La rápida propagación de la variante Ómicron (B.1.1529, detectada originalmente en Sudáfrica), gracias a su mayor transmisibilidad y cierto escape inmunitario, se ha traducido en la mayoría de los países en cifras récord de contagios nunca antes vistas en los más de dos años de pandemia. El volumen de nuevos casos de Covid-19 registrado en los últimos meses ha desbordado todos los sistemas de gestión establecidos por lo que los test rápidos de antígenos se han posicionado como una de las herramientas necesarias para controlar la pandemia. Un control que ha recaído prácticamente en la responsabilidad individual de los ciudadanos ante la imposibilidad de los servicios sanitarios de diagnosticar y rastrear la ingente cantidad diaria de casos.
El avance de la campaña de vacunación contra al Covid-19, con España como uno de los países con la tasa de cobertura vacunal más elevada, ha favorecido cierto grado de protección en la población gracias a la inmunidad híbrida derivada de la ingente cantidad de infecciones. Cabe destacar que esta protección ha contribuido a que la gravedad de la enfermedad provocada por Ómicron sea más leve, en combinación con las características propias de la variante.
En un contexto en el que las pruebas rápidas de antígenos están extendidas y desempeñan un papel importante en el control de la transmisión del virus, no han dejado de surgir dudas sobre la efectividad de estas a la hora de detectar infecciones provocadas por las variantes Ómicron y Delta (B.1.617.2, detectada originalmente en India).
En este sentido ahondamos en un reciente estudio publicado de forma pre-impresa en medRxiv, a la espera de ser revisado por pares. Partimos de la base de que las pruebas rápidas de antígenos cuentan con una sensibilidad menor en comparación con las PCR en la detección del virus, pero su facilidad de uso y asequibilidad han favorecido su penetración en la población.
La evaluación de los resultados revela que el rendimiento de las pruebas rápidas de antígenos no fue inferior en la detección de la variante Ómicron en comparación con la variante Delta
Partiendo de esta base un grupo de investigadores dirigidos por el doctor Apurv Soni de la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachusetts, ha comparado el rendimiento de las pruebas rápidas de antígenos con el de las PCR en la detección de las infecciones provocadas por las variantes Delta y Ómicron. La muestra del estudio ha estado formada por 5.506 personas.
La evaluación de los resultados revela que el rendimiento de las pruebas rápidas de antígenos no fue inferior en la detección de la variante Ómicron en comparación con la variante Delta. Por el contrario, han hallado una mayor proporción de participantes en el estudio infectados por la variante Ómicron y resultados positivos en las pruebas de antígenos, en comparación con los participantes infectados por la variante Delta dentro de las 48 horas posteriores a la prueba PCR positiva.
Es importante destacar que la positividad general en el mismo día para la prueba rápida de antígenos al inicio de una PCR positiva fue baja (23,5%), pero la repetición de la prueba dentro de las 48 horas siguientes mejoró hasta alcanzar el 54,9%.
El 45,1% de los participantes con resultado positivo en prueba PCR había obtenido un falso negativo en una prueba rápida de antígenos, independientemente de la variante del SARS-CoV-2 que hubiese causado la infección. Hecho que pudo observarse incluso cuando se realizaron dos pruebas rápidas de antígenos dentro de las 48 horas posteriores al resultado positivo en PCR.
“Nuestros hallazgos sugieren que el rendimiento de las pruebas rápidas de antígenos se mantiene estable durante el periodo Ómicron en comparación con el periodo Delta, y que las pruebas en serie continúan siendo importantes para aumentar el rendimiento de las pruebas rápidas de antígenos”, destacan los autores del estudio.