directora general de GSK.
“Si bien no es la primera pandemia, nuestras actuales formas de vida han permitido que la Covid-19 se extienda con una virulencia que no habíamos visto ni con la epidemia de gripe de 1918. Aunque la letalidad no es comparable, tenemos una sociedad sumida en el miedo, la ansiedad y la incertidumbre”.
En este sentido ha puesto en valor la Historia. “Produce certezas, aunque no predice el futuro, pero es una maestra del presente”, ha expuesto. Ha finalizado la presentación destacando el “carácter recurrente de las pandemias”, por lo que “tenemos que reflexionar sobre lo que estamos viviendo”. Un punto en el que la ciencia y la medicina son nuestras defensas que han permitido “reducir los plazos de resolución de estos problemas”, ha ejemplificado con enfermedades como la sífilis o el VIH que, después de décadas de avances en la ciencia se han convertido en enfermedades crónicas.
“Pero hay otras como la malaria o la tuberculosis que son endémicas y provocan millones de muertes al año”, ha recordado.
“Si bien no es la primera pandemia, nuestras actuales formas de vida han permitido que la Covid-19 se extienda con una virulencia que no habíamos visto ni con la epidemia de gripe de 1918. Aunque la letalidad no es comparable, tenemos una sociedad sumida en el miedo, la ansiedad y la incertidumbre”
Por su parte, el presidente de la Fundación de Ciencias de la Salud, Diego Gracia, ha puesto el foco en dos conceptos de vital importancia que se han olvidado tanto en el campo de la medicina como en la cultura de las sociedades, especialmente en las occidentales. Hablamos de la educación sanitaria y la forma en la que los seres humanos nos relacionamos con nuestro entorno. Dos elementos fundamentales a la hora de entender el origen y desarrollo de las enfermedades infecciosas y las epidemias.
“La educación sanitaria habría que darla en las escuelas y a todos los individuos. Todos deben cuidar su salud”, ha expresado recordando los manuales de educación en salud del siglo XIX. “Desde el siglo III a.c. se ha desarrollado en todas las culturas hasta el siglo XVIII. En el siglo de la luz hay una cosa que se descubre muy importante: la salud pública”, ha señalado como el punto de inflexión del cuidado de la salud en el ámbito privado al inicio de la política sanitaria “desarrollada exponencialmente en los siglos XIX y XX hasta el punto de considerarse las epidemias punto exclusivo de la política sanitaria”, ha comenzado su intervención Gracia.
“Estamos viendo los límites que tienen la salud pública, la política sanitaria y la epidemiología porque hemos olvidado en gran medida la educación sanitaria que desde hace siglos se venía practicando. Nos parecen cosas del pasado”
“Estamos viendo los límites que tienen la salud pública, la política sanitaria y la epidemiología porque hemos olvidado en gran medida la educación sanitaria que desde hace siglos se venía practicando. Nos parecen cosas del pasado”, ha asegurado criticando que “en el año 2020 nos tengan que recordar que nos lavemos con frecuencia las manos, demuestra que habremos avanzado en muchas cosas, pero retrocedido en otras”.
“La tesis que ha corrido desde el siglo XIX es que las epidemias proceden de microorganismos y es necesario erradicarlas, como es el caso del paradigma establecido con la viruela”, indicando que, en la mentalidad médica de los años 50, con la aparición de los antibióticos, se consideraba cercano el final de las enfermedades infecciosas. Un final marcado por la penicilina. “Esta estrategia de la medicina sigue teniéndola la cultura occidental, una cultura del exterminio de los gérmenes patógenos y que, a poco que se analice, es falsa como demuestra la ecología”.
“Las epidemias se responden con cambios culturales y no pensando que un mero fármaco acabará con ellas”
“Este cambio de la mentalidad de exterminio a la mentalidad ecológica que se está produciendo es fundamental. Los expertos trabajan para, en vez de acabar con el germen, ver cómo pueden evitar que genere enfermedades buscando el equilibrio”.
“Las enfermedades infecciosas, epidemias y pandemias nos tienen que enseñar a que debemos cambiar la mentalidad. No solo los médicos sino la sociedad general. Pasar de una mentalidad basada en que las vacunas acabarán con las enfermedades microbianas a una ecológica en la que se respete no solo al organismo sino también a su medio. Generalmente, las epidemias se deben a la intrusión del ser humano en medios que no sabemos controlar”, ha expuesto señalando esta reflexión como posible seguro del SARS-CoV-2.
“Las epidemias se responden con cambios culturales y no pensando que un mero fármaco acabará con ellas”, ha recalcado incidiendo en la necesidad de “generar una nueva cultura”. “Hay que modificar la idea que el ser humano tiene respecto a la naturaleza. El ser humano no es nada sin tener en cuenta el contexto, la ecología”.
Ha concluido su intervención reiterando que debemos cambiar la percepción que tenemos sobre el entorno y los seres vivos sino queremos que la pandemia en la que nos hallamos inmersos “no sea el último aviso”.