“La condición posterior a la Covid-19 puede representar una amenaza para los sistemas sanitarios que ya están sobrecargados después de la fase aguda de la pandemia, y su manejo continúa siendo un desafío para los proveedores de atención médica”. Con estas palabras presenta el Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) su última revisión sistemática y meta-análisis sobre la estimación de la prevalencia de los síntomas prolongados asociados a la infección por SARS-CoV-2.
De acuerdo con las conclusiones de este trabajo (se han analizado 61 estudios procedentes de 15 países que incluyeron 74.213 casos de Covid prolongado evaluados durante al menos 12 semanas desde el inicio de la infección) vemos que las personas informan de una gama “extremadamente” amplia de síntomas tanto físicos como psicológicos, al menos 12 semanas después del inicio de la infección.
Las estimaciones de prevalencia de cinco síntomas (fatiga, dificultad para respirar, depresión, dolor de cabeza y mareos) asociados a la condición posterior a la Covid-19 fueron respaldadas por sólida evidencia tanto en los entornos comunitarios como hospitalarios. El informe indica que se ha observado que cada uno de estos cinco síntomas se mostraba con una frecuencia mayor entre los pacientes reclutados en entornos hospitalarios en comparación con los pertenecientes al entorno comunitario. “Esto indica que el riesgo de condición posterior a la Covid-19 puede ser mayor entre las personas que cursan la Covid-19 de forma grave”.
Hay evidencia emergente que sugiere que algunos pacientes que solo experimentan síntomas leves o moderados, pueden desarrollar complicaciones a largo plazo no relacionadas con la disfunción orgánica derivada de la primera exposición al virus
En general, la prevalencia de cualquier síntoma de condición posterior a la Covid-19 se estimó en un 51% entre las cohortes reclutadas en el entorno comunitario. Sin embargo, hubo una gran variabilidad en las estimaciones de la prevalencia de los síntomas entre los estudios individuales. “Este es el resultado de una considerable heterogeneidad en los diseños de estudios de cohortes desarrollados para investigar la condición posterior a la Covid-19, que a menudo carecen de los grupos de control necesarios para comparar los síntomas informados entre las personas infectadas con el SARS-CoV-2 y las personas no infectadas”, exponen los autores.
Razón por la que el documento señala que la prevalencia de los síntomas debe interpretarse con cautela, ya que aquellos estudios que carecen de grupos de comparación no infectados podrían sobrestimar los síntomas específicamente atribuibles a la infección por el coronavirus.
El análisis efectuado ha identificado varios factores de riesgo sociodemográficos y clínicos que se asocian de forma significativa con una mayor incidencia de notificación: sexo femenino, nivel socioeconómico bajo, antecedentes de tabaquismo, sobrepeso y/u obesidad, así como la existencia de comorbilidades como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
La evidencia científica ha demostrado que el SARS-CoV-2 afecta a la función de múltiples órganos y sistemas, principalmente al tracto respiratorio, pero también al cerebro, el endotelio, corazón, riñones e hígado. Aunque la sintomatología de la condición posterior a la Covid-19 puede atribuirse a lesiones de órganos que se produjeron durante la fase aguda de la infección, hay evidencia emergente que sugiere que algunos pacientes que solo experimentan síntomas leves o moderados, pueden desarrollar complicaciones a largo plazo no relacionadas con la disfunción orgánica derivada de la primera exposición al virus.