Los brotes epidémicos provocados por la viruela del mono que se están sucediendo en algunos países europeos, Estados Unidos o Canadá, han situado la hasta ahora “desconocida” enfermedad en el foco mediático, político y social. Lo cierto es que nos encontramos ante un viejo conocido. Una zoonosis endémica de ciertas regiones del centro y este del continente africano. Un problema de salud pública sobre el que en los países más desarrollados apenas se había oído hablar hasta que se han comenzado a detectar casos.
Lo que está sucediendo con la viruela del mono sigue el mismo patrón que con otras muchas enfermedades. Ejemplos de ello son la malaria o el ébola. Enfermedades que golpean con virulencia a los países con menos recursos y de las que el denominado como “primer mundo” no se acuerda hasta que traspasan sus fronteras. Una situación que podría acabar sucediendo con el SARS-CoV-2 si se mantiene la brecha de equidad en el acceso global a las vacunas contra la Covid-19.
El pasado 12 de mayo la Oficina Regional de la Organización Mundial de la Salud para África comunicaba de un preocupante repunte de casos en el sur del continente. Un escenario epidemiológico que encuentra su origen en la gran capacidad de transmisión de la variante Ómicron (B.1.1.529, detectada originalmente en Sudáfrica) en un contexto de relajación de las medidas sociales y de salud públicas.
“Este aumento en los casos es una señal de advertencia temprana de que monitorizamos de cerca. Ahora es el momento de que los países intensifiquen la preparación y se aseguren de crear una respuesta eficaz en caso de una nueva ola epidémica”, afirmaba el doctor Abdou Salam Gueye, director de Preparación y Respuesta ante Emergencias de la Oficina Regional de la OMS para África.
África se ha situado desde el inicio de la pandemia en el centro de los peores pronósticos de los organismos internacionales y ONG. Dos años después las cifras muestran que el impacto en el continente de la Covid-19 ha sido mucho menor del esperado. Una situación que se explica por factores como una menor capacidad diagnóstica de los países africanos que ha llevado a subestimar las cifras oficiales. De acuerdo con una revisión de estudios de seroprevalencia realizada por la OMS entre enero de 2020 y diciembre de 2021, la cifra real de casos de Covid-19 en este periodo sería de alrededor de 800 millones frente a los 8,2 millones registrados de forma oficial.
Solo el 16% de las personas en los países de ingresos más bajos han recibido una dosis de la vacuna, mientras que en los países de ingresos altos esta cifra se eleva al 80%
Esta estimación es un fiel ejemplo de cómo se ha vivido la pandemia en África. Un continente que alberga la mayoría de los países que, a día de hoy, todavía reportan coberturas vacunales frente al coronavirus por debajo del 10%. Motivo por el que la OMS ha hecho un llamamiento reciente a los países para que emprendan acciones urgentes para cerrar la brecha de equidad en el acceso a las vacunas. Recordemos que el mes de junio fue la fecha fijada por la OMS para que el 70% de la población mundial estuviese vacunada, tras no cumplir la meta del 40% en 2021.
COVAX, la iniciativa coordinada por la OMS para hacer llegar las vacunas contra la Covid-19 a los países con menos recursos, ha declarado que tiene acceso a suficientes sueros para ayudar a proteger al 70% de la población en 91 países con bajos ingresos. COVAX insta a los países a establecer objetivos para garantizar la implementación de los recursos necesarios para acelerar y expandir las estrategias nacionales.
Un paso urgente si tenemos en cuenta que solo el 16% de las personas en los países de ingresos más bajos han recibido una dosis de la vacuna, mientras que en los países de ingresos altos esta cifra se eleva al 80%. Más si cabe porque, mientras los grupos más vulnerables y trabajadores sanitarios de las naciones con menos recursos continúan desprotegidos frente al virus, las poblaciones más jóvenes y sanas de los países de ingresos más altos ya han recibido dosis de refuerzo.
El hecho de que en las naciones con mayores recursos se haya regresado ya a una suerte de nueva normalidad, similar a la existente antes de la pandemia, gracias a las elevadas coberturas vacunales, genera el riesgo potencial de que la Covid-19 termine convirtiéndose en un problema de salud pública endémico en los países más pobres.
“Los próximos tres o cuatro meses son cruciales para acelerar las campañas de vacunación contra la Covid-19”, advierte la OMS. “La protección rápida de las poblaciones ahora debe tener prioridad. Esto es fundamental, dado que 2021 demostró claramente el impacto que tuvo el suministro impredecible y ad hoc en la capacidad de los países con recursos más limitados para planificar e implementar campañas de vacunación. La certeza del suministro permite a los países planificar campañas nacionales de vacunación con más confianza, garantiza que se pueda disponer de una reserva continua de existencias en el país y ayuda a una implementación fluida y eficiente”, señala el organismo internacional.
“COVAX se compromete a proporcionar a los países un suministro predecible a largo plazo, atendiendo a todos los contextos y manteniendo reservas para garantizar que el suministro pueda mantenerse al día con los cambios en la demanda”, expone la OMS reiterando el llamamiento de urgencia a los países donantes y fabricantes para que apoyen la iniciativa asegurando que tanto el volumen como el momento de las entregas coincidan de la forma más precisa posible con las necesidades de los países con menos recursos.