El papel de las mascarillas en el control y la prevención de la Covid-19, enfermedad provocada por el coronavirus SARS-CoV-2, continúa sigue siendo un tema de debate. Antes del inicio de la pandemia, la mayoría de estudios que evaluaban su efectividad como medida protectora se centraban en la influenza. Unas investigaciones que han proporcionado poca evidencia que respaldase su uso.
La investigación se ha ampliado en los últimos meses con motivo de la aparición del coronavirus. En este sentido, la mayoría de los países ha establecido la obligatoriedad de su uso como mecanismo para evitar contagiar y ser contagiados. A pesar de esto desde el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) consideran que se necesitan estudios adicionales de alta calidad que evalúen la importancia de las mascarillas a la hora de frenar la expansión del virus.
"No hay pruebas de que el uso de mascarillas agrave enfermedades respiratorias o de otro tipo”, explican señalando que “varios estudios han demostrado que no hay efectos fisiológicos sustanciales derivados del uso de mascarillas, incluso durante la práctica de ejercicio”
Motivo por el que indican que las mascarillas deben considerarse como una intervención no farmacéutica que debe ser combinada con otras medidas para combatir la pandemia. Partiendo de este punto y teniendo en cuenta las características de transmisión del SARS-CoV-2, la viabilidad y los posibles daños asociados al uso de los distintos tipos de mascarillas, desde el ECDC proponen las siguientes recomendaciones:
- Utilización en áreas de transmisión comunitaria en espacios públicos cerrados, así como al aire libre si la concentración de personas es elevada.
- En el caso de los grupos de riesgo se recomienda siempre el uso de las mascarillas tanto en espacios cerrados como abiertos. Especialmente si la concentración de personas es alta.
- Dentro de los hogares se recomienda su utilización en personas con síntomas compatibles con la Covid-19 o positivos confirmados, así como para el resto de los convivientes.
Se trata de tres recomendaciones bastante generales sobre las que matizan que, atendiendo a la evidencia científica disponible, “no se puede hacer ninguna recomendación sobre el uso preferido de mascarillas médicas o no médicas”. En caso de utilizar las del segundo tipo deben cumplir con todas las normativas de seguridad y eficacia en términos de filtración y transpirabilidad.
En cuanto a posibles efectos adversos derivados de su uso el ECDC recuerda que algunas personas pueden experimentar ansiedad y dificultad para respirar. Problemas que pueden pronunciarse en personas con enfermedad respiratoria subyacente. “Sin embargo no hay pruebas de que el uso de mascarillas agrave enfermedades respiratorias o de otro tipo”, explican señalando que “varios estudios han demostrado que no hay efectos fisiológicos sustanciales derivados del uso de mascarillas, incluso durante la práctica de ejercicio”.
Desde el ECDC recuerdan que “el uso de mascarillas debe complementarse y no reemplazar otras medidas preventivas como el distanciamiento físico, quedarse en casa si se está enfermo o se presentan síntomas, teletrabajar siempre que sea posible, higiene de manos meticulosa y evitar tocarnos boca, nariz y ojos”.