Covid Persistente o Long Covid: el abandono de quienes sufren las secuelas un años después

Tras superar la fase aguda de la infección por coronavirus numerosos pacientes siguen presentando afectación en diferentes órganos.

Mujer con mascarilla mira con miedo por la ventana. (Foto. MARIOGUTI)
Mujer con mascarilla mira con miedo por la ventana. (Foto. MARIOGUTI)
Marisol Díaz
23 mayo 2021 | 00:00 h

Fatiga, dolores musculares y articulares, dificultad respiratoria, tos seca, alteraciones intestinales y cefaleas son algunos de los más de 200 síntomas asociados a la Covid-19.  Tras superar la fase aguda de la infección por coronavirus, con una duración media de entre una semana y diez días, numerosos pacientes siguen presentando afectación en diferentes órganos, que pueden verse dañados o sufrir complicaciones de forma prolongada.

Son los pacientes conocidos como Covid Persistente o Long Covid. Ejemplo de ello lo encontramos en Ascensión y Sonia, dos sanitarias que continúan sufriendo síntomas tras pasar más de un año de su contagio. No obstante, ellas no son las únicas, se estima que esta patología irrumpe en la vida de entre un 10-20 % de los afectados por el virus.

La Covid persistente afecta a entre un 10-20 % de los afectados por el virus

El Ministerio de Sanidad, en su última actualización del boletín de Información científica-técnica de la enfermedad por coronavirus covid-19, un documento que recoge las novedades sobre el virus y es la hoja de ruta del personal sanitario, ya reconoce la existencia del covid persistente. En este documento se cita, además, una encuesta realizada por la SEMG en colaboración con Long Covid Acts, que constata que 1.834 pacientes, de 2.000 consultados, sufrían síntomas después de las doce semanas. La edad media de las personas que se ven afectadas por este fenómeno es de 43 años y la mayoría eran mujeres (el 79%).

Asunción sabe bien qué es esto, y es que pasó la enfermedad en abril del año pasado y a día de hoy continúa con más de 26 síntomas diarios. “El sufrimiento es físico y emocional. Tengo dificultades para respirar, dolores articulares, falta de concentración, taquicardias, hormigueos en las extremidades, cara y boca …”, señala en una entrevista telefónica a este medio.

Pero la Covid persistente no afecta a todos por igual, depende de la persona y de las comorbilidades previas a la infección. En el caso de Sonia, sanitaria contagiada en marzo de 2020, la Covid ha venido acompañada de disnea, bronquitis crónicas, gastroenteritis, insomnio, fatiga extrema, hemorragias y problemas neurocognitivos, “he tenido que comprarme un GPS porque me pierdo en mi propia ciudad”, cuenta a ConSalud.es.

DOLOR, AISLAMIENTO E INCERTIDUMBRE

“Desde que me diagnosticaron Covid-19, en marzo de 2020, solo he trabajado dos meses” explica Sonia. Y es que, junto con los síntomas, la Covid persistente ha traído un cambio de vida a las personas que lo padecen, “hoy estas bien y mañana estas hecho polvo. Parece que tengas una pila duracel encima y la gastes toda en unos días y después tenga que volver a recargarse”. “Yo me aíslo”, declara Ascensión, “tengo energía diaria de una media hora o cuarto de hora diaria, a partir de ese momento ya me pongo enferma, los síntomas empiezan a aflorar y a intensificarse y si sigo haciendo algo me tengo que ir a la cama en muy malas condiciones”.

Pese a que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Ministerio de Sanidad hayan reconocido la enfermedad. Los pacientes siguen sintiéndose “marginados y abandonados” por el sistema sanitario. “Parece que no ha llegado el mensaje, muchos profesionales están bloqueados, en lugar de unirnos, parece una guerra entre pacientes y sanitarios”, lamenta Ascensión. “Llevamos un año sin diagnóstico, sin pronóstico y sin tratamiento. Lo único que tenemos desde hace un año es dolor, aislamiento e incertidumbre”.

Por todo ello, y gracias a la ayuda de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEGM), los pacientes han aunado fuerza y elaborado unaGuía Clínica para la atención al paciente Long Covid/ Covid Persistente. “Estamos dispuestos a todo, a ayudar, a colaborar, pero tenemos que unirnos, sino los resultados van a ser más costoso. Pedimos comprensión, aceptación y una apertura de mente para construir la evidencia científica que tanto nos exige. Hay que trabajar juntos”, concluye la sanitaria.

 

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