La variante Delta del SARS-CoV-2 (B.1.617.2, detectada originalmente en India) representa actualmente la práctica totalidad de las infecciones por coronavirus a nivel global. Su amplio dominio es el responsable de que muchos países estén experimentando virulentas olas del virus, motivadas en parte por los bajos porcentajes de coberturas vacunales contra la Covid-19 que tienen muchas naciones. Hasta el momento, la evidencia científica señala que las vacunas que han recibido la autorización para la comercialización de emergencia y que se están inoculando en gran parte del mundo, continúan siendo eficaces en la prevención de la enfermedad grave en caso de infección, pero los científicos se mantienen alerta.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica Delta como una “variante de preocupación” (VOC, por sus siglas en inglés). Una categoría en la que también se encuentran variantes anteriores como Alfa (B.1.1.7, detectada originalmente en Reino Unido), Beta (B.1.351, detectada originalmente en Sudáfrica) y Gamma (P.1, detectada originalmente en Brasil). En este grupo se incluyen todas aquellas variantes del SARS-CoV-2 que cuentan con una mayor transmisibilidad, que pueden causar una enfermedad más grave o que cuentan con cierto escape inmunitario tanto a la protección mediada por las vacunas como por la generada tras superar la infección de forma natural. El punto fuerte de Delta es su gran capacidad de transmisibilidad.
De acuerdo con los recientes datos ofrecidos por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), Delta cuenta con una capacidad infecciosa hasta dos veces mayor que las variantes anteriores. Algunos estudios recogidos por Reuters sugieren incluso que la infección causada por Delta supone mayor riesgo de ingreso hospitalario.
Un estudio realizado por el Centro Provincial de Control y Prevención de Enfermedades de Guangdong (China), publicado por Nature el pasado mes de julio, revela que el virus era detectable en las personas infectadas por la variante Delta cuatro días después de la exposición al coronavirus, en comparación con el promedio de seis días en aquellos infectados con la cepa original. Los responsables del estudio indican, en base a este hallazgo, que Delta se replica de forma mucho más rápida. Además, las personas infectadas por la variante Delta presentaban cargas virales hasta 1.260 veces más altas que aquellas cuya infección había sido causada por la cepa original del coronavirus. Los expertos consideran que la elevada carga viral registrada y el breve periodo de incubación que requiere la infección provocada por la variante Delta son los dos motores principales que han impulsado sur rápida propagación en todo el mundo.
La Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido ha designado AY.4.2 como una “variante en investigación”. Un análisis preliminar sugiere que este sublinaje no afecta significativamente a la efectividad de la vacuna en comparación con Delta, pero sí hay cierta evidencia de que podría ser más transmisible
Según los datos de la OMS Delta constituye ya el 99,5% de todas las secuencias genómicas informadas en las bases de datos públicas y ha superado al resto de variantes en la mayoría de los países. La excepción la encontramos en América del Sur, donde Delta se ha extendido de forma más gradual y la presencia de otras variantes como Gamma, Lambda (C.37, detectada originalmente en Perú) y Mu (B.1.621, detectada originalmente en Colombia), todavía representan una significativa proporción de los nuevos casos diagnosticados.
Ante esta fotografía son cada vez más los expertos que creen que las futuras variantes del virus serán sublinajes de Delta. Uno de los más conocidos hasta el momento es AY.4.2, cuya presencia se concentra principalmente en Reino Unido donde ya representa aproximadamente el 10% de todas las muestras secuenciadas.
AY.4.2 porta dos mutaciones adicionales en la proteína de pico, utilizada por el virus para ingresar en nuestras células. La comunidad científica todavía está estudiando qué tipo de ventajas, si es que confieren algunas, le otorgan dichas mutaciones.
La Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido ha designado AY.4.2 como una “variante en investigación”. Un análisis preliminar sugiere que este sublinaje no afecta significativamente a la efectividad de la vacuna en comparación con Delta, pero sí hay cierta evidencia de que podría ser más transmisible. De acuerdo con los datos de la OMS ya se ha identificado su presencia en 42 países.
Razones las expuestas por las que los científicos observan con lupa la propagación de Delta con el objetivo de identificar de forma temprana cualquier signo que indique que se han originado nuevas mutaciones que pudieran llegar a aumentar el escape inmunitario de la variante. Cabe recordar que las vacunas que actualmente se están administrando no son esterilizantes, es decir, no evitan la infección. El virus aún es capaz de replicarse en la nariz y transmitirse, incluso entre las personas vacunadas. Hecho que sugiere que, para derrotar a esta variante, se necesitarán vacunas de segunda generación con capacidad para bloquear la transmisión.