El pasado 6 de abril el Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) y la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés), emitían un comunicado a través del que hacían pública su posición respecto a la inoculación de una cuarta dosis de la vacuna contra el Covid-19 en la población general: “Es demasiado pronto”.
"Actualmente no hay pruebas claras en la UE de que la protección de la vacuna contra la enfermedad grave esté disminuyendo sustancialmente en los adultos con sistemas inmunitarios normales de 60 a 79 años y, por lo tanto, no hay pruebas claras que apoyen el uso inmediato de una cuarta dosis", manifestaban de forma conjunta los organismos. Acordaron que se puede administrar una cuarta dosis (segunda dosis de refuerzo) en los adultos mayores de 80 años, en base a la evidencia científica que indica un mayor riesgo de Covid-19 grave y una protección mejorada tras la inoculación de una cuarta dosis.
El debate generado en torno a las dosis de refuerzo continúa abierto. Las compañías farmacéuticas como Pfizer y Moderna han asegurado que se requiere la inoculación de una cuarta dosis para reforzar la protección. Gran parte de la evidencia científica sobre la eficacia de esta segunda dosis de refuerzo radica en los estudios realizados en Israel. En resumen, estos sugieren que un segundo refuerzo administrado al menos cuatro meses después del primer refuerzo restaura los niveles de anticuerpos sin generar nuevos problemas de seguridad, aunque no se conoce la duración de los beneficios y la evidencia es limitada.
Ante esta fotografía encontramos opiniones divididas. Por un lado están aquellos que consideran que, en un escenario generalizado de eliminación de la práctica totalidad de las medidas y restricciones establecidas para controlar la Covid-19, la inoculación de una cuarta dosis es necesaria. Más cuando la evidencia muestra una reducción de los niveles de anticuerpos con el paso del tiempo. En este sentido es necesario realizar dos apreciaciones antes de poner el foco en la postura contraria.
La primera de ellas es que la inmunidad generada frente al SARS-CoV-2 no debe ser entendida únicamente a través de los niveles de anticuerpos. El papel que desempeñan las inmunidades humoral y celular es clave en la protección frente al virus. Además, las medidas con las que hemos convivido los últimos dos años se han eliminado atendiendo a la mejora de la situación epidemiológica motiva por la dominancia global de la variante Ómicron (B.1.1.529, detectada originalmente en Sudáfrica), más transmisible pero provoca una enfermedad más leve que sus predecesoras, en un contexto de elevadas coberturas vacunales que se combinan con las infecciones generando un importante poso general de inmunidad híbrida.
En el lado contrario nos encontramos con aquellos que consideran que la inoculación de más dosis de refuerzo en la población general no es necesaria. En el caso de España la cuarta dosis está indicada en ciertos pacientes inmunocomprometidos. Por el momento, la cuarta dosis no está indicada en la población general sana. Precisamente en esta línea ya se manifestaba la EMA el pasado mes de enero: “La administración repetida de dosis de refuerzo con intervalos muy cortos podría reducir el nivel de anticuerpos que se pueden producir en cada inoculación”, declaraba el jefe de Estrategia de Vacunación del regulador europeo, Marco Cavalieri.
Además, son muchos los expertos que piden la mejora de las vacunas actuales o el desarrollo de vacunas de segunda generación que aumenten la duración de la inmunidad generada e incluso puedan llegar a ser esterilizantes, es decir, eviten la infección. Cabe recordar que los sueros que actualmente se están inoculando en todo el mundo se han desarrollado en base a la cepa original del SARS-CoV-2 detectada en Wuhan (China) a finales de 2019. Desde este momento las mutaciones que ha sufrido el virus son múltiples como demuestra el hecho de que la humanidad ya ha tenido que hacer frente a cinco variantes de preocupación (VOC, por sus siglas en inglés).
"Actualmente no hay pruebas claras en la UE de que la protección de la vacuna contra la enfermedad grave esté disminuyendo sustancialmente en los adultos con sistemas inmunitarios normales de 60 a 79 años y, por lo tanto, no hay pruebas claras que apoyen el uso inmediato de una cuarta dosis"
En este debate abierto hay un elemento sobre el que poco se está poniendo el foco y que resulta bastante obvio: ¿realmente la población general estaría dispuesta a inocularse una cuarta dosis de la vacuna? La fatiga pandémica se erige como un factor a tener en cuenta sumado al hecho de que cada vez son más los países que han recuperado casi al completo la normalidad perdida con la aparición del SARS-CoV-2.
En base a lo expuesto surge otra pregunta, ¿cuál es hasta el momento la absorción de las dosis de refuerzo? Para intentar conformar una respuesta lo más certera posible, vamos a tomar como referencia los datos sobre las dosis de refuerzo/adicionales administradas en los países de la Unión Europea (UE) y del Espacio Económico Europeo (EEE) actualizados por el ECDC (4 de abril de 2022).
De acuerdo con estos, el 52,8% de la población elegible de la UE/EEE ha recibido el refuerzo/dosis adicional. El desglose de los datos por países es el siguiente:
- Alemania: el 58,8% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- Austria: el 57,4% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- Bélgica: el 61,7% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- Bulgaria: el 10,4% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- Chipre: el 50,9% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- Croacia: el 21,7% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- Dinamarca: el 62,1% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- Eslovaquia: el 30,1% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- Eslovenia: el 30,4% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- España: el 51,9% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- Estonia: el 33,5% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- Finlandia: el 52,1% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- Francia: el 70,6% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- Grecia: el 52,8% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- Hungría: el 39% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- Irlanda: el 59,1% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- Italia: el 64,8% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- Letonia: el 27,1% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- Lituania: el 31,5% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- Luxemburgo: el 57% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- Malta: el 67% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- Países Bajos: el 52,9% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- Polonia: el 31% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- Portugal: el 61,4% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- República Checa: el 38,4% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- Rumanía: el 8,8% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- Suecia: el 50,5% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- Islandia: el 68,1% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- Liechtenstein: el 47,3% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
- Noruega: el 54,3% de la población elegible ha recibido la dosis de refuerzo.
Como se observa a través de estos datos, los porcentajes de inoculación de dosis de refuerzo varían significativamente entre países. A pesar de que en algunas naciones son elevados, continúan distando notablemente de las cotas que registran las pautas primarias de vacunación (72,5% en la UE/EEE) o de la administración de al menos una dosis de la vacuna (75,2% en la UE/EEE).
Unas cifras que deberían ser también tenidas en cuenta en el debate sobre la cuarta dosis de refuerzo. Si llega a autorizarse en algún momento para la población general, ¿qué sentido tendría cuando casi la mitad de la población elegible de la UE/EEE ni siguiera ha recibido la primera dosis de refuerzo?