El pasado 25 de enero el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus comunicaba que, desde la detección de la variante Ómicron (B.1.1529, detectada originalmente en Sudáfrica), se han notificado más de 80 millones de casos. “Más que todos los notificados en 2020. De media, la semana pasada (entre el 17 y el 23 de enero) se reportaron 100 casos cada tres segundos y una persona perdía la vida como consecuencia de la Covid-19 cada 12”.
La variante Ómicron ha cambiado por completo el escenario epidemiológico a nivel global. De acuerdo con la evidencia científica con la que se cuenta hasta la fecha, esta variante presenta mayor escape inmunitario respecto a las variantes anteriores y su capacidad de transmisión es muy elevada, tal y como demuestran las cifras récord de nuevos contagios que se están reportando en la mayoría de países. La evidencia también nos dice que la enfermedad que provoca es más leve, especialmente entre los vacunados.
Ante esta fotografía algunos países como España han comenzado a hablar del siguiente paso en el control de la pandemia. Pasar a una fase de vigilancia de la Covid-19 similar a la que se emplea para controlar la gripe y otras enfermedades infecciosas. Una postura contraria a la línea de la OMS y de un amplio número de expertos. En las últimas horas la directora de Salud Pública y del Ambiente de la OMS, María Neira, declaraba que Europa se acerca a una fase de control de la pandemia gracias a las coberturas de vacunación, personas que han superado la enfermedad, los sistemas sanitarios y las medidas que continúan aplicándose en el viejo continente. La pregunta que surge ante esta realidad es clara: ¿cuáles son los escenarios que se prevén en base a la situación epidemiológica que estamos viviendo?
PRIMER PASO: REDUCIR LA TRANSMISIÓN DE ÓMICRON
“Las personas que están infectadas por Ómicron tienen todo el espectro de la enfermedad: desde una infección asintomática hasta una enfermedad grave y muerte. Lo que estamos aprendiendo es que las personas con afecciones subyacentes, las personas de edad avanzada y aquellas que no se han vacunado pueden tener una forma grave de Covid-19 en caso de infección con Ómicron”, explica Maria Van Kerkhove, epidemióloga y experta en enfermedades infecciosas jefa técnica de la OMS para Covid-19.
La experta indica que “es importante que reduzcamos la transmisión por Ómicron”. La primera de las razones que indica hace referencia a lo expuesto anteriormente en relación a la gravedad de la enfermedad. La segunda se focaliza en el desconocimiento que todavía se tiene sobre el Covid prolongado. “Las personas infectadas con este virus corren el riesgo de desarrollar consecuencias a más largo plazo”.
“Si bien esperamos avanzar hacia una situación más sostenible con la Covid-19 circulando a niveles manejables, actualmente permanecemos en una situación de pandemia de emergencia de salud pública, y es importante señalar que incluso en una fase posterior a la pandemia, el SARS-CoV-2 aún podría causar periódicamente altos niveles de tensión en los sistemas de atención médica y provocar grandes brotes”
Destaca además que una circulación descontrolada de Ómicron como la que estamos viviendo puede traducirse en una mayor tensión asistencial para los sistemas sanitarios y, lo más preocupante: cuanto mayor sea la circulación del virus, mayores serán las posibilidades de que mute y origine nuevas variantes.
MÁS CONTAGIOS PERO UNA MENOR PRESIÓN ASISTENCIAL
El Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) ha publicado un nuevo informe sobre el impacto potencial de la variante Ómicron en los países de la Unión Europea y del Espacio Económico Europeo.
De acuerdo con los datos publicados la tasa de notificación global a 14 días por cada 100.000 habitantes se sitúa en los 2.261 casos. Un dato que triplica la cifra más elevada alcanzada desde el inicio de la pandemia. La buena noticia es que las tasas de hospitalización y muerte se encuentran por debajo de los niveles observados en olas anteriores en el viejo continente.
Los expertos del ECDC alertan de que el número de casos está aumentando entre las personas de mayor edad por lo que estas tasas podrían verse incrementadas en los próximos días.
“Aunque la reducción de la gravedad se debe en parte a las características inherentes del virus, los resultados de los estudios de efectividad de la vacuna han demostrado que la vacunación desempeña un papel importante en la prevención de resultados clínicos graves de la infección por Ómicron, con un aumento significativo de la eficacia contra la enfermedad grave entre las personas que han recibido tres dosis de la vacuna”, expone el referido documento del ECDC.
“Con un aumento en la inmunidad y más vacunación, podemos esperar alcanzar una situación más sostenible con la circulación de la Covid-19 a niveles manejables más rápido, pero debemos ser cautelosos con las predicciones a largo plazo y el mantenimiento de las intervenciones no farmacéuticas clave”
A 27 de enero de 2022 (fecha de la última actualización por parte del ECDC), la media europea en términos de aceptación de la vacunación contra la Covid-19 se sitúa en el 69,4%. Un dato sobre el que es conveniente destacar que existen diferencias sustanciales entre los distintos países con porcentajes que oscilan entre el 28,4 y el 82,9.
La vacunación es una de las piezas clave en el control de la pandemia. La administración de refuerzos con el objetivo de reforzar la protección generada por los sueros es fundamental, aunque se ha abierto un intenso debate sobre su inoculación en personas sanas más allá de la tercera dosis. La OMS y la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) se muestran contrarias a continuar administrando refuerzos en personas sanas en cortos intervalos de tiempo alegando que no es una estrategia sostenible. Más en un contexto en el que las campañas de vacunación contra la Covid-19 apenas han avanzado en los países con menos recursos. Motivo por el que han puesto sobre la mesa la necesidad de mejorar las vacunas actuales y desarrollar otras que generen una inmunidad más duradera.
En términos de refuerzos, nos encontramos ante una de las asignaturas pendientes de los países europeos. Los datos del ECDC revelan que en la segunda semana del mes de enero el 80% de los países de la UE y del EEE reportan tasas subóptimas con coberturas de inoculación de refuerzos por debajo del 60%.
Los análisis efectuados por los expertos del ECDC a través de modelos matemáticos indican que existe una proporción sustancial de población que continúa siendo vulnerable a resultados graves por infección por SARS-CoV-2 en aquellos países con coberturas de vacunación más bajas.
“Es plausible que la gran cantidad de casos de infección por Ómicron pueda ser seguida por una alta incidencia de la condición post-Covid-19, con una incidencia proporcionalmente mayor entre las personas que no están vacunadas”, alertan desde el ECDC.
¿QUÉ ESCENARIOS SE PLANTEAN?
“Si bien esperamos avanzar hacia una situación más sostenible con la Covid-19 circulando a niveles manejables, actualmente permanecemos en una situación de pandemia de emergencia de salud pública, y es importante señalar que incluso en una fase posterior a la pandemia, el SARS-CoV-2 aún podría causar periódicamente altos niveles de tensión en los sistemas de atención médica y provocar grandes brotes”, concluye el informe del ECDC destacando el papel esencial de cara al futuro de las estrategias de vigilancia, preparación y respuesta de múltiples niveles para abordar la Covid-19.
“La próxima variante de preocupación será más apta, y lo que queremos decir con esto es que será más transmisible porque tendrá que superar a la que está circulando actualmente. La gran pregunta es si las futuras variantes serán más o menos graves”
“Los Estados miembros con las tasas de vacunación más bajas se enfrentarán a la mayor presión. Lo que muestra Ómicron, nuevamente, es que existe la necesidad de vacunar y un caso claro para las dosis de refuerzo para aumentar la protección. Cuanto más vacunamos y fomentamos, más podemos evitar ingresos hospitalarios adicionales y pérdidas de vidas. Cuanto más vacunamos e impulsamos, más podemos minimizar las interrupciones para la sociedad y garantizar que los sectores clave puedan continuar funcionando durante las próximas semanas y meses”, afirma Stella Kyriakides, Comisaria de Salud y Seguridad Alimentaria de la Unión Europea.
“Con un aumento en la inmunidad y más vacunación, podemos esperar alcanzar una situación más sostenible con la circulación de la Covid-19 a niveles manejables más rápido, pero debemos ser cautelosos con las predicciones a largo plazo y el mantenimiento de las intervenciones no farmacéuticas clave”, añade.
“Cada vez se reconoce más que las amplias medidas preventivas exigidas en toda la UE/EEE también han resultado en grandes costos sociales y económicos. Por lo tanto, propusimos opciones para adaptar estas medidas. Para lograr una transición exitosa a lo que puede ser una fase post-aguda de la pandemia, se deben continuar los esfuerzos para aumentar la aceptación del ciclo de vacunación primaria en personas que actualmente no están vacunadas o están parcialmente vacunadas”, declara Andrea Ammon, directora del ECDC.
“La próxima variante de preocupación será más apta, y lo que queremos decir con esto es que será más transmisible porque tendrá que superar a la que está circulando actualmente. La gran pregunta es si las futuras variantes serán más o menos graves”, declaraba recientemente en rueda de prensa Van Kerkhove.
“No hay ninguna garantía de que el virus mute hacia cepas menos graves”, advertía. Sobre el futuro de la pandemia aseguraba que “no habrá que llevar una mascarilla para siempre y no habrá que distanciarse físicamente, pero por ahora, hay que seguir haciéndolo”.
El director de Programas de Emergencia de la OMS, Mike Ryan, pronosticaba que el SARS-CoV-2 continuará evolucionando antes de que se establezcan patrones. Una vez lleguemos a este punto, lo más probable es que se asiente en niveles bajos de transmisión con epidemias potencialmente ocasionales que, en un principio, podrían acabar por ser estacionales o afectar únicamente a los grupos más vulnerables.