La duración de la inmunidad frente al SARS-CoV-2, tanto la mediada por la infección natural como por las vacunas, continúa siendo uno de los focos sobre los que la comunidad científica internacional centra su atención. Hasta la fecha, todas las vacunas que han sido autorizadas para su inoculación han demostrado su seguridad y eficacia, pero no son esterilizantes (no evitan la infección). Diversos estudios han demostrado cómo la protección frente al coronavirus desciende con el paso del tiempo, por lo que los refuerzos se erigen como fundamentales, especialmente en los grupos más vulnerables a la Covid-19. Ahora, una nueva investigación, arroja nuevos datos sobre la duración de los anticuerpos que generamos frente al virus y aporta nueva evidencia sobre la reinfección.
Un grupo de investigadores pertenecientes al Imperial College de Londres y la Universidad de Liverpool (Reino Unido) ha hallado que los anticuerpos producidos en la nariz disminuyen nueve meses después de la infección por SARS-CoV-2, mientras que los que se encuentran presentes en la sangre no reducen su cantidad hasta transcurrido, al menos, un año.
Los anticuerpos que se encuentran en el fluido nasal (denominados inmunoglobulina A o IgA) se erigen como la primera línea de defensa contra el SARS-CoV-2. Estos bloquean el virus cuando ingresa por primera vez a través del tracto respiratorio superior. La evidencia nos dice que estos anticuerpos poseen gran efectividad a la hora de evitar que el virus penetre en las células del organismo y comiencen a provocar la infección.
El problema sobre el que inciden los responsables de la investigación que nos ocupa es que estos “anticuerpos nasales” tan solo estaban presentes en personas que habían superado la infección recientemente. Explican que son “particularmente efímeros” frente a la variante Ómicron (B.1.1.529), en comparación con sus predecesoras. Ómicron es la variante dominante a nivel global y comprende cinco linajes (BA.1, BA.2, BA.3, BA.4 y BA.5), así como los sublinajes derivados de estos de los que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha identificado hasta el momento más de 500.
Los hallazgos del estudio podrían explicar por qué las personas se han recuperado de la infección son vulnerables a una posible reinfección, especialmente si se trata de Ómicron y sus derivados. Para la realización del estudio se contó con casi 450 personas que habían sido hospitalizadas por Covid-19 entre febrero de 2020 y marzo de 2021, antes de la aparición de la variante Ómicron y del inicio de las campañas de vacunación.
Los anticuerpos producidos en la nariz disminuyen nueve meses después de la infección por SARS-CoV-2, mientras que los que se encuentran presentes en la sangre no reducen su cantidad hasta transcurrido, al menos, un año
Las muestras fueron recogidas durante la hospitalización de los participantes y seis meses y un año después. Dado que la mayoría de las personas fueron vacunadas durante el periodo de estudio, también se recogieron muestras antes y después de la vacunación.
De los participantes que fueron vacunados (323), el 95% (307) recibieron la primera dosis durante el periodo de seguimiento del estudio. Hecho que se tradujo en aumentos en todos los títulos de anticuerpos nasales y sanguíneos, pero el incremento en los IgA nasales fue reducido y temporal. Los investigadores han hallado que el sexo, la gravedad de la enfermedad y la edad de los participantes no afectaron a la duración de la inmunidad nasal, pero advirtieron que el estudio solo se realizó en personas con enfermedad grave que requirieron hospitalización por Covid-19.
El estudio señala que la vacunación es un mecanismo eficaz para generar y potenciar anticuerpos en la sangre que previenen la progresión a enfermedad grave, pero su efecto sobre los niveles nasales de IgA es muy reducido. Los autores exponen que se necesitan estudios que evalúen de forma directa la relación entre los anticuerpos nasales y las reinfecciones para confirmar sus resultados.
La vacunación es un mecanismo eficaz para generar y potenciar anticuerpos en la sangre que previenen la progresión a enfermedad grave, pero su efecto sobre los niveles nasales de IgA es muy reducido
“Antes de nuestro estudio, no estaba claro cuánto duraban estos importantes anticuerpos nasales. Nuestro estudio encontró respuestas inmunitarias duraderas después de la infección y la vacunación, pero estos anticuerpos nasales clave tuvieron una vida más corta que los de la sangre. Mientras que los anticuerpos sanguíneos ayudan a proteger contra las enfermedades, los anticuerpos nasales pueden prevenir la infección por completo. Este podría ser un factor importante detrás de las reinfecciones”, explica a través de un comunicado la primera autora del estudio la doctora Felicity Liew, del Instituto Nacional del Corazón y los Pulmones del Imperial College de Londres.
En base a estos resultados los investigadores piden que la próxima generación de vacunas incluya aerosoles nasales o vacunas inhaladas que se dirijan a estos anticuerpos de manera más efectiva y prevenir así la transmisión. “Nuestros resultados resaltan la necesidad de vacunas en aerosol nasal que puedan estimular estos anticuerpos locales en la nariz y los pulmones. Dichas vacunas podrían evitar que las personas se infecten y reducir la transmisión del virus lo que contribuiría a controlar mejor la pandemia y evitar el surgimiento de nuevas variantes”, explica por su parte el coautor del estudio Peter Openshaw, profesor del citado Instituto.
“Nuestras vacuna actuales están diseñadas para reducir la enfermedad grave y muerte y son efectivas en este sentido. Ahora es esencial desarrollar también vacunas en aerosol nasal que puedan brindar una mejor protección contra la infección. Es genial que las vacunas actuales logren que menos personas enfermen gravemente, pero sería incluso mejor si pudiéramos evitar que se infecten y transmitan el virus”, añade.
“Nuestro estudio sugiere que esta inmunidad de defensa de primera línea está separada de otras respuestas inmunitarias y, aunque aumenta con la vacunación y con la infección, solo dura nueve meses. No obstante, las vacunas de refuerzo pueden tener incrementar los títulos ligeramente y tener un impacto significativo en otras áreas de la inmunidad, protegiendo contra enfermedades graves y muerte de forma efectiva, por lo que continúan siendo muy importantes”, concluye el doctor Lance Turtle, profesor principal de la Universidad de Liverpool y experto en Enfermedades Infecciosas.