En abril de 2022 la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) y el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) recomendaban que las personas mayores de 80 años recibiesen el segundo refuerzo (cuarta dosis) de la vacuna contra la Covid-19. En este momento ambos organismos declararon que podría considerarse también necesario este refuerzo en el grupo con edades comprendidas entre los 60 y los 79 años, en caso de que se produjese un repunte de los rebrotes en el continente europeo.
La expansión de los linajes de la variante Ómicron (B.1.1.529, detectada originalmente en Sudáfrica), con BA.4 y BA.5 a la cabeza, llevaban a la EMA y al ECDC al recomendar el pasado 11 de julio la cuarta dosis para personas de entre 60 y 79 años. “Es fundamental que las autoridades de salud pública consideren ahora a las personas de entre 60 y 79 años, así como a las personas vulnerables de cualquier edad, para un segundo refuerzo”.
La postura de la EMA y el ECDC contrasta con las declaraciones que ambos organismos han venido realizando en los últimos meses sobre la cuarta dosis de la vacuna. A principios del pasado mes de abril, también a través de un comunicado conjunto, consideraban que era “demasiado pronto” para considerar la inoculación de un segundo refuerzo en los menores de 80 años.
“Actualmente no hay pruebas claras en la UE de que la protección de la vacuna contra la enfermedad grave esté disminuyendo sustancialmente en los adultos con sistemas inmunitarios normales de 60 a 79 años y, por lo tanto, no hay pruebas claras que apoyen el uso inmediato de una cuarta dosis”, manifestaban.
La situación epidemiológica ha variado en estos meses debido a la expansión de los linajes de Ómicron, pero lo que no han cambiado han sido las vacunas. Los sueros que se continúan inoculando son los mismos que se utilizan desde el inicio de las campañas masivas de vacunación y fueron diseñados en base a la cepa original del SARS-CoV-2detectada en la ciudad china de Wuhan a finales de diciembre de 2019.
“Anticipándose a la próxima ola esperada en las temporadas de otoño e invierno, los países deben planificar el lanzamiento de más dosis de refuerzo adicionales que se administrarán a los grupos de población en riesgo de enfermedad grave a principios de otoño siempre que haya transcurrido tiempo suficiente desde la administración de la dosis de refuerzo anterior, posiblemente combinando campañas de vacunación frente a Covid-19 e influenza”
Motivo por el cada vez son más las voces que no entienden este viraje. Las vacunas continúan siendo nuestro mejor aliado a la hora de protegernos frente a la enfermedad grave y reducir así las hospitalizaciones y mortalidad, pero la hemeroteca nos recuerda que la propia EMA consideraba como insostenible esta estrategia si no se desarrollaban nuevas vacunas, y la evidencia científica sobre la cuarta dosis de la que disponemos no sustenta de forma sólida sus posibles beneficios.
“La administración repetida de dosis de refuerzo con intervalos muy cortos podría reducir el nivel de anticuerpos que se pueden producir en cada inoculación”, espetaba el pasado 18 de enero el jefe de Estrategia de Vacunación de la EMA, Marco Cavalieri. “Existe la necesidad de una estrategia a largo plazo sobre los tipos de vacunas necesarios para gestionar la Covid-19. Esta es una discusión global en curso”, incidía.
Precisamente sobre esta línea ha girado el debate sobre las cuartas dosis de la vacuna contra la Covid-19. El 5 de mayo, Cavalieri anunciaba que la EMA preveía aprobar vacunas adaptadas a Ómicron y otras variantes en septiembre. "Nuestra prioridad es garantizar que las vacunas contra la Covid-19 adaptadas se aprueben a más tardar en septiembre, para que estén listas para el despliegue de las nuevas campañas de vacunación en la Unión Europea en otoño. Esto permitiría a los fabricantes ajustar sus líneas de producción en consecuencia", precisaba.
Tras este incierto recorrido la EMA y el ECDC justifican su recomendación final de la cuarta dosis en mayores de 60 alegando que “siguen teniendo el mayor riesgo de enfermedad grave”. En base a esto expresan que “el modelado matemático sugiere claros beneficios de un lanzamiento temprano del segundo refuerzo para proteger a las personas mayores de 60 años. Por lo tanto, se debe considerar la implementación temprana de un segundo refuerzo no solo para la población de 80 años o más, sino también para adultos entre 60 y 79 años y personas médicamente vulnerables independientemente de la edad para prevenir enfermedades graves y salvaguardar la capacidad del sistema de salud”, instando a los países a un “rápido despliegue”.
En base a todo lo expuesto es comprensible que se generen dudas. ¿Por qué administrarse una cuarta dosis ahora si a partir de septiembre estarán disponibles, previsiblemente, los sueros adaptados? La EMA y el ECDC explican que “dada la situación epidemiológica actual y las previsiones, es importante utilizar ahora las vacunas disponibles y no esperar a que se disponga de vacunas adaptadas”.
“Anticipándose a la próxima ola esperada en las temporadas de otoño e invierno, los países deben planificar el lanzamiento de más dosis de refuerzo adicionales que se administrarán a los grupos de población en riesgo de enfermedad grave (por ejemplo, los mayores de 60 años y los médicamente vulnerables) a principios de otoño siempre que haya transcurrido tiempo suficiente desde la administración de la dosis de refuerzo anterior, posiblemente combinando campañas de vacunación frente a Covid-19 e influenza”, exponen abriendo la vía a la necesidad de una quinta dosis.