Hasta las crisis de COVID-19 a inicios del 2019, la resistencia a los antibióticos era, según la ONU y la Organización Mundial de la Salud, el mayor problema sanitario de la humanidad.
Más de 33.000 personas mueren cada año por la resistencia a los antibióticos en Europa, y se estima que, en 2050, la primera causa de muerte en el mundo, superando el cáncer y todas las demás patologías, sea la resistencia a antibióticos con más de 10 millones de muertes anuales. Por este motivo, en la mayoría de los países del mundo, se han instaurado programas para reducir y optimizar el uso de los antibióticos.
En España se trata del Plan Nacional de Lucha contra la Resistencia a los Antibióticos (PRAN) que actúa desde 2014 a todos los niveles, tanto en medicina humana como en medicina animal, y en sus efectos en el medio ambiente, desde una perspectiva que se denomina One Health o una salud.
El profesor Bruno González Zorn (en el centro de la imagen) con miembros de la Unidad de Resistencia a Antibióticos de la Universidad Complutense de Madrid. (Foto. UCM)
Con la pandemia por el coronavirus, sin embargo, todos los esfuerzos se dirigen a desarrollar terapias efectivas o vacunas contra el SARS-CoV-2. La mayoría de las infecciones víricas, pueden abrir la puerta a infecciones secundarias producidas por bacterias, por lo que, con frecuencia, se utilizan de forma preventiva antibióticos, aunque no actúen directamente contra los virus.
Para saber cómo estamos utilizando en esta pandemia los antibióticos, el catedrático de la Universidad Complutense y director de la Unidad de Resistencia a los Antibióticos de la Facultad de Veterinaria UCM, Bruno González Zorn publica en la revista de la Sociedad Europea de Microbiología y Enfermedades Infecciosas, Clinical Microbiology and Infection, por primera vez a nivel mundial datos de consumo de antibióticos en un país como consecuencia de COVID-19.
Más de siete antibióticos, sobre todo de amplio espectro, presentan cifras de consumo récord, acelerando la aparición de bacterias resistentes
En este estudio se señala que, solamente en el mes de marzo de 2020, el consumo de antibióticos intrahospitalarios en España se incrementó un 11,5%. Un serio revés para los esfuerzos de los últimos tiempos: hemos tardado cinco años, de 2014-2019, en poder reducir nuestro consumo de antibióticos en hospitales un 4,8%. Algunos antibióticos, como la acitromicina, ha incrementado su uso un 400%, hasta niveles nunca detectados en España desde que se tiene registro. Otros antibióticos también alcanzaron cifras récord con incrementos alarmantes, como Ceftaroline Fosamil (183%), Ceftolozane/Tazobactam (103%), Cefditoren (261%), Ceftriaxona (204%), Colistina (145%), Doxiciclina (517%) y Linezolid (189%). Otros cuatro antibióticos, Amoxicilina, Cefixime, Eritromicina y Levofloxacina sufrieron también incrementos significativos.
La mayoría de estos antibióticos son de amplio espectro, y afectan a un gran número de bacterias intrahospitalarias. Las bacterias se acostumbran a estos antibióticos y pueden dar lugar a que sus niveles de resistencia las convierta en bacterias superresistentes para las que no haya ningún tratamiento posible. Es esencial, por tanto, que en todos los hospitales españoles se mantenga una alerta especial al uso prudente y moderado de los antibióticos, si no queremos agravar la que será, ya nos lo están mostrando estos datos, nuestra siguiente pandemia.
El artículo completo Antibiotic use in the COVID-19 crisis in Spain del Dr. Bruno González Zorn se hará público en la revista Clinical Microbiology and Infection durante esta semana mundial de la resistencia a los antibióticos.