La variante Delta del SARS-CoV-2 (B.1.617.2, detectada originalmente en India) se ha convertido en la dominante en la gran mayoría de países, desplazando a la variante Alfa (B.1.1.7, detectada originalmente en Reino Unido). La creciente evidencia científica apunta a su mayor transmisibilidad y su capacidad para evadir la respuesta inmune, tanto la generada a través de la infección natural como la mediada por las vacunas, como los principales motores de expansión.
Un reciente estudio desarrollado por investigadores del Instituto de Inmunología Terapéutica y Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Cambridge, pone precisamente el foco en esta combinación. "Al combinar experimentos de laboratorio y la epidemiología de las infecciones innovadoras de las vacunas, hemos demostrado que la variante Delta es mejor para replicarse y propagarse que otras variantes comúnmente observadas. También hay evidencia de que los anticuerpos neutralizantes producidos como resultado de una infección o vacunación previa son menos efectivos para detener esta variante", señala el profesor Ravi Gupta, uno de los autores principales del estudio.
Nos encontramos en un punto de la pandemia en el que la mayor parte de la población ya se encuentra inmunizada frente a la Covid-19, a excepción de los menores de 12 años. La Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) se encuentra evaluando los datos de su vacuna para su posible administración en niños de entre cinco y 12 años. Hasta que se autorice la inoculación de suero en este grupo de edad, los menores de 12 años son los más expuestos.
España, entre las semanas 36 y 39 (6 de septiembre al 3 de octubre), en muestreos aleatorios, Alfa, Beta y Gamma se han detectado en un porcentaje inferior al 1% mediante secuenciación
Cierto es que, de acuerdo a la evidencia científica, los niños y jóvenes cursan de forma general la enfermedad de forma leve o asintomática. Pero pueden ser vectores de propagación y poner en riesgo a los grupos más vulnerables ante la dominancia de Delta. El último informe hecho público por el Ministerio de Sanidad, con fecha de 19 de octubre, revela que el grupo de menores de 11 años, es el que presenta una mayor incidencia acumulada a 14 días por cada 100.000 habitantes: 53,39. Algunos estudios realizados en Estados Unidos han hallado un preocupante incremento de las hospitalizaciones en menores como consecuencia de la amplia circulación de Delta.
Ante este escenario la vacunación se erige como nuestro principal aliado. A pesar de que las distintas vacunas contra la Covid-19 que hasta la fecha han recibido la autorización comercial de emergencia no son esterilizantes (no previenen la infección, pero si el riesgo de enfermedad moderada y/o grave y, por tanto, reducen la mortalidad), cada vez son más los estudios que demuestran que su inoculación masiva reduce la expansión del virus. Hecho crucial en un escenario epidemiológico en el que Delta, con su mayor capacidad de transmisión y su posible evasión inmunitaria, es la variante dominante en nuestro país.
Según la actualización de la situación epidemiológica de las variantes de SARS-CoV-2 de preocupación (VOC, por sus siglas en inglés) e interés (VOI, por sus siglas en inglés), la variante Delta es la claramente dominante en España de acuerdo con los muestreos aleatorios realizados en la semana 40 (del 4 al 10 de octubre). Con datos de 14 comunidades autónomas, el porcentaje de casos compatibles estimado por PCR se encuentra entre 84,8% y 100%. Mediante secuenciación integrada en el sistema de vigilancia, en la semana 39 el porcentaje alcanzó un 98,1%.
En cuanto al resto de variantes, Alfa ha disminuido sustancialmente su presencia, al igual que ha sucedido con Beta (B.1.351, detectada originalmente en Sudáfrica) y Gamma (P.1, detectada originalmente en Brasil. En España, entre las semanas 36 y 39 (6 de septiembre al 3 de octubre), en muestreos aleatorios, Alfa, Beta y Gamma se han detectado en un porcentaje inferior al 1% mediante secuenciación.