El pasado 26 de noviembre la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés), declararon la variante del SARS-CoV-2 Ómicron (B.1.529, detectada originalmente en Sudáfrica) como “variante de preocupación” (VOC, por sus siglas en inglés). Ómicron presenta más de 30 mutaciones en la proteína S o espícula, algunas de las cuales se han asociado a mayor transmisibilidad o escape a la respuesta inmunitaria.
Tal y como informan desde el ECDC se han identificado además tres pequeñas deleciones (tipo de mutación genética en el cual se pierde material genético, desde un solo par de nucleótidos hasta todo un fragmento de cromosoma) y una pequeña inserción en la proteína de pico. Del total de mutaciones, 15 se ubican en el dominio de unión al receptor.
Hasta la fecha, Ómicron es la variante más divergente que se ha detectado en cantidades significativas desde el inicio de la pandemia, lo que ha provocado una alarma global que se ha traducido en la imposición de restricciones que intentan evitar su expansión. Desde una perspectiva europea, la pregunta que cada vez se repite con mayor frecuencia es clara: ¿qué nivel de riesgo supondría una amplia penetración y transmisión comunitaria de Ómicron en el viejo continente?
“Existe una incertidumbre considerable relacionada con la transmisibilidad, la eficacia de la vacuna, el riesgo de reinfecciones y otras propiedades de la variante Ómicron”, exponen los expertos del ECDC a través de un documento. En base a la escasa evidencia científica con la que se cuenta sobre la nueva variante exponen que, “dado su potencial de escape inmunológico y la ventaja de una transmisibilidad potencialmente aumentada en comparación con Delta (B.1.617.2, detectada originalmente en India), evaluamos la probabilidad de una mayor introducción y propagación comunitaria en la Unión Europea (UE) y el Espacio Económico Europeo (EEE) como alta”.
“En una situación en la que la variante Delta está resurgiendo en la UE/EEE, el impacto de la introducción y posible mayor propagación de Ómicron podría ser muy alto”
El ECDC explica que la situación epidemiológica actual en el viejo continente propicia la expansión de Ómicron. La dominancia de Delta continúa siendo total en los países europeos y es la responsable del preocupante incremento de las nuevas infecciones que desde hace algunas semanas se está viviendo en el continente. Se suma el hecho de que muchas de las naciones europeas reportan bajas tasas de vacunación contra la Covid-19, en un contexto de relajación general de medidas y restricciones que están volviendo a reimponerse con el desesperado objetivo de evitar que la Navidad sea el punto de no retorno.
En este sentido el ECDC alerta de que “en una situación en la que la variante Delta está resurgiendo en la UE/EEE, el impacto de la introducción y posible mayor propagación de Ómicron podría ser muy alto”. Motivo por el que concluye que “el nivel general de riesgo para la UE/EEE asociado con la variante Ómicron se evalúa de alto a muy alto”.
"Se espera que la variante Ómicron se detecte en un número creciente de países a medida que las autoridades nacionales intensifiquen sus actividades de vigilancia y secuenciación"
Ante esta preocupante fotografía la vigilancia genómica continúa siendo de suma importancia para la detección temprana de la presencia de esta variante, y permitir así el seguimiento de las tendencias epidemiológicas y orientar las medidas de contención. “En esta etapa temprana se recomienda “encarecidamente evitar viajar hacia y desde las áreas afectadas conocidas, así como aumentar las pruebas (con secuenciación de los casos confirmados) y el rastreo de contactos de los casos de Covid-19 con un vínculo epidemiológico con las áreas afectadas”, recomienda el ECDC.
El documento del ECDC insta a los países europeos a “dar la máxima prioridad a la vacunación de las personas inicialmente objetivo de los programas de vacunación contra la Covid-19 que permanecen sin vacunar o aún no han sido completamente vacunados”, señalado además que “los países deben considerar una dosis de refuerzo para los mayores de 40 años”.
Por su parte la OMS expone que “los países deben seguir aplicando un enfoque basado en la evidencia”, valorando la aplicación de restricciones a los viajes siempre de acuerdo con el Reglamento Sanitario Internacional (RSI). En este sentido aseveran que “las prohibiciones generales de viaje no evitarán la propagación internacional y suponen una pesada carga para las vidas y los medios de subsistencia”, afirmando que “pueden tener un impacto adverso en los esfuerzos de salud mundial durante la pandemia al desincentivar a los países para informen y compartan datos epidemiológicos y de secuenciación”.
“Se espera que la variante Ómicron se detecte en un número creciente de países a medida que las autoridades nacionales intensifiquen sus actividades de vigilancia y secuenciación. La OMS está siguiendo de cerca la propagación de la variante Ómicron y se están realizando estudios para comprender más sobre estas mutaciones y su impacto en la transmisibilidad, virulencia, diagnósticos, terapias y vacunas”, concluye la OMS.