Algunos países están experimentando un resurgimiento de las infecciones por SARS-CoV-2 a pesar de los avances de las campañas de inmunización frente a la Covid-19. El principal motivo que encuentra la comunidad científica para explicar esta situación es la mayor capacidad infectiva de la variante Delta (B.1.617.2, detectada originalmente en India), y que se erige como dominante a nivel global. De acuerdo a diversos estudios contribuiría también a esta situación la disminución de la inmunidad proporcionada por las vacunas que, en algunos grupos poblacionales, fueron administradas hace ya muchos meses. Ante esta fotografía el debate sobre la necesidad de refuerzos de los sueros está abierto con posturas bastante diferentes.
No son pocos los países que consideran que los refuerzos deben administrarse a toda la población, mientras que otros únicamente lo hacen con los grupos de riesgo, los más vulnerables al virus o aquellos que poseen sistemas inmunitarios comprometidos. Una ecuación a la que se suma la espera de la autorización por parte de reguladores como la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés), o la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) para la vacunación de los menores de 11 años. Un escenario ante el que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha pedido a los países con mayores recursos la donación de dosis para las naciones de bajos y medianos ingresos en las que apenas se ha iniciado la inmunización de los grupos más vulnerables y los profesionales sanitarios. La pregunta que surge es clara: ¿realmente son necesarios los refuerzos de las vacunas contra la Covid-19?
En este punto ponemos el foco en un macro estudio realizado por el Instituto de Investigación Clalit, en colaboración con investigadores de la Universidad de Harvard. Sus responsables han analizado una de las bases de datos de registros de la salud más importantes del mundo para examinar la efectividad de la vacuna contra la Covid-19 desarrollada por Pfizer/BioNTech en un contexto de dominancia de la variante Delta. La muestra está compuesta por 728.321 personas mayores de 12 años que habían recibido una tercera dosis del referido suero entre el 30 de julio y el 23 de septiembre de 2021, coincidiendo con la cuarta ola de la pandemia en Israel.
Los resultados muestran que, en comparación con las personas que recibieron dos dosis cinco meses antes, las personas que recibieron tres dosis de la vacuna tuvieron un 93% menos de riesgo de hospitalización relacionada con la Covid-19, un 92% menos de probabilidades de enfermedad grave y un 81% menos de riesgo de muerte relacionada con la Covid-19
Los resultados muestran que, en comparación con las personas que recibieron dos dosis cinco meses antes, las personas que recibieron tres dosis de la vacuna tuvieron un 93% menos de riesgo de hospitalización relacionada con la Covid-19, un 92% menos de probabilidades de enfermedad grave y un 81% menos de riesgo de muerte relacionada con la Covid-19. Se ha hallado que la efectividad de la vacuna es similar en ambos sexos, grupos de edad (entre 40 y 69 años y mayores de 70) y comorbilidades.
Una de las conclusiones más llamativas de la investigación es que las tasas de infección comenzaron a disminuir en cada grupo de edad entre siete y 10 días después de que en ese grupo poblacional se señalase como elegible para la inoculación de la tercera dosis.
“El extenso despliegue a nivel nacional de la campaña de vacunación de refuerzo contra la Covid-19 en Israel ha brindado al Instituto de Investigación Clalit una oportunidad única para evaluar, a través de su ricos y completos datos digitales, la efectividad de la tercera dosis en un entorno del mundo real contra las complicaciones menos comunes, pero graves de la Covid-19”, explica el profesor Ran Clalit, autor principal del estudio y director del Instituto de Investigación Clalit. “Estos resultados muestran de forma convincente que la tercera dosis de la vacuna es altamente efectiva contra los resultados graves de la Covid-19 en diferentes grupos de edad, una semana después de la tercera dosis. Estos datos deberían facilitar la toma de decisiones políticas informadas”, agrega.
“Esta investigación es un ejemplo perfecto de cómo los ensayos aleatorizados y las bases de datos observacionales de la salud se complementan entre sí. El ensayo de la vacuna Pfizer/BioNTech proporcionó pruebas convincentes de su eficacia para prevenir la infección sintomática, pero las estimaciones de enfermedad grave y grupos de edad específicos fueron demasiado imprecisas. Este análisis de la base de datos de alta calidad de Clalit emula el diseño del ensayo original, utiliza sus hallazgos como punto de referencia y los amplía para confirmar la efectividad de la vacuna en adolescentes. Esta combinación de evidencia de ensayos aleatorizados y estudios observacionales es un modelo para la investigación médica eficiente, algo que es especialmente importante en tiempos de Covid", expresa por su parte el profesor Miguel Hernán, director de CAUSALab y profesor de la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard.