Con más de 610 millones de personas infectadas y 6 millones y medio de muertes en todo el mundo, así como el impacto sanitario, social y económico, es difícil pensar en la COVID-19 como algo más que un desastre sin paliativos.
No es vano que ahora los organismos internacionales, a la luz de los desafíos experimentados en la crisis de COVID-19, inviertan tiempo en proponer nuevos planes para estar preparados para futuras amenazas de enfermedades transmisibles. Por eso, El Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) ha realizado una revisión de la legislación de la Unión Europea (UE) para fortalecer las medidas vigentes y que se adoptarán en otoño de este año.
Este análisis se basa en las experiencias de cinco países (Croacia, Finlandia, Alemania, Italia y España) durante la primera fase de la pandemia, es decir, antes del inicio de los programas de vacunación en diciembre de 2020.
Estar preparados ante situaciones como estas implica un proceso coordinado y continuo de planificación y ejecución que se basa en la medición de los resultados y la adopción de medidas correctoras
Estar preparados ante situaciones como estas implica un proceso coordinado y continuo de planificación y ejecución que se basa en la medición de los resultados y la adopción de medidas correctoras. Por eso, la preparación no es una respuesta a la pregunta común de "¿estamos preparados?”. Es más bien un proceso en el que la evaluación del rendimiento de los sistemas de prevención de riesgos sanitarios es un componente clave. Dado que tanto las emergencias de salud pública como los sistemas que responden a ellas son de naturaleza compleja, la aplicación de medición e indicadores para la preparación tiene sus propios desafíos.
Teniendo en cuenta esto, el análisis identifica dos problemas generales y que deben mejorarse. El primero de ellos es que, la pandemia requirió que los Estados miembros de la UE tuvieran que desarrollar nuevas estrategias y que debían de revisarse a medida que evolucionaba la pandemia. El grado de revisión establecido no estaba contemplado en las herramientas de medición existentes.
En segundo lugar, las herramientas de medición existentes para la preparación, son consideradas inconsistentes. Es decir, no reflejan la coordinación requerida entre las diferentes secciones del sistema de salud, particularmente a nivel hospitalario y comunitario. Además, las herramientas de medición existentes, generalmente no permiten la flexibilidad y la resilincia adecuadas necesarias para abordar los desafíos de ampliar la respuesta pandémica de un país.
MEDIDAS CON POSIBILIDAD DE CAMBIO
Basándose en estas ideas, el organismo llega a unas claras conclusiones. Una de ellas es que se debe incluir unas herramientas para tener la capacidad de realizar pruebas a escala, algo que fue fundamental en la fase inicial de la pandemia. De hecho, las herramientas de medición existentes relacionadas con las pruebas y la vigilancia cubren las tareas principales pero no abordan la capacidad de los sistemas para ampliar la capacidad de pruebas o los desafíos de adaptar los sistemas de vigilancia existentes y desarrollar otros nuevos durante la pandemia.
Asimismo, la capacidad de "servicios preventivos" del modelo lógico del ECDC debe incluir una nueva capacidad más amplia sobre la "coordinación de la medicina basada en la población", definida como "la capacidad de activar y fortalecer la coordinación en un territorio geográfico determinado, durante un brote de alto impacto enfermedades infecciosas en diferentes ámbitos (salud pública, atención ambulatoria, incluidos los servicios de atención primaria, agencias de salud mental y apoyo social, sector público y privado y atención médica para pacientes hospitalizados) utilizando vías integradas entre los diferentes niveles de atención".
La evaluación comenzaría con un análisis y una calificación preliminar por parte de expertos nacionales
La experiencia durante la respuesta al COVID-19 demostró que las capacidades de comunicación de riesgos identificadas en el modelo actualmente establecido en la ECDC son válidas y relevantes, pero no están completamente representadas en las herramientas de medición actuales. Además, los países experimentaron dificultades para gestionar una epidemia de información, lo que significó que el modelo lógico debería ampliarse aún más para incluir una nueva capacidad para ofrecer una información veraz, óptima y coherente.
En resumen, considerando los diferentes sistemas de medición de la preparación existentes, el análisis de este informe sugiere que el tipo de enfoque y el formato utilizado hasta ahora, podría ser útil en la evaluación de los esfuerzos de preparación de la UE. Aunque es cierto que, esto implicaría unos cambios importantes. Primero, desarrollar un conjunto de herramientas de medición e indicadores para abordar las áreas identificadas en el análisis como no tan bien desarrolladas, y luego crear un sistema de puntuación o escala para cada dominio. La evaluación comenzaría con un análisis y una calificación preliminar por parte de expertos nacionales. A esto le seguiría una reunión en la que investigadores de otros países revisan la documentación del análisis interno y se reúnen con expertos nacionales para lograr un consenso sobre la puntuación.