El nombre de Eduardo Aparicio Minguijón saltó a los medios de comunicación en marzo de 2018. El graduado en Medicina por la Universidad de Alcalá se convirtió entonces en el número 1 en la prueba de médico interno residente (MIR).
Tres años más tarde, Aparicio desarrolla su residencia en el Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario 12 de Octubre (Madrid). En una entrevista telefónica concedida a ConSalud.es, el facultativo explica cómo está siendo el trabajo de su especialidad en la lucha contra la pandemia de la COVID-19.
Dentro de pocos días se cumple un año de la declaración del estado de alarma por la crisis de la COVID-19 en España. Doce meses más tarde y tres olas después, ¿cuál es la situación en vuestro hospital?
Ahora estamos mejor. En el 12 de Octubre se está notando, claramente, que nos vamos recuperando poco a poco de la tercera ola. Han bajado mucho los ingresos, si bien nos siguen quedando bastantes pacientes en la planta y en la UCI. El pico de la tercera ola ha sido bastante pronunciado.
La pandemia ha puesto sobre la mesa la importancia de servicios como Urgencias, Enfermedades Infecciosas, Medicina Intensiva o Neumología. No obstante, uno de los eslabones fundamentales en la lucha frente al SARS-CoV-2 es Medicina Interna. ¿Qué papel están desempeñando vuestros equipos?
Claro. Para la gente que no es del ámbito sanitario la especialidad de Medicina Interna es, quizás, más desconocida. No saben muy bien a qué se dedican los internistas. Al final, llevamos el peso de la mayor parte de la hospitalización y, en concreto, hemos sido los encargados de ver al 90% de los pacientes con coronavirus ingresados en el hospital.
"En la primera ola llegamos a asistir, solo a cargo del Servicio de Medicina Interna, a más de 900 personas. Estas cifras suponen casi quintuplicar el cupo de pacientes"
Si bien la labor de otros especialistas está siendo fundamental, Medicina Interna ha llevado gran parte de todo el peso. En el 12 de Octubre, por ejemplo, tenemos un Servicio de Medicina Interna que atiende, de forma habitual, un volumen máximo de pacientes de 200 camas. En el caso de la primera ola llegamos a asistir, solo a nuestro cargo, a más de 900 personas. Estas cifras suponen casi quintuplicar el cupo de pacientes.
¿Ha ido cambiando el perfil de paciente que atendéis?
Efectivamente ha ido variando, más que nada, por el contexto de las distintas olas de la pandemia. En los momentos con menor presión hospitalaria había pacientes más leves. Podíamos ingresar un mayor porcentaje de personas que presentaban neumonía por coronavirus pero con una afectación más leve, solo para vigilarles.
No obstante, en los picos más altos, se ha percibido la gravedad de los pacientes. Estábamos colapsados con personas que presentaban cuadros muy graves. No creo que las diferencias de gravedad tengan su origen en las distintas variantes; simplemente se ha reflejado el grado de saturación del sistema sanitario en cada momento.
Sí que hemos apreciado que los pacientes habituales de Medicina Interna, con otras patologías no COVID-19, se han tenido que quedar en casa en los momentos de saturación hospitalaria y han llegado con una situación más grave de lo normal: personas con cánceres avanzados, infartos evolucionados o infecciones pulmonares más severas de lo que solemos ver. Lo hemos visto, sí.
¿Cómo ha sido el trabajo de un número 1 del MIR en los momentos más complejos de la crisis sanitaria?
Al final el número del MIR es algo anecdótico. En el momento en el que entras a formar parte de la especialidad trabajamos todos de igual a igual. Ahora mismo estoy en el tercer año de residencia de Medicina Interna y, por tanto, en algunos aspectos tengo la función de un MIR veterano, con más responsabilidad.
Durante este periodo he trabajado tanto en plantas con enfermos de coronavirus como con pacientes con otras patologías. También en las guardias, donde hemos tratado a muchísimos pacientes con la COVID-19.
Nos hemos visto bastante saturados y con más trabajo del habitual. Han sido meses duros, especialmente en la primera ola, si bien los meses siguientes se han caracterizado también por un trabajo duro, con poco descanso.
Las jornadas delante de los apuntes han dado paso a horas de sesiones clínicas multidisciplinares y lectura de infinidad de artículos científicos. ¿Cómo se simultanea la adquisición de estos nuevos conocimientos con su aplicación sobre la marcha?
Es cierto. Durante toda la pandemia se está produciendo un boom de investigación. En la primera ola se probaban los tratamientos en pacientes con la COVID-19 sin disponer de estudios científicos ni evidencia que los respaldase. Se extrapolaban a otras enfermedades y había mucha incertidumbre: no se sabía si mejoraba el estado de los pacientes, si había algún tratamiento efectivo.
Según ha ido avanzando la crisis se ha hecho un esfuerzo muy importante en investigación que ha ido permitiendo revertir esta situación. Muchos médicos han combinado la atención a los pacientes con la investigación. Tengo compañeros que han estado dedicados al seguimiento de los pacientes con la COVID-19 para evaluar las complicaciones que desarrolla la enfermedad. En los momentos de máxima presión estábamos más centrados en la atención al paciente, pero se ha compaginado con el resto de procesos.
Como futuro internista, ¿qué lecciones extraes de esta crisis de la COVID-19?
La importancia de reforzar nuestro sistema sanitario para hacer frente a crisis similares. Es evidente que el colapso de la primera ola es una situación excepcional de sobrecarga, algo totalmente inusual en los hospitales.
Sí es verdad que ya hemos tenido enfermedades infecciosas como la ocasionada por el SARS-CoV-1 o variantes de gripe que podían haber llegado a ser más peligrosas.
Como hemos visto a lo largo de la historia, este tipo de pandemias pueden ocurrir en cualquier momento. Tenemos que estar preparados y, una vez que pase todo, reforzar al máximo posible. Asimismo, debemos atender al resto de pacientes con otras patologías que se hayan visto perjudicadas durante la crisis sanitaria.
En una entrevista concedida a ConSalud.es en 2018 comentabas que Neurología o Hematología eran otras de las especialidades que barajabas antes ser residente. ¿La experiencia clínica de estos años ha reforzado tu decisión sobre Medicina Interna?
Sí. A los médicos que nos gusta esta especialidad se debe, en gran medida, a su capacidad de abarcar un entorno muy amplio de la Medicina. Aunque no son tan profundos, tenemos conocimientos de muchos campos y eso es porque nos gustan varias especialidades.
"Como hemos visto a lo largo de la historia, este tipo de pandemias pueden ocurrir en cualquier momento. Tenemos que estar preparados y, una vez que pase todo, reforzar al máximo posible"
Durante mi formación he estado trabajando también en los servicios de Neurología y de Hematología y me han gustado mucho. He aprendido conocimientos de estas áreas pero me refuerzo en mi decisión. Estoy contento en Medicina Interna, disfruto del trabajo.
Al finalizar tu residencia en el Servicio de Medicina Interna, ¿te gustaría seguir vinculado al Hospital Universitario 12 de Octubre como adjunto?
Todavía queda un tiempo y, al final, depende de muchos factores. Yo estoy muy contento en mi servicio, tengo una gran relación con mis compañeros y es un lugar muy bueno para trabajar.
¿Qué consejo darías a los estudiantes de Medicina que les gustaría seguir tus pasos?
Lo importante es que cuando acaben la carrera y deban escoger una especialidad, se guíen por aquello que les guste más. Lo ideal es que hayan rotado previamente en el servicio en el que quieran trabajar y conocer su especialidad, Que no se dejen influenciar por motivos económicos o hacer una especialidad que no les convenza. Medicina Interna es una especialidad excelente para disfrutar de la profesión.