Las vacunas contra la Covid-19 han demostrado su seguridad y eficacia. Las elevadas coberturas vacunales que reportan cada vez más un mayor número de países han permitido recuperar progresivamente la normalidad perdida a principios de 2020. A pesar de esto, los sueros no son esterilizantes (no evitan la infección) y, aunque desempeñan un papel fundamental en la reducción del riesgo de enfermedad grave y fallecimiento, la duración de la inmunidad que confieren es limitada en el tiempo. Motivo por el que inoculación de refuerzos, especialmente de las nuevas vacunas adaptadas a las variantes circulantes del SARS-CoV-2, en los grupos más vulnerables se erige como vital.
En este sentido ponemos el foco en un reciente estudio publicado por la revista New England Journal of Medicine que ha realizado un seguimiento de seis meses a profesionales de la salud de Israel a los que se les había inoculado una cuarta dosis de la vacuna de Pfizer/BioNTech (segunda dosis de refuerzo).
La variante dominante en Israel durante el periodo de seguimiento fue Ómicron (B.1.1.529), con los linajes BA.1 y BA.2 con mayor presencia. La respuesta humoral (evaluada mediante la medición de inmunoglobulina G y anticuerpos neutralizantes) tras la administración de la cuarta dosis, se comparó con las respuestas reportadas tras la segunda y tercera dosis. La eficacia de la vacuna se evaluó comparando las tasas de infección entre los participantes que habían recibido una cuarta dosis durante varios periodos de tiempo (de siete a 35 días, de 36 a 102 días y de 103 a 181 días después de recibir la cuarta dosis) con las tasas de infección entre aquellos a los que se les había inoculado la tercera dosis, al menos, cuatro meses antes.
Entre los participantes que no habían tenido una infección previa por SARS-CoV-2, 6.113 se incluyeron en el análisis de respuesta humoral y 11.176 en el análisis de efectividad de la vacuna. La repuesta máxima de los niveles de anticuerpos se alcanzó aproximadamente a las cuatro semanas, aunque disminuyó a los niveles observados antes de la inoculación de cuarta dosis a las 13 semanas. A partir de este momento el nivel de anticuerpos se estabilizó.
"Queda por ver si las dosis de refuerzo multivalentes darán como resultado una mayor durabilidad"
Durante el periodo de seguimiento de seis meses, los niveles semanales ajustados de inmunoglobulina G y anticuerpos neutralizantes fueron similares a los reportados tras recibir la tercera y cuarta dosis, aunque fueron más altos que los identificados tras la inoculación de la segunda dosis de la vacuna.
“La recepción de la cuarta dosis de la vacuna de Pfizer/BioNTech confirió más protección contra la infección por SARS-CoV-2 que la que brinda la inoculación de tres dosis de la vacuna, con la administración de la tercera dosis al menos cuatro meses antes”, exponen los responsables de la investigación. “La efectividad de la vacuna en tiempo especifico disminuyó con el tiempo, reduciéndose al 52% durante las primeras cinco semanas después de la vacunación”.
En base a lo expuesto, una tercera dosis de la vacuna contra la Covid-19 de Pfizer/BioNTech produjo una respuesta inmunológica mejorada y sostenida en comparación con una pauta de dos dosis, pero la ventaja inmunológica adicional de la cuarta dosis fue mucho menor y desapareció por completo transcurridas 13 semanas desde su inoculación. “Este hallazgo se correlacionó con la disminución de la eficacia de la vacuna entre los receptores de una cuarta dosis, que culminó en una eficacia adicional poco sustancial sobre una tercera dosis entre las semanas 15 y 26 después de la vacunación”.
“Estos resultados sugieren que la cuarta dosis, y posiblemente futuros refuerzos, deben programarse de manera inteligente para que coincidan con olas de la enfermedad o para que estén disponibles estacionalmente, de manera similar a la vacuna contra la influenza. Queda por ver si las dosis de refuerzo multivalentes darán como resultado una mayor durabilidad”, concluyen los responsables del estudio.