La Unión Europea ha movido ficha con el objetivo de evitar que la crisis sanitaria que se está viviendo en China como consecuencia de la explosión de casos de Covid-19 pueda replicarse en su territorio. Los veintisiete han decidido exigir un test con resultado negativo no más de 48 horas antes de volar a los viajeros procedentes del gigante asiático y planea introducir la recomendación del uso de mascarilla en los vuelos con origen o destino China. Se ha acordado además analizar las aguas residuales de aviones y aeropuertos, así como la realización de pruebas diagnósticas aleatorias a viajeros procedentes de China a su llegada a los países europeos.
La opinión sobre la efectividad de estas medidas es cuestionable según los expertos. La situación que se está viviendo en China responde al abrupto fin de su férrea política de “Covid cero”, bajas coberturas de vacunación, especialmente con refuerzos y en adultos mayores y/o vulnerables y el uso de vacunas cuya eficacia en términos de protección es inferior a las utilizadas en Europa, como es el caso de los sueros desarrollados con tecnología de ARNm.
La variante Ómicron (B.1.1.529), sus linajes y sublinajes, especialmente los derivados de BA.5 son los dominantes en China y ya se encontraban presentes en Europa con anterioridad al estallido de la crisis sanitaria. La diferencia entre el gigante asiático y el viejo continente reside en las tasas de vacunación en las naciones europeas, tal y como ha defendido esta semana el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés).
La vacunación es fundamental, en particular en el caso de las personas de edad avanzada y grupos vulnerables
De acuerdo con los datos más recientes recopilados por el organismo europeo vemos que el 75,5% de la población de los países de la Unión Europea (UE) y del Espacio Económico Europeo (EEE) ha recibido ya, al menos, una dosis de la vacuna. El 73% ha completado la pauta de vacunación primaria. Sin embargo, a medida que avanzamos en los datos relativos a la administración de los refuerzos, las cifras descienden significativamente: el 54,6% ha recibido el primer refuerzo, el 12,7% el segundo refuerzo y apenas el uno por ciento de la población elegible para el tercer refuerzo lo ha recibido.
“Dada la mayor inmunidad de la población de la UE/EEE, así como la aparición previa y posterior reemplazo de variantes que actualmente circulan en China por otros sublinajes de Ómicron en la UE/EEE, no se espera que un aumento en los casos en China afecte a la situación epidemiológica en la UE/EEE”, exponía recientemente el ECDC.
Los datos más recientes compartidos por el Grupo Asesor Técnico sobre la Evolución del Virus (TAG-VE) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en colaboración con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de China confirman un predominio de los linajes BA.5.2 y BF.7 de Ómicron. En combinación representan el 97,5% de las muestras secuenciadas en China. Dos sublinajes ya conocidos con circulación previa en otros países. Han informado además que, hasta la fecha, no se ha detectado ninguna nueva variante surgida en el país asiático como consecuencia de la circulación masiva del virus.
La vacunación es fundamental, en particular en el caso de las personas de edad avanzada y grupos vulnerables, pero solo el uno por ciento de la población elegible para el tercer refuerzo en la UE/EEE lo ha recibido. Las diferencias entre los distintos países son significativas con Grecia y Francia a la cabeza con el 1,4 y el 1,2%, respectivamente de ciudadanos a los que se les ha administrado el tercer pinchazo. El resto de países se encuentran por debajo del uno por ciento con datos paupérrimos en naciones como Rumanía, Hungría o Luxemburgo en los que apenas se ha alcanzado el 0,1%.