La última actualización hecha pública por el Ministerio de Sanidad revela que en nuestro país se han inoculado hasta el pasado 1 de abril un total de 24.507.469 dosis de refuerzo de las vacunas contra la Covid-19. Cifra que supone el 51,7% de la población elegible. Las dosis adicionales de los sueros frente al SARS-CoV-2 han generado un intenso debate tanto a nivel nacional como internacional ante las dudas que plantea su administración en los diferentes grupos poblacionales.
En personas jóvenes y sanas, la inoculación de una dosis de refuerzo se encuentra respaldada por la evidencia científica con el objetivo de restaurar la protección generada tras completar la pauta primaria de vacunación compuesta por dos dosis. Más allá de esto, son cada vez más las voces que se muestran contrarias.
En este sentido Marco Cavalieri, jefe de Estrategia de Vacunación de la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés), exponía el pasado 18 de enero que “la administración repetida de dosis de refuerzo con intervalos muy cortos podría reducir el nivel de anticuerpos que se pueden producir en cada inoculación”.
Las dosis de refuerzo están justificadas en aquellas personas con sistemas inmunocomprometidos. La razón reside en que sus sistemas inmunes no son capaces de generar un protección robusta frente al virus como sucede en las personas sanas, por lo que se requiere de la inoculación de más dosis.
Hasta este punto la teoría es conocida por todos, pero se incrementa de forma paulatina el número de países que la modifican a la hora de llevarla a la práctica. El 29 de marzo la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) autorizaba la segunda dosis de refuerzo en personas mayores de 50 años y determinadas personas inmunodeprimidas, transcurridos cuatro meses desde la tercera dosis. El regulador estadounidense ha señalado que el intervalo de tiempo establecido deriva de la evidencia científica que indica el inicio de la pérdida de eficacia de la primera dosis de refuerzo.
"Las pruebas actuales sugieren una cierta disminución de la protección con el paso del tiempo en personas mayores e inmunodeprimidas. Basándonos en un análisis de los datos emergentes, una segunda dosis de refuerzo de la vacuna COVID-19 de Pfizer-BioNTech o de Moderna podría ayudar a aumentar los niveles de protección para estas personas de mayor riesgo", declaraba el director del Centro de Evaluación e Investigación Biológica de la FDA, el doctor Peter Marks.
La vista está puesta a la hora a la “inminente” eliminación de las mascarillas en interiores, la evolución de los casos y de BA.2, sublinaje de Ómicron que ahora domina y evaluar la situación epidemiológica de cara al próximo otoño con el inicio de la temporada de virus respiratorios y su posible confluencia sin medidas ni restricciones
Días antes, concretamente el 18 de marzo, Francia modificaba su Estrategia Nacional de Vacunación frente a la Covid-19 para comenzar la administración de una segunda dosis de refuerzo en todos los mayores de 65 años. Hasta ese momento la cuarta dosis estaba reservada para los mayores de 80 años.
La Comisión Permanente de Vacunación de Alemania recomendaba a principios de febrero la inoculación de una segunda dosis de refuerzo a los grupos de población más vulnerables y aquellas personas que estén expuestas al virus. Entre estos grupos se encuentran los mayores de 70 años, residentes en centros asistenciales y personal sanitario y sociosanitario.
Las autoridades sanitarias alemanas han fijado un intervalo de tres meses desde la administración del primer refuerzo para los grupos vulnerables, mientras que este se amplía a seis en el caso de los trabajadores sanitarios y sociosanitarios.
El cambio en las estrategias de inmunización que se está observando en algunos países responde al escenario epidemiológico en el que nos encontramos. La variante Ómicron (B.1.1.529, detectada originalmente en Sudáfrica), dominante en la actualidad a nivel global, cuenta con una mayor capacidad de transmisión que sus predecesoras y mayor grado de escape inmunitario. Dos características que pueden poner en riesgo a los grupos más vulnerables en un contexto epidemiológico en el que la práctica totalidad de las restricciones y medidas establecidas en los dos últimos años para hacer frente a la pandemia, han desaparecido.
En el caso de España, la Comisión de Salud Pública aprobaba el pasado 13 de enero la administración de la cuarta dosis en las personas incluidas en el Grupo 7 de la Estrategia Nacional de Vacunación contra la Covid-19, transcurridos cinco meses desde la inoculación del primer refuerzo.
La EMA ha expresado recientemente que, por el momento, “no hay pruebas clínicas suficientes” que respalden la administración de una segunda dosis de refuerzo de la vacuna contra la Covid-19 en mayores de 70 u 80 años sanos, tal y como están realizando algunos países europeos. Los expertos del regulador europeo han afirmado que este “seguirá examinando todos los datos disponibles sobre el uso de una segunda dosis de refuerzo de las vacunas de ARNm”.
Hasta ahora, el Ministerio de Sanidad no parece tener intención de dar pasos en la dirección de Alemania o Francia. Aunque, tal y como hemos aprendido en esta pandemia, la situación puede cambiar sustancialmente en cuestión de semanas. La opinión generalizada de los expertos es que la estrategia que se está siguiendo en estos momentos es la adecuada en el escenario epidemiológico actual. Cabe recordar que las vacunas que se están inoculando han sido desarrolladas en base a la cepa original del SARS-CoV-2 detectada en la ciudad china de Wuhan a finales de diciembre de 2022, por lo que parte de su eficacia se ha visto afectada frente a algunas variantes de preocupación (VOC, por sus siglas en inglés). Hecho que refuerza la necesidad de nuevas vacunas.
La vista está puesta a la hora a la “inminente” eliminación de las mascarillas en interiores, la evolución de los casos y de BA.2, sublinaje de Ómicron que ahora domina y evaluar la situación epidemiológica de cara al próximo otoño con el inicio de la temporada de virus respiratorios y su posible confluencia sin medidas ni restricciones.